Parpadeos
en la trayectoria
del
percusionista Rodrigo Álvarez Rangel
Yaneth
González Landa
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Concierto con la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
Sala Tlaqná. Foto: Jorge Vázquez Pacheco.
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La imagen de contento que proyecta un artista ante el escenario, el
destello de luces y cámaras, lleva a preguntarnos qué hay detrás de ese mundo
luminoso, y es que haciendo conciencia, labrar una profesión dentro del arte no
es fácil, porque el tiempo y la dedicación que demanda puede traer consigo el
peligro de dañar la salud física, a veces, también emocional. Algunos artistas
se esmeran tanto por ser el mejor, que es difícil saber si la obsesión por tal
motivo, es el síntoma o la causa para sentirse plenos. ¿Significa esto que un
músico, por ejemplo, tiene que sufrir por su arte?...
Whiplash,
música y obsesión (E.U. 2014), cinta
que se adentra en el tema, despliega de manera puntual tal experiencia, para
hablar de ello hemos recurrido a un músico, quien desde su muy particular punto
de vista nos revela algunas de las puertas misteriosas en el ejercicio de su
profesión, nos referimos a Rodrigo Álvarez Rangel, principal timbalista de la
Orquesta Sinfónica de Xalapa, desde 2010.
Su innato espíritu musical transmitido por ambos
padres se vio reflejado en cada etapa de vida. La primaria y secundaria escolarizadas
fueron testigos adyacentes del instintivo ritmo de sus manos, que ya desde
entonces ejecutaban lo que le dictaba su acompasada imaginación. Fue éste el
momento decisivo para ingresar al conservatorio. De ahí en adelante, hasta la fecha, se apasionará por la gran variedad de
tonos y diversidad de instrumentos de percusión que ha hecho sonar para nuestro
deleite melódico.
Álvarez Rangel, emprendió sus estudios vocacionales en el Centro de
Iniciación Musical Infantil de la Universidad Veracruzana. Al término de éstos,
ingresó a la Facultad de Música donde obtuvo la Licenciatura en Artes opción
Percusiones. Más tarde, fue becado por la Secretaría de Educación y Cultura y
la Universidad Veracruzana para cursar, en Amsterdam, una maestría en la School of Music. A su regreso, participó
en un concurso donde ganó una plaza para ser parte de la Orquesta Sinfónica de
Xalapa. Actualmente, es catedrático de la máxima institución educativa de
nuestro Estado.
El hoy timbalista orquestal ha trabajado bajo la
dirección de reconocidos músicos como Fernando Lozano, Carlos Miguel Prieto,
Lanfranco Marcelletti, entre otros, para engranar obras versátiles de corte
clásico, moderno, contemporáneo. El papel que
desempeña en la sinfónica es tan significativo como el de los demás
integrantes, en la ejecución y control de los intensos puntos de giro, que van
de un delicado pianissimo a un
potente fortissimo.
De esta labor que requiere suma disciplina y
hábito de estudio, nos habla el maestro percusionista. Así inició
la charla con el destacado músico.
−Rodrigo, para introducirnos en
los controversiales caminos de tu profesión, platícanos ¿cuál es tu punto de
vista acerca de la cinta del año Whiplahs,
música y obsesión?
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Master Class: Percusión en la Orquesta Sinfónica. Facultad de Música UV. Foto: Yaneth González Landa. |
−Para mi, en esta ocasión el cine de Hollywood fue bueno para contar
una historia y demostrar lo que quería. En ella se enfatiza muy bien la
problemática que se llega a dar entre un maestro y un alumno. Llama mucho la
atención por lo fuerte del tema.
Con relación al soundtrack
seleccionado, me agradó, tiene paralelismo con la trama, aunque más bien creo
que se toma de pretexto a la música para polemizar y mostrar, a quienes no
forman parte de este medio, las experiencias que pueden tener algunos músicos a
lo largo de su profesión.
−En esta historia que bien
proyecta realidades vividas en algunos conservatorios musicales ¿te identificas
con algún personaje o momento climático?
−Me vi reflejado de los dos lados, como alumno y como maestro… Si
recuerdo cuando era alumno, mi brújula se dirigía a saber más de música, a estar
sediento de conocimiento. Todo lo relacionado con este fin era motivo de
aprendizaje y de estar contento, por lo tanto cualquier método rígido o no, era
secundario. El amor por la percusión sobrellevaba cualquier eventualidad. Y…
como maestro he aprendido que a los alumnos, a veces, hay que darles ese
impulso que les falta. Por ello, hoy en día, he tenido que ampliar mi horizonte
para entender la necesidad de cada alumno que obviamente difiere de la
personal, o no siempre es la misma que la de otros.
−A veces el celo académico generacional,
que se plantea en esta película, lleva más a la deconstrucción que a la construcción
¿Crees que en tiempos modernos se pueda acabar con ello?
−No lo sé. La soberbia y el ego siempre van a estar presentes en la
condición humana, supongo que en la Edad Media existían, así como hoy. Por eso
todo el énfasis, desde mi punto de vista, va sobre el amor a la música. No
sobre un maestro o una pedagogía; o sobre una escuela o un conservatorio.
−¿Será relevante obsesionarse
por llegar a la cima de la perfección?
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Ensayo con OSX.
Foto: Archivo Dir. Gral. del Área Académica de Artes.
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−No. Hoy en día no creo que la búsqueda de la perfección sea el
camino. Todos somos seres imperfectos, aunque busquemos ser mejores en lo que
hacemos.
El proceso que ahí señalan no es el único. Hay muchísimos alumnos que
no pasaron por tal situación. Existen otras formas de enseñanza musical que son
totalmente amorosas o bellas. No, no, no, sería falso pensar que todo músico
aprendió de esa forma, sería muy pobre. Puede ser, no digo que no; sí hay
momentos muy duros. Mas como todo en la vida, tienes tristeza, pero también
tienes felicidad, y sería erróneo creer que porque un día estuviste triste ya
no vas a ser feliz nunca más, o que no vale la pena vivir.
−Haciendo una comparación con la
realidad ¿piensas que la pelicula rebasó la carga dramática?
−No, porque han habido casos similares. Sin embargo, la situación está
en comprometerse con la música y saber hasta dónde estás dispuesto a soportar
la carga de trabajo o a tener que estudiar diez horas en un día; que la verdad
pienso no es muy bueno, pero que en lo personal tuve que hacer... Sí, la música
demanda mucho control y concentración, pero el fin es tocar el corazón de la
gente que te escucha, y cuando te gusta lo que haces, puedes dar más de lo
esperado.
−Enfocándonos en la propia
experiencia ¿Cuál es la parte más difícil de ser músico de profesión?
−Que en algún momento tu familia, amigos y pareja, pasan a un segundo
plano… porque profesionalmente hablando, la música es muy absorbente, el estudio
de un instrumento requiere casi de tiempo completo. Igual cuando estás casi
seguro de que ganarás el único espacio que ofrece un trabajo y no es así, te
desmoralizas completamente.
−¿Por qué de entre tantos instrumentos de
percusión, tu actividad se centra en los timbales?
−El campo de ser multipercusionista es muy amplio. Durante mucho
tiempo toqué batería, triángulo, tarola, bongó, también incursioné en son
jarocho, salsa, música afro y contemporánea, pero desde hace cinco años a raíz
de haber ganado el concurso para ser timbalista en la Orquesta Sinfónica,
centré más mi atención en esa actividad. La plaza que tengo es nada más tocando
timbales.
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Concierto con la OSX. Sala Tlaqná.
Foto: Jorge Vázquez Pacheco.
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−¿Cómo describirías tu proceso
creativo? y ¿cómo lo descubriste?
−Ah…Muy interesante. Para mí ese proceso creativo se vuelve a realizar
en cada concierto. Una y otra vez lo vas creando. Puedes tocar la Quinta Sinfonía de Beethoven diez veces
y siempre es diferente. Es un eterno juego de estar buscando posibilidades, y
de divertirte. Aquí tomo la frase del inglés play the music, juega con
la música, que en español es toca la
música; sin embargo, tocar no es tan
divertido como jugar. Para mí cada
concierto es una nueva oportunidad de conjugar todos los conocimientos, una
gama donde tienes muchos colores y no sabes exactamente cual vas a necesitar
hasta que ya estás ahí. Al final, puedes poner un poco más oscuro o un poco más
claro. Las posibilidades son infinitas.
Descubrí tal proceso al escuchar mi propia voz, al liberar mi sentir.
Es ahí donde tu cuerpo y oído expresan su musicalidad.
−Disculpa que te cuestione, pero
¿qué hay detrás de ese divertimento que mencionas?
−Interesante que me preguntes esto, porque yo creo que ese es el fin,
divertirte con tu trabajo. Aunque, sí, haciendo una retrospección, he tenido
momentos difíciles en los que la nota o el tiempo de un compás no quedan como
lo marca la partitura, y tienes que regresar una y mil veces sobre lo mismo.
Por lo tanto no siempre me he divertido.
Y cuando no estoy cien por ciento seguro dónde está la música, empiezo
a estar nervioso. La presión que se sufre ante un concierto desgasta, pero si
estás ahí es porque puedes dar el máximo rendimiento. Por eso es muy importante
conocer mis posibilidades, y entre más herramientas tenga para ratificar la
música, más voy a poder jugar con
ella.
−¿Alguna anécdota que te haya
marcado durante algún ensayo o concierto?
−En un ensayo busco que mi mente esté enfocada sólo a la música: al
estudio individual. Sin embargo, cuando las cosas no siempre salen como
desearías, te marcan. Es muy difícil cuando el director detiene el ensayo
porque al que quiere corregir es a ti. Te está diciendo que lo que estás
creando en ese momento no está bien… Emocionalmente me ha afectado, y lo más
duro es que en segundos tengo que corregir mi error y, a la vez, reponerme de
tal aseveración. Complicado para cualquier integrante porque solo tenemos cinco
ensayos para montar y ensamblar una sinfonía.
Después de sacrificar cuerpo y alma en
nombre del arte ¿en qué ha retribuido a tu dedicación?
En todo. Me llevó a otro continente. A terminar una carrera, a
estudiar hasta que dominara ciertas técnicas, a tener trabajo… La música te
puede llevar a la felicidad por medio de escucharla o producirla, y ello
justifica tu entrega. Ojalá y esta entrevista sirva para acercarse más a su
estudio y no para alejarse.
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Master
Class: Percusión en la Orquesta Sinfónica. Facultad de Música UV. Foto: Yaneth González Landa.
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−¿Qué sugerencia das a alguien
que desee incursionar en esta placentera, pero a la vez demandante y posesiva
profesión?
−Que esté enamorado de la música. Y si le cuesta
trabajo, a lo mejor conforme avanza en el proceso de aprendizaje se le va
facilitando y se va enamorando. Pero sobre todo, que tenga interés, que sepa
escuchar, que quiera aprender, que quiera encontrar.