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lunes, 16 de diciembre de 2013

Comentario al libro "Rudeza innecesaria y otros cuentos adolescentes" de Artemio Ríos Rivera


Sobre Rudeza Innecesaria y otros cuentos adolescentes

 Sandra Ortiz Martínez

I

Es la primera vez que me refiero de manera directa y formal sobre el libro, pues en varios sentidos he sido testigo de su manufactura como libro, no de cada cuento, sino de su compilación; quizás podría contar los chismes y datos curiosos por los que pasa un autor al hacer un libro, pero creo prefiero hablar de la impresión que ha dejado en mí haber sido “oídos” de algunas maneras de leer e interpretar los relatos que integran el libro.

 Primero, escuchar de manera siempre atenta y comprometida las anécdotas e historias que dieron origen a varios o muchos de ellos,  he notado que son narraciones, de entre muchas que cotidianamente cuenta, preferidas por Artemio; de esas que a la primera provocación desata el torrente de palabras que, como jinetes, van tras de ellas. Por ello, siempre me había costado separar las anécdotas de los cuentos, al grado de hacer ciertos reclamos justificados en quien sabe qué orgullo herido por la viveza con que aparecen ciertos personajes femeninos.

La posibilidad de separar las anécdota de los cuento y de deshacerme de la lectura parcial (muy parcial) de los segundos, abrir los caminos para disfrutar del texto literario escrito e inclusive su prehistórico ejemplar oral, la bridaron los y las lectoras que han venido comentando el libro en presentaciones anteriores.

 Escuchar la lectura que hacen quienes no sólo no son lectores “ingenuos”, sino que además pueden aportar elementos desde la crítica literaria especializada ha sido realmente enriquecedor; además las preguntas y opiniones de quienes participan del evento también ha permitido escuchar otras voces del autor, el autor hablando de su obra, no de su vida.

 ¿Qué puedo recuperar de ello que haya cambiado mi manera de acercarme al libro y a cada uno de sus cuentos?

 La necesidad de literaturizar la vida cotidiana, la historia vivida, lo que de otro modo pasa como si no pasara. Incorporar ficción ahí donde ésta hace falta, donde si no existiera no podría contarse, ya sea porque no se ve o porque sabe amargo… o claro, demasiado dulce. No tienen que ser historias excepcionales sino cosas que uno disfrute contar.

 
La comprensión profunda de la voz de un personaje del género opuesto, porque se es capaz de construir un narrador desde el otro lado, siendo fiel al mundo de significados que está de ese lado y no del propio, contar lo que paso del otro lado por haber sido un gran lector de cómo fue mirado desde el otro lado… un espejo del espejo.

Hablar de la soledad, de sentimientos y situaciones en donde es sencillo reconocerse porque son viñetas, imagenes “apenas esbozadas”, no relatos cerrados sino narrados en un tiempo que no terminó. “Adolescentes”, les llama el autor, porque están en ciernes, porque no concluyeron y es precisamente su adolescencia la que permite que nos podamos mirar con relativa facilidad, que podamos reconocernos, porque estamos siendo y no es que ya seamos o hayamos sido.

 Por ello, porque todos somos capaces de recordar con viveza los olores de la secundaria, porque a todos nos parece que alguna historia particular tenemos con los libros y las bibliotecas, porque los perros y las cruces del tres de mayo nos convocan a jugar, porque todos nos hemos extraviado en un punto cualquiera en el horizonte, porque tenemos historias de amor que no son rosas, porque hemos conocido personajes insólitos como mujeres barbudas o chimuelas o por qué no, incluso poetas… por eso, esta intenta ser una invitación a escudriñar a meterse en el libro, con la seguridad de que no encontrará un espejo, sino un botón, un gorro o una bufanda que se parece a la que alguna vez usamos.

 
II

 Guillermo Samperio dice que el nacimiento o la historia del cuento “simplemente no puede fecharse”, pues relatar o contar historias es algo que se ha practicado desde la antigüedad; sin embargo, afirma que “el cuento aparece muy temprano en la vida de un ser humano” cuando el niño a los tres años, al aprender en “su discurso la estructura del relato” despierta a la curiosidad, al deseo de saber más, de saberlo todo. El “por qué” interminable del niño obliga a su interlocutor a hacer uso de la imaginación, pues éste no se conforma con síntesis de lo que ocurrió, quiere detalles, todos los detalles posibles y hasta los imposibles. Y es en este espacio donde aparece la ficción, lo que la imaginación crea en la anécdota inicial.

 Cada cuentista, cada autor de un cuento, puede saber hasta donde cada uno de sus relatos es vivencia real o ficción, aunque estoy segura, que ninguno querrá hacer esta aclaración.

 La intensidad narrativa que caracteriza al cuento nos envuelve en una atmosfera apasionante que uno no desea abandonar para ir en pos de intereses más allá de la propia historia, de los detalles con que es contada.

 En los cuentos de Artemio Ríos encontramos muchos ejemplos en donde uno no desearía ser distraído:

Cuando Roberto en “Cantando cumbia”, decide qué hacer con las monedas que ha juntado con ayuda del güiro: pagar un cuarto de hotel en que abandonará su virginidad a la mesera que a la que canta todos los días o el habitual Resistol 5000 que lo hace olvidar.

 Cuando en “La Sanjuanera” Miguel mete la mano bajo la falta de la Julieta y el pueblo que celebraba la fiesta de San Juan, decide bailar también en la fiesta de la venganza.

O cuando en el pastizal los conejos pasan de la indiferencia a la rabia y de la rabia al gusto, al gusto frenético y caníbal del fraternal hermano.

En Rudeza innecesaria y otros cuentos adolescentes, encontramos 25 cuentos que nos llevan a lugares que quizás conocemos, a sentimientos que quizás también conocemos y a relatos, algunos, que nos parecerán cercanos. Como regalo para nuestra imaginación, el autor se encarga de presentar con belleza esos lugares y sentimientos, nos ofrece como un posible espejo las preguntas que quizás muchos nos hacemos al observar la realidad o al fantasear con ella:
Podemos preguntar con él en: “Pidiendo un deseo” el cuento que cierra el apartado de Cuentos adolescentes: si el cielo siempre ha estado arriba o en “La mujer chimuela”, si nuestros miedos pueden esconderse de nosotros mismos. Quizás compartir con la mujer de “La vista fija” si nuestra vida y nuestro ser no es tan nauseabundo y miserable que valga la pena acabarlo lentamente o “pum” de un solo golpe.

En esta compilación de cuentos como en la vida, podemos pasar del deleite al acariciar y gozar el papel de un libro como una piel de hombre o de mujer a estar perseguidos por un fantasma feroz como una inmensa rueda, que rueda tras nosotros, aunque al recorrer el libro tenemos la atenuante o el inconveniente, según sea el caso, de saber que estaremos atrapados en las letras, en la realidad alterna de la metáfora, en el mundo de la literatura.

Artemio Ríos nos muestra con esta compilación de cuentos, que no es necesario seguir teniendo tres años, para preguntar interminablemente a las cosas, a la vida, para desear tener historias llenas de detalles e intensidad. Nos muestra que es posible dar rienda suelta a la imaginación para revivir momentos de la vida y llenarlos de la luz que no tuvieron o de hacerla brillar con mayor luminosidad.

Nos invita con cada uno de sus cuentos a deshacernos de la opacidad que la vorágine de la vida imprime a algunas vivencias, de la luz que le quita a momentos, aparentemente simples, sencillos. Nos invita a mirar las calles, a los otros, a sí mismo, a la vida misma, con ojos de quien ve sin juzgar, sin exigir a todos ellos cuentas por lo acontecido (no pide cuentas sino cuentos), sin exigir explicaciones de lo hecho, simplemente a disfrutar de la elocuencia y vitalidad que hay en el relato, como lo han hecho todos los humanos desde hace tantísimo tiempo.

 

 

 

 

 


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Poesía o barbarie.


Poesía o barbarie: apuntes sobre la responsabilidad social de la poesía.
Artemio Ríos Rivera

Una razón literaria,… , es la fuente del espíritu que da cuenta de la radical ambigüedad de la vida, de su complejidad, de sus paradojas y de sus contradicciones, un espíritu que posee como única certeza la sabiduría de lo incierto.
Mélich parafraseando a Husserl

Para hacer un acercamiento a la función social de la poesía podríamos aventurar afirmaciones inciertas, por ejemplo, no sería  una exageración decir que la lírica es tan antigua como la vida misma, sin duda podrá ser una imprecisión histórica, pero nada más. También es un lugar común afirmar que data de la formación de la humanidad, habrá quien proponga mayor rigor en cuanto a la existencia de la poesía en la faz de la tierra, entonces podemos aventurar: tan antigua como el lenguaje o como la palabra o como la escritura, todos momentos diferentes y claramente diferenciados. Podemos hablar de la palabra como fenómeno social, evolutivo o como la voz divina, creacional, fundadora del mundo según algunas religiones; a lo mejor sería más preciso decir que la poesía es tan añeja como los sueños, sin ella el sueño no existiría, y también viceversa. Así, posiblemente podemos afirmar que antes de la poesía fue la barbarie. Aunque es una fuente inagotable, también podemos afirmar que después de ella solo está la barbarie. Aunque podamos ser categóricos en cualquiera de las anteriores afirmaciones, lo único cierto es que todo es incierto. Esto no quiere decir que no podamos problematizar y poner elementos sobre la mesa para la toma de posición al respecto.

Claro que hay dudas para afirmar si fue primero la sociedad o el sueño de lo social.  El sueño poético, esa visión, también en el insomnio, de lo desconocido, donde atisbaba la premonición de un futuro incierto, latente semilla, al fin y al cabo, de la esperanza de ser. La poesía nos hace ser, por eso el poeta está tan emparentado con el filósofo y éste con el lenguaje metafórico. Las creencias, los anhelos y deseos más recónditos e inconfesables se materializan en la  inmaterialidad del sueño poético, y aún en su vigilia.

En el principio fue la poesía, si la palabra no se hubiese convertido en canto lírico, alegórico o quimérico, aún estaríamos en la barbarie, primigenia si quieren, edénica como la comuna primitiva, pero barbarie al fin. Sin poesía, sin esperanza, sin desesperanza. Habrá quien afirme, y con razón, que el actual estado de las cosas no está muy lejos de esta brutalidad humana, aunque la bondad y la maldad son igualmente inhumanas según Ítalo Calvino[1], sin embargo tenemos la poesía, hay esperanza de quién sabe qué.

Parece que el lenguaje le da voz a la poesía, pero no, la poesía le da voz al lenguaje, entonces la metáfora (esta transferencia de significados de objeto a objeto), la metonimia (ese cambiar el nombre identificando la parte por el todo y viceversa), la sinécdoque (esa cualidad inherente a la totalidad donde dos partes son integradas cualitativamente en un todo) o la ironía (ese juego disfrásico que cambia el sentido, autonegándose verbalmente, ese equivalente a una metáfora absurda digamos); le dan voz a la ciencia, a la filosofía, a la historia, a las manifestaciones artísticas y a la crítica literaria para nombrar nuevas realidades y viejas utopías. Le dan sentido a la voz de la humanidad.

Así, el lenguaje poético nos asiste para abordar la realidad y sus irrealidades. Una convención comúnmente distinta a la normal que nos ayuda a interpretar el lugar común, el cotidiano y el extraordinario.

La poesía es, además, una armadura con la que instintivamente se defiende la humanidad de sí misma, una herramienta que le permite acercarse a la dimensión exacta e indeterminada, palpable e intangible de las cosas creadas o imaginadas. Es un escudo contra la barbarie.
Pensando en que los discursos encarnan, es decir, tienen un sujeto dicente, son alguien, una voz, en el caso de la poesía no debería importar tanto el poeta, lo que importa es la voz poética que nos acerca a la angustia, al odio o la piedad a la sensible existencia del otro, a su praxis. Para enfrentar la mentira o los autoritarismos. Para convivir con la muerte o con la vida. Para bregar contra el olvido tenemos la poesía.

Tiene sus paradojas, contiene sus tensiones. No podemos negar que puedan existir poemas y poetas, que en ocasiones lindan en los veneros de la jactancia, la arrogancia, el distanciamiento con el otro y su negación. Pero eso no tiene que ver con el sueño poético fundacional sino con la pesadilla apocalíptica. No tiene que ver con ser o no revolucionario, moralista, individualista o aristocrático.  Aunque la poesía se enuncia desde el yo más egoísta, me parece que desde la lírica más elemental el yo no puede ser sin el otro, la voz poética no es en sí misma sino en función de su receptor, el otro, el individuo, la sociedad, la humanidad. Porque los poemas siempre son de los otros, siempre están inconclusos, no estamos hablando solamente de la recepción; la poesía siempre es de los otros aun cuando esos destinatarios no la lean, no la actualicen, no la hagan suya o la repudien; la poesía y la voz poética siempre estarán más allá del poeta, el otro siempre hará una conclusión provisional del poema. Así, señala Mélich, “La razón literaria está abierta a la sorpresa, al cambio, en una palabra, a la alteridad, al acontecimiento del otro”. Por eso la tensión, el eco de las voces, más allá de los tiempos, las corrientes y las distancias, por ejemplo, entre Bécquer y Rosario Castellanos: Poesía eres tú y no eres tú. ¿Quién tiene razón?, ambos aunque sus afirmaciones sean polares. Así nos situamos ante uno de los medios subjetivos más insolentes para decir relativas verdades. O uno de los medios objetivos más elegantes para decir insolencias, “¡A la chingada las lágrimas!, dije/ y me puse a llorar/ como se ponen a parir” dice Sabines. “Ya yo me enteré, mulata/mulata ya sé qué dice/que yo tengo la narise/como nudo de cobbata” ¿Podemos decir que Guillen escribe mal por el texto anterior? Con intencionalidad la poesía usa y trasciende las convenciones del lenguaje, nada podemos reclamar al poeta cubano, al contrario agradecemos su voz poética. Podemos acaso restar importancia a Bukovski cuando aconseja a los aspirantes a poetas: “tienes que follarte a muchas mujeres/bellas mujeres/y escribir unos pocos poemas de amor decentes/ 

y no te preocupes por la edad 
y/o los nuevos talentos./  sólo toma cerveza y más cerveza”. ¿Quién puede excluir a quién, sin caer en la reacción, en la barbarie?, sin embargo considero que la función social de la poesía es innegable, su presencia es contra la barbarie.   


La poesía congrega y disgrega, apuntala y derriba,  da y quita la fe.

Aunque caigamos en la tentación crítica de hablar de la decadencia de la poesía, no podemos decir que la poesía sea decadente, porque no responde a los criterios de la prosperidad o del progreso, creo que si el texto es superficial, vano, sin vocación ardiente no es poesía. Cuando la palabra es honesta, entonces es socialmente útil, y no se trata de plantear una concepción cosificada, instrumental y utilitarista del texto poético. La poesía no resuelve, problematiza. No soluciona los problemas fundamentales de la vida humana porque, aunque cumple una función social, no se lo propone. No grita la imaginación al poder, es el poder de la imaginación. No teme a la “ausencia de puntos de referencia estables o definitivos” como plantea Mélich.[2]

Para la poesía la interpretación y los mundos son abiertos por eso no puede ser doctrinaria, puede sí responder a imperativos éticos, aunque éstos sean solamente estéticos, pero su vocación es la libertad de pensamiento por eso la incertidumbre de la creación poética, no es dogmática, siempre será ambigua, contingente y una mítica destructora de mitos.

Aunque juegue a hacerlo, la poesía no puede olvidarse de los que son y viven en el mundo que son múltiples rostros y lecturas. La poesía es trasformación que se inventa a sí misma en el acto redivivo de la creación. Posibilidad de apertura hacia nuevas temporalidades, hacia espacialidades inéditas, hacía cosas y situaciones inciertas.

Sensible a la existencia del otro. Es una praxis. Emoción, emotiva; de inútil apariencia. Lo simbólico. Es transgresión, inapresable por eso la relatividad del presente texto.

Del texto poético emergen mundos posibles donde se sumergen muchos universos. La  poesía, así sea narrativa o conceptual, es síntesis de lo diverso, polifonía y polisemia; eco, intertextualidad con los mundos conocidos y desconocidos, con lo dicho y lo callado, es, parafraseando a Marx[3], síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo diverso, se manifiesta como concreto real y de pensamiento. La poesía es síntesis y punto de partida, es creación y es creadora.  Es creación del mundo, de la materia, pero también es creadora de mundos intangibles y materiales. Es sueño, pero puede ser pesadilla; aunque uno no sepa para qué es indispensable la poesía, creo que no hay duda en la disyuntiva: si no hay poesía sólo nos queda la barbarie.

Tratando de resumir, el poeta no debe aspirar a valer más que nadie más, pero debe luchar por tener un lugar en el mundo, para él y la poesía, que no lo excluya y no excluya a los otros, aunque haya debate, negaciones, tensiones. Tiene que luchar para que la poesía siga estando en el mundo, debe asumir un compromiso contra la barbarie. La poesía no renuncia al conflicto. Aunque es difícil que la horizontalidad sea, además de una realidad, una aspiración honesta, el poeta debe situarse, hablar desde la horizontalidad con los otros. La poesía es social sin ser necesariamente política, aunque hay una corriente poética que llamamos poesía social. No vale más un texto poético por ser conceptual o narrativo, explícitamente revolucionario o amoroso, provocador o apacible, trasparente o rebuscado, lo importante es la honestidad del texto, su originalidad, su calidad estética, su interlocución con la otredad, su capacidad de decir y ocultar, sugerir. Los imperativos éticos de la poesía pasan por lo estético, por el dialogismo con el otro, por el compromiso social. El poeta debe mirar al otro a la cara, pero no verse a si mismo en el rostro del otro, debe buscar la diferencia, de otra forma el ejercicio es inútil y puede caerse en la soberbia, en la egolatría. El texto poético es provocación y remanso. El lenguaje poético puede ser revolucionario aunque trate temas disímbolos entre sí, como la poligamia, la monogamia o la poliandria. Importa el qué, pero sobre todo el cómo. Bueno se trata de compartir algunos apuntes sobre el tema, este texto se sabe relativo e inacabado, como la poesía misma.
Sin duda se puede optar por una corriente poética, una temática, es perfectamente válido, se puede hacer del amor o de la poesía política un compromiso existencial, una militancia; es algo normal, muchos poetas, canónicos o poco reconocidos, lo han hecho y han contribuido al ser en el mundo de la poesía, no tenemos que espantarnos o negar esas posibilidades tampoco. Personalmente me adscribo a la frase pronunciada por Rick Blaine (interpretado por Humphrey Bogart) en el filme “Casa blanca”, cuando el nazi Strasser le pregunta su nacionalidad, la respuesta es: Soy borracho; el prefecto de policía Louis Renault (Claude Rains) remata, Eso lo convierte en ciudadano del mundo[4]. La poesía es patria y matria a la vez. No hay problema entre nacionalidad y ciudadanía. Así es  mi nacionalidad en la poesía, soy borracho, ciudadano del mundo poético. Me identifico con la poesía como un todo fragmentado, aunque mis lecturas o producciones puedan ser parciales y se me pueda etiquetar de partidario de una fracción, mi aspiración es no tomar partido por algún segmento de la poesía.

  Xalapa, Cd de México, Chilpancingo. Noviembre de 2013.



[1] Esta afirmación la hace Ítalo Calvino en su novela El vizconde demediado.
[2] La sabiduría de lo incierto. Sobre ética y educación desde un punto de vista literario.
[3] Contribución a la crítica de la economía política.

jueves, 23 de mayo de 2013

Lectura de poesia con Artemio Ríos “Palabra en rotación”

Lectura de poesia con Artemio Ríos “Palabra en rotación”*



Xalapa, Ver.- El viernes 17 de mayo, en el Centro Recreativo Xalapeño se llevará a cabo una lectura de poesía con la participación de Artemio Ríos, Palabra en rotación. El acto será a las 19:00 horas para todo público.
La lectura tiene el objetivo de compartir textos poéticos y fomentar su lectura en voz alta, así como en voz de su propio autor.
Palabra en rotación hace referencia a la descripción que el crítico de arte y editor, Julio César Martínez utilizó para definir a la poesía de Artemio: “… sin esperar nunca respuesta, finge preguntar a todos aquellos que se atreven a descubrir las resonancias de muchos ecos culturales: Antígona, Perséfone, Edipo, Narciso, Layo, Eva, Cristo o Ehécatl. En todos estos personajes se condensa la pasión, el odio, el amor, la nobleza, el sacrificio, la venganza fratricida, la felicidad, la misericordia o la miseria humana”. Del poeta que se ocupa la presente nota, comenta Carlos Santibañez, “su poesía está decantada, como palabra filtrada–a decir del poeta- en medio de las rocas”.
Artemio Ríos ha publicado cuento, ensayo y poesía. En lo referente a cuento ha sido coautor de: Cuarenta esquirlas al aire. Antología de cuento y sus editoriales (Verso destierro y ediciones ENdOra, 2011), Chismópolis. Cuentos entre nos (Fábrica de Ideas, 2008) y Cuentos a seis manos (SEP, 2007) título del cual también fue editor. El año pasado, la SEP incluyó su cuento “Fuera del círculo de tiza” en el cuadernillo Lee, piensa, decide y aprende. Español. Primera fase.
Sus obras poéticas son: Pretexto de nosotros (CDDH, 1993), Incongruencias y justificaciones (DGEMSyS, 1995), Juego de espejos (La rueca ediciones, 2001) y Mujeres del nuevo y viejo mundo (Verso destierro, 2011). Formó parte de dos antologías del grupo Adict@s a la poesía, Mar de amores (Legga, 2010) y Memorias (Verso destierro, 2011).
Ha realizado actividades de promoción cultural y de la lectura en espacios independientes e institucionales, esto lo ha llevado a colaborar en la fundación de foros, como el de “La Rueca de Gandhi”, incursionando en actividades teatrales, de video educativo, radio y talleres breves de lectura y escritura para adolescentes.
En los textos de Artemio, dice Porfirio García Trejo, “Podemos asomarnos a una poesía imaginativa y congruente, vigorosa y detallada, rítmica y autentica; poesía que seguramente merece ser promovida por los valores literarios que encierra”.
La cita es en el Centro Recreativo Xalapeño, ubicado en la esquina que conforman las calles Insurgentes y Xalapeños Ilustres, el 17 de mayo, a las 19:00 horas. La admisión es gratuita.

* Nota publicada en el diario digital PLUMAS LIBRES
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viernes, 12 de abril de 2013

Fecundación

Fecundación

Artemio Ríos Rivera


Herida vital
caricia de obsidiana

El pedernal erguido en astillas descansa

Las plumas vuelan en busca de reposo
saetas sin impulso, peregrinas pacientes

Policromo ceroso el esférico color del destino

Negro el futuro de certeza negada

Sin tono alguno se asoma la esperanza.

miércoles, 6 de febrero de 2013

VIENTO DISTANTE


REGISTRO DE OBSERVACIÓN DEL PROCESO DE TUTORÍA
 EL VIENTO DISTANTE
 Artemio Ríos Rivera

La relación tutora no consiste simplemente en aprender una nueva técnica –aun cuando existen aspectos técnicos que es necesario aprender y consolidar-. La relación tutora a la vez provoca y requiere de una nueva lógica desde la cual se concibe y se practica la enseñanza, el aprendizaje y la política educativa. En esta nueva lógica, nadie es más: el maestro está en igualdad con el estudiante y la autoridad educativa está en igualdad con los maestros y alumnos. Aquí reside, creemos nosotros, la novedad de la relación tutora, no sólo como herramienta para el cambio educativo, sino para la reconstitución del tejido social en nuestro país y para la creación de nuevas instituciones en que autoridad y ciudadanía interactúen a favor de la equidad y calidad educativa.
 Santiago Rincón-Gallardo


 Telesecundaria Frida Kahlo                        Comunidad de Guadalupe Victoria, Perote, Ver.
 Del 14 al 18 de enero de 2013
APRENDIZ:                José Alfredo Jiménez Vélez
TUTOR:                      Ignacio de la Cruz Justo
OBSERVADOR:          Artemio Ríos Rivera

 Como parte del proceso de certificación de tutores impulsado por la Secretaría de Educación de Veracruz a través del ORACVER (Organismo Acreditador de Competencias Laborales en Veracruz), hicimos un cuidadoso ejercicio de observación y evaluación de la relación tutora.

Después de reunirnos, un equipo académico, a construir la norma certificadora; una vez publicada en la Gaceta Oficial del Estado, de que se han ido construyendo, revisando y piloteando los instrumentos de evaluación y de encontrarse en proceso de construcción el Manual de Evaluación de Tutorías, se hace necesario tener Certificados a los primeros expertos y evaluadores de competencias tutoras.

En este marco trabajamos dos semanas, un grupo de 16 tutores, para ser evaluados. Me tocó observar y evaluar el desempeño para certificar en la Norma Técnica en Tutoría Académica para el aprendizaje autónomo a través de textos a Ignacio de la Cruz, integrante de la Sociedad Civil Redes de Tutoría. Con los instrumentos a la mano, pero sobre todo con la indicación de hacer un registro de proceso, empezamos a valorar las competencias para promover el diálogo tutor de Nacho y el resto de los tutores en procesos individualizados.

Aunque el propósito del presente documento es registrar la observación del desempeño de Ignacio de la Cruz, también se rescatan algunas situaciones breves que contextualizan el trabajo en la escuela donde se realizó la actividad.
 
Primera Jornada: Nacho presentó su catálogo a José Alfredo, alumno de tercer grado de telesecundaria. Éste eligió trabajar la asignatura de español y el tema fue: “El viento distante”, un cuento de José Emilio Pacheco en una versión aparecida en los libros de Conceptos Básicos de Telesecundaria de los años 90; además, el volumen de cuentos con el título de El viento distante está incluido en los acervos de la Biblioteca Escolar, aunque la versión del cuento, en el libro, es otra, corregida por el autor.

 Empezó el diálogo entre Nacho y su aprendiz, el primero formuló unas preguntas para explorar los conocimientos previos de José Alfredo, comentándole que podía responder la que quisiera o las dos.

 Los cuestionamientos fueron: ¿Qué idea tienes del contenido del cuento a partir del título?, ¿qué es un cuento, cuáles son sus características?

 El diálogo se centró desde cuál de las preguntas realizar la anticipación. El alumno partió del título; escribió un párrafo y leyó lo que pensaba de qué trataba el cuento. Más adelante abordaron la otra pregunta; el tutorado escribe un poco menos que en el primer caso. El tutor propone dejar la anticipación como está para retomarla después y comparar.

 Para crear un ambiente de confianza y contextualizar el ejercicio, el tutor pregunta sobre qué temas tiene el aprendiz en su catálogo y trata de relacionar contenidos estudiados con el tema actual, buscando que José Alfredo recuerde las características de los cuentos, por ejemplo. Para dar sentido al título, el tutor pregunta sobre el viento, la definición, la experiencia con el viento, ejemplifica con el viento que sentimos en ese momento en el patio de la escuela telesecundaria. Con las respuestas del aprendiz, Nacho ayuda a rescatar la idea de lenguaje figurado a partir de los comentarios de los temas estudiados por José Alfredo.

El aprendiz no recuerda referencias sobre el autor del cuento que va a leer. Nacho, un poco apresurado creo, le comenta que es el mismo autor de la novela "Las batallas en el desierto", aunque Alfredo no recuerda muy bien en qué grado leyó dicho texto. Enseguida dialogan sobre la palabra distante. Una vez que aclaran el significado por contexto, Nacho le entrega a José Alfredo una fotocopia del cuento para que lo lea. El aprendiz ya tiene claridad sobre lo que invoca el título "Viento distante".

 En algún momento, me da la impresión, que al contextualizar Nacho, para encontrar definiciones sin ir al diccionario adelanta elementos de respuesta al tutorado. Sin embargo entiendo que es parte del diálogo para llegar a inferencias que aclaren y den sentido al lenguaje.

 La consigna ahora es leer el cuento y hacer las anotaciones necesarias en la fotocopia.
 Una vez terminada la lectura. Se dialoga para ver cuántas historias hay en el cuento. Se aclara que son dos historias, aunque José Alfredo parece no quedarle muy claro. Nacho le pide que señale las palabras desconocidas, el método para dar significado a las palabras sigue siendo la inferencia a partir de los referentes del aprendiz y dando ejemplos por parte del tutor, además de ir al párrafo que contextualiza, en el cuento, el uso de la palabra en cuestión.

José Alfredo comenta lo que entendió del cuento. Como yo no entendí lo que entendió, me puse a leerlo, ya que es un cuento corto. Veo que el cuento es corto (menos de dos páginas) pero que tiene sus dificultades de comprensión. Aunque en sus primeras interpretaciones de las palabras o la lectura, José Alfredo escribe o comenta muchas cosas imprecisas, Nacho en ningún momento le dice que está mal, su frase es “está bien, pero vamos a ver” y pasa a los cuestionamientos, a las inferencias, a los ejemplos y comparaciones o a regresar a la lectura y tratar de comprender idea por idea, párrafo por párrafo, historia por historia.

 Una vez inferidos los significados de un grupo de palabras desconocidas, después de que José Alfredo toma notas al respecto compartiéndolas con su tutor, Nacho hace algunos comentarios sobre el contenido de lo que se va escribiendo.

 El aprendiz vuelve a leer el cuento y localiza una nueva lista de palabras desconocidas, dialogan buscan sinónimos dan significado sin acudir al diccionario.

 Así se va construyendo el sentido y contenido del cuento en José Alfredo. Se va dando cuenta de lo que no había comprendido y lo que va entendiendo, va construyendo su propio conocimiento.

 Nacho lee en voz alta el cuento para su aprendiz y va corroborando los niveles de comprensión.

 Nuevamente José Alfredo localiza una nueva lista de palabras desconocidas y se repite lo que han ido haciendo. Van avanzando en la comprensión de la trama. Aunque hay momentos de reto que son difíciles de superar para José Alfredo, Nacho no se desespera ni trasluce ninguna actitud que pueda desanimar a su aprendiz, aunque también me parece que no es muy emotivo para animar los logros de José Alfredo.

 El tutor va tomando notas y elaborando esquemas en su libreta para ayudar al alumno a comprender la lectura. Las notas las va utilizando para anotar momentos significativos de la tutoría para su registro de tutoría.

 Nacho tenía a la mano tres libros, uno era donde venía en cuento y los otros dos sobre conceptos básicos de gramática, literatura, puntuación. Los tiene para consulta emergente, casi no acude a ellos, el diálogo va resolviendo muchas cosas.

 Platican sobre los personajes. Aclaran cuáles son los párrafos que construyen cada una de las historias.

 Ahora Nacho pregunta a José Alfredo sobre los verbos y le pide que localice algunos en el cuento. Las palabras localizadas no son verbos en su mayoría. Recuperan la definición de verbos, Nacho hace que Alfredo lo contraste con cada palabra enlistada, que aplique la definición a las palabras que eligió. El tutor pide a su aprendiz que vaya a la biblioteca para traer un libro donde investigue sobre los verbos, Alfredo trae un diccionario, lee, ajusta su concepto, hace anotaciones en su cuaderno. A partir del diálogo sobre los verbos conjugados localizados, Nacho ayuda a José Alfredo a ir infiriendo qué son los pronombres, las personas gramaticales, los tiempos verbales, las conjugaciones en singular y plural. El intercambio es constante, permanente, paciente.

Después de dar sentido a los verbos le pide que compare ahora lo que entiende con lo que entendía al principio, además de reflexionar en lo que hicieron para llegar al nivel de comprensión en el que están. A la hora de tratar de separar las dos historias el alumno recordó la importancia del narrador en el cuento, Nacho se alegra del hallazgo y lo manifiesta.

Nacho orienta en cómo recuperar lo aprendido, cómo registrar (escribir lo que se ha estado haciendo). Brinda información y hace que se reflexione sobre algunos momentos significativos de la relación tutora (conflictos cognitivos, forma de superarlos, lo que se aprendió, cómo se aprendió, momentos en qué José Alfredo se sintió satisfecho).

 Una parte difícil era comprender y localizar las dos historias, dónde había un narrador y dónde otro, en qué persona gramatical se enunciaban y cómo se tocaban y separaban las historias. Todo se va resolviendo en el diálogo, en los ejemplos, los cuestionamientos y las comparaciones. Nacho y José Alfredo se muestran relajados ante las dificultades que se han ido localizando y resolviendo y el tiempo no es factor, ninguno de los dos parece cansado o aburrido. Se respeta el ritmo de aprendizaje del tutorado.

José Alfredo ahora ha identificado que una historia está enunciada en presente y la otra en pasado; una historia se relata en tercera persona y la otra en primera; cuáles son los personajes de una y otra. Nadie le ha dado las respuestas, él ha encontrado esos elementos por sí mismo, con ayuda del tutor.

 Nacho vuelve a leer en voz alta un cuento para que José Alfredo pueda comprender algunas frases. Dialogan sobre El aire se ha detenido en la barraca, por ejemplo. Ha pasado una jornada (de nueve de la mañana a dos de la tarde, aproximadamente). Nos despedimos para continuar al siguiente día. El alumno lo toma con naturalidad. Nacho le pide que relea en su casa lo que se trabajó y que escriba sobre lo último que estuvieron haciendo.

 Segunda jornada. Al otro día Nacho lee lo que ha escrito su aprendiz, le pide reescriba retomando los momentos de conflicto, y le ayuda a recordar cómo se superaron; Nacho cuestiona a José Alfredo sobre lo que hicieron en cada caso.

 Después de registrar, Nacho vuelve a leer el cuento en voz alta, el aprendiz va siguiendo la lectura en su fotocopia. Dialogan sobre las historias y de quién es personaje principal en cada caso, la historia de quién es la que se cuenta.

Recuperan historia por historia, hacen sinopsis de cada una. Ahora José Alfredo tiene argumentos para comentar el cuento, su contenido y estructura, además de elementos metodológicos de cómo lo estudió. Nacho lee un par de renglones a partir de lo que José Alfredo ha dicho sobre la sinopsis del cuento, y pregunta qué se le puede agregar, dialogan, acuerdan. Van agregando cosas a la sinopsis entre los dos. Contrastan lo que se tenía al principio con la sinopsis actual.

Nacho pregunta al aprendiz si ahora hay alguna frase o párrafo del cuento que aún no entienda. José Alfredo revisa y lee un párrafo y explica lo que entiende de la lectura, como duda de su interpretación la comenta con el tutor; Nacho pregunta y a la vez comparte su opinión sobre el párrafo. Pregunta sobre los sentimientos de los personajes en el párrafo elegido, entre otras cosas.

 Ahora la petición al aprendiz es que escriba qué es un cuento a partir de todos los elementos que han ido construyendo; que compare con otros tipos de textos consultando sus libros de telesecundaria. José Alfredo piensa, revisa y se pone a reescribir; sus escritos son revisados por Nacho, le dice que va a subrayar algunas partes de su texto; ahora, con lo subrayado, van a buscar libros de Español de telesecundaria para ver qué dicen sobre el cuento, contrastarlo con lo que escribió el aprendiz y después pensarlo en función del cuento leído. Primero revisó un libro de primer grado, después uno de segundo. Al explorar los libros retoman definiciones breves, de tres renglones, sobre cuento, ambiente social y otras características del cuento. Las van discutiendo a la luz del contenido del cuento leído y José Alfredo empieza a reescribir lo que comprende, ahora sobre la estructura y características del cuento. Revisan un cuadro que viene en alguno de los libros de texto y José Alfredo va respondiendo de manera verbal cada elemento que pide el cuadro, responde con facilidad y coherencia lo que el libro solicita. Nacho le pide precisión sobre lo que dice, por ejemplo, cuando Alfredo comenta que el personaje es una persona normal, Nacho le pide que defina qué es una persona normal y por qué el personaje es una persona normal. Todo el tiempo van regresando a lo que expresa el cuento para encontrar características de los personajes u otro tipo de elementos.

 Leyeron oración por oración la primera interpretación que el aprendiz tenía del cuento y fueron viendo cómo cambiaba la comprensión del mismo. Por ejemplo, platicaron la diferencia entre barraca y barranca, ya que José Alfredo en su primera interpretación hablaba de una barranca, cuando en el cuento decía barraca, elemento desconocido para Alfredo. Así, el aprendiz va definiendo el ambiente, contexto, tensión, personajes, sensaciones y más elementos del texto de José Emilio Pacheco.

 Ahora hay una digresión, un diálogo aparentemente sin importancia, informal, Alfredo es más expresivo, hablan de Leonardo da Vinci, de cómo lo estudiado puede servir para tener nociones en caso de escribir un cuento. Ambos hablan con bajo tono, hay ruido en el salón, me cuesta trabajo seguir el tema de la conversación, pero ambos, tutor y aprendiz, se ven interesados. Comentan sobre problemas de álgebra, sobre resolver problemas, las habilidades para tomar decisiones en diversas situaciones, en fin. De videojuegos, películas…

 Ahora Nacho propone que busque en un interactivo otras definiciones de las partes y características del cuento, para tener una visión más amplia y flexible de su concepción al respecto. Lo que investigue debe de pensarlo en función del cuento que leyó. José Alfredo se ve contento, satisfecho. No está aburrido o cansado.

Es la una y media, casi el final de la segunda jornada, Alfredo manifiesta un poco de cansancio, sin embargo investiga lo que le pide su tutor, lee lo que escribió en su cuaderno. Dice que algunos elementos son los mismos de lo que ya había investigado, pero hay cosas nuevas que si aplican a su cuento. Recuerda un cuento que leyó en su infancia, para ubicar los textos de acuerdo al público o lector al que está dirigido. Finalmente Nacho le comenta que puede escribir en su registro las fichas bibliográficas de los libros consultados, para que pueda localizarlos en caso de que los necesite cuando vaya a tutorar el tema. Todas las fuentes están en su biblioteca escolar o en la computadora de su salón de clases. Ahí hubo que ir comentando, preguntando para que la ficha tuviera los datos necesarios para localizar el libro en cualquier escuela o biblioteca.

 Hasta aquí se terminó el proceso de estudio.

 Mañana se preparará la demostración de lo aprendido.

 El tutor pregunta al aprendiz cómo se ha sentido con la tutoría, no alcanzo a escuchar la respuesta, pero el lenguaje corporal habla de una réplica relajada. Ya para irnos de la escuela en esta segunda jornada (son cerca de las dos de la tarde), Nacho proporciona el libro donde se encuentra la segunda versión del cuento para que la lea en voz alta José Alfredo; identifica que se trata de una versión diferente, dialogan. Nacho lee la versión más reciente y Alfredo va siguiendo la lectura en la versión anterior, con la que estuvo trabajando; hizo un comentario comparativo de las dos versiones del cuento.

Tercera jornada, en los dos primeros días de visita a la escuela el viento había sido frío con un cielo despejado y el sol quemante, el día de hoy hay neblina, el frío es húmedo pero no muy intenso, la maestra Cristina augura que en un rato saldrá el sol, yo lo dudo, así inicia la jornada.  A las diez de la mañana sale el sol.

 Nacho pregunta, ¿en qué nos quedamos ayer?, Alfredo recapitula. Para cerrar, dice el tutor, ¿qué es lo que te gustaría compartir con tus compañeros del tema? El cuento, responde el estudiante, porque es interesante y me gustó. Nacho pregunta, ¿Has hecho alguna demostración de lo aprendido, la has observado? Alfredo ha visto a varios de sus compañeros demostrar, él no lo ha hecho. Nacho orienta sobre la demostración proponiendo no dar a conocer todo el cuento; el aprendiz quiere compartir algo que le ha gustado del relato, eso acuerdan, además de hablar sobre las dificultades y cómo las resolvieron. Nacho le propone que si va a presentar algún esquema, primero lo haga en el cuaderno, revisarlo y después pasarlo a la cartulina que Alfredo trae para preparar su demostración. El aprendiz revisa su registro y luego comenta específicamente lo que le gustaría compartir con sus compañeros. Empieza a elaborar su esquema de exposición en el cuaderno.

 El alumno hizo un mapa con nubes y flechas en su cuaderno, una nube al centro y cuatro alrededor, las flechas van del centro hacia las nubes periféricas; cada nube tiene texto. Llama a Nacho y le muestra, empiezan a dialogar sobre el esquema. Nacho cuestiona sobre lo que hay y lo que falta, pregunta que temas fueron viendo, Alfredo va enumerando. Nacho escribe y pregunta qué rescatar de cada tema. ¿Qué más? Es la pregunta recurrente. El aprendiz responde enunciando las características, los conceptos, los ejemplos, a partir de los cuestionamientos del tutor. Nacho genera una lluvia de ideas de lo estudiado, escucha y cuestiona de manera atenta, resalta lo importante. Apoya la reflexión sobre la vivencia del aprendizaje; hace apuntes esquemáticos en su cuaderno a partir de lo que Alfredo responde a sus cuestionamientos, la reflexión tiene un grado de profundidad que poco acostumbramos los docentes de educación básica con nuestros alumnos. Es claro que Alfredo domina el tema, no se arredra ante los cuestionamientos, responde con soltura y eficiencia.

 Después de discutir sobre el esquema para la demostración, Nacho leyó un fragmento de un cuento de Julio Cortázar para que José Alfredo identificara al narrador y en qué persona gramatical estaba enunciado el texto. El razonamiento del alumno fue certero.

Ahora José Alfredo modifica su esquema a partir de la revisión de los apuntes de Nacho.

 El aprendiz recargó su cuadro de información, lo revisan, discuten y la propuesta es que localice las palabras claves de cada cosa que ha escrito en su proyecto de lámina para que haga un cuadro sintético. Nacho explica la importancia de hacer un cuadro con poco texto, propone detalles para preparar la demostración y sobre qué elementos centrar la intervención.

 Alfredo visualiza cómo será su demostración, comenta en qué se va a apoyar y qué es lo que va a explicar. Subraya en su texto y comenta con su tutor lo subrayado. Nacho revisa y cuestiona. Le propone cambiar conectores. Corrigen ortografía, leen en voz alta para localizar repeticiones y errores de concordancia. Las frases se vuelven más cortas, sintéticas. Ahora José Alfredo pasará su borrador en una lámina para exponer. Está listo para compartir lo que ha aprendido.

 Para no violentar el ritmo de la escuela y de las otras seis trinas que están en el proceso de evaluación, las demostraciones se fueron haciendo al ritmo de cada tutorado y con poca gente. Solicitamos que nos acompañe sólo la maestra de Alfredo, fue sugerencia de él, se veía feliz cuando lo propuso, me pareció que se sentía orgulloso de lo que había aprendido y quería que su maestra se sintiera orgulloso de él.

 Hicieron un ensayo de la demostración. El alumno pegó su lámina en el patio, en una pared del salón; expuso ante mí y su tutor, fue bastante fluido pero un poco corto. El viento movía su lámina. Al final Nacho le hizo observaciones, desde pegar mejor su lámina hasta cosas que habían comentado sobre el fondo del trabajo. Afinaron cosas, Nacho volvió a preguntar ante quiénes demostrar, Alfredo dijo que con los profesores; fue a invitar a los docentes. Nos concentramos alrededor de ocho maestros a un lado de los salones, a pleno sol. La demostración fue muy emotiva, fluida y clara. Contestó con mucha pertinencia a las diferentes preguntas que le hicimos. Hubo varias preguntas sobre cómo apreciaba el ejercicio y comparándolo con el trabajo cotidiano de tutoría en la escuela, sus respuestas fueron muy atinadas, había claridad al señalar diferencias y similitudes.

Alfredo flotaba, un rato después del ejercicio, platicaba con sus compañeros en otras mesas, se notaba feliz, satisfecho; como si hubiera ganado un premio. Preguntaba a quién iba a tutorar ahora.

 Después de la demostración Nacho le propuso hacer el guión de tutoría. Comentándole que mañana tutoraría el tema a alguno de sus compañeros que él eligiera.

 Empezó el diálogo para ordenar los pasos, los elementos, lo que hay que prever para tutorar el tema.

 Todo el tiempo el tutor estuvo observando de cerca el desempeño del aprendiz proponiéndole diferentes maneras de avanzar y afinar su proceso, apoyando siempre el desempeño del muchacho.

 José Alfredo redactó solo su guión. Fue leyéndolo con Nacho, otra vez el diálogo, el cuestionamiento y la autocorrección.

 Ahora la discusión se centró en si se debía poner todo lo que se vio en su guión o solamente lo que logró dominar. La reflexión concluye en que trabaje sólo sobre lo que se siente seguro, sobre lo que domina del tema. Lo más conveniente es que su guión sólo observe los elementos que logró dominar durante su proceso de estudio.

 Discutieron sobre a quién ofrecer el tema. Nacho le propuso que a algún alumno de cualquier grado, Alfredo eligió tutorar a su maestra. Era ya la una y media de la tarde, hasta ahí llegó la jornada, media hora no era aprovechable para iniciar el estudio del tema. Mañana José Alfredo tutorará a la maestra Liliana Guadalupe.

 Cuarta jornada. Cuando llegamos a la escuela la directora tenía a los niños terminando su clase de educación física, hacían algo así como condicionamiento físico general. El frío era intenso. A las nueve y cuarto ya estábamos armando la red de tutoría. La maestra Liliana tenía permiso para llegar tarde, hasta después del receso, se optó porque José Alfredo tutorara a uno de sus compañeros; el elegido, antes de iniciar el nuevo tema, tenía que hacer una demostración del contenido que había estudiado el día de ayer. La demostración era en el patio ante todos los alumnos. La escuela toma un tiempo por la mañana todos los jueves para que algunos alumnos demuestren algunos de los temas que se tutoraron durante la semana. Esperamos a que terminara para iniciar el trabajo de tutoría de Alfredo y el acompañamiento de Nacho a ese nuevo proceso, éste último estaría al pendiente del desempeño de Alfredo para apoyarlo de ser necesario.

Iniciamos casi a las 10 de la mañana, en el salón de tercer grado. Eran tres los alumnos que querían ser tutorados.

Alfredo empezó con los tres, Nacho se sentó entre el grupo de estudio. En este momento observar el trabajo de José Alfredo es muy revelador, les dicta el tema a sus compañeros, les pregunta para explorar su anticipación, etcétera.

Intentaré dedicarme a registrar y observar el desempeño de Nacho como acompañante de José Alfredo como tutor. Este documento pretender registrar el desempeño de un tutor experto, su acompañamiento y retroalimentación a su aprendiz. Sin embargo, es necesario dar cuenta del desempeño de José Alfredo para poder tener contexto de las intervenciones de Nacho en el proceso.

 Nacho observa y toma notas. Sonríe porque los muchacho son un poco festivos, parece que son tres juguetones, relajientos pues, sin embargo, sin problemas Alfredo logra imponer un ritmo de estudio, en un momento dado decide separar, sin conflictos, sin problemas, a sus tres compañeros para poderlos tutorar mejor y atenderlos de manera personalizada.

 Me parece interesante hacer una digresión, más bien una pequeña observación. La telesecundaria Frida Kahlo se encuentra a cuatro kilómetros de una Escuela Secundaria Técnica Agropecuaria (ETA) situada entre Perote y la comunidad de Guadalupe Victoria. Cada año, llegan a la telesecundaria uno o dos alumnos excluidos de la ETA o de otra escuela de la ciudad, generalmente llegan a tercer grado. Los tres tutorados de José Alfredo son precisamente alumnos que llegaron en este ciclo escolar al tercer grado a esta telesecundaria rural, provenientes de escuelas urbanas. Los tres aprendices son listos, uno de ellos, Juan que es repetidor de un grado de primaria, tiene mucho menos dificultades de las que tuvo José Alfredo al estudiar el tema. Es interesante ver cómo los jóvenes, que fueron problemáticos o reprobadores de asignaturas en las escuelas de la que provienen, se autorregulan y establecen una relación horizontal y de estudio entre ellos. Los otros dos son Alejandro y Luis. La tutoría avanza en buenos términos. Nacho no se aguanta las ganas y ayuda a tutorar a uno de los muchachos. Alfredo se queda con dos aprendices. El proceso avanza con más fluidez.

 Al terminar la jornada Nacho y José Alfredo se reúnen, Nacho le comenta algunas cosas que observó en la tutoría, le hace recomendaciones para continuar mañana.

 Quinta jornada, la última de este proceso, llegamos poco antes de las nueve, al entrar al patio de la escuela vemos a José Alfredo y sus dos tutorados trabajando en el patio. Nos acercamos y Nacho le entrega unas copias sobre los conceptos de la estructura del cuento, para que se apoye en su tutoría. Alfredo utiliza apoyos bibliográficos que presta a sus compañeros para que lean y encuentren respuestas a las dudas que van surgiendo. Nacho se mantiene cerca y asiente con la cabeza a las formas que usa Alfredo para trabajar con sus aprendices, esa cercanía genera confianza.

 A las once de la mañana, aunque el ejercicio no ha terminado doy por concluido el proceso de observación. Me parece que ya he sido bastante repetitivo. Para evaluar a Ignacio de la Cruz es suficiente, aunque el registro da cuenta de muchas cosas sobre las que se podría hacer una reflexión metacognitiva.

 Comentario personal

 José Alfredo es alumno de tercer grado de telesecundaria en una comunidad rural como muchas en el país, su voz es delgada, hay que estar muy atentos para escuchar lo que dice; es un alumno al que le cuesta trabajo aprender, por eso lo mandó su maestra a ser tutorado, no mandó al mejor alumno, sino a uno de bajo logro.
José Alfredo ya conoce la metodología, tiene su catálogo de temas, ha tutorado. Pero esta experiencia ha sido muy enriquecedora.

 José Alfredo es el primero de cuatro hermanos; su padre es empleado en una vulcanizadora en la carretera federal que va de Perote a Puebla; la mamá se dedica a las labores domésticas; tienen un pequeño terreno donde siembran maíz de autoconsumo. Al principio me dio la impresión de que no era posible que alcanzara el nivel de comprensión del texto que logró al final de la tutoría. Pero su tutor no se dedicó a decirle: lee, vuelve a leer y vuelve a leer y a ver qué entendiste. El tutor lo ayudó a construir significados sin dar respuestas, fue paciente, contribuyó a la construcción del conocimiento del aprendiz.

 Nacho es un tutor experto que ha entendido, a lo largo de más de diez años, que paciencia, tolerancia, apertura y autocrítica en el proceso de construcción de conocimientos con alguien más, son fundamentales para poder profundizar sobre un tema sin que signifique una carga tediosa, sino una satisfacción y la alegría por aprender. Planteó retos cognitivos que el alumno podría superar con apoyo.

Nacho en su trabajo fue poco expresivo pero amable, comprometido y seguro sobre su desempeño, brindó al observador una lección invaluable sobre la relación tutora. Nacho ha trabajado la tutoría en varios estados de la República como en Zacatecas, Michoacán y Chiapas. En el estado de Veracruz, eventualmente, nos ha acompañado en algunas actividades en los últimos dos años. Sin decirlo, demuestra su conocimiento de los acervos que existen en las escuelas primarias y secundarias del país.

 Tutor y tutorado no parecen ser personas “brillantes”, extrovertidas, su perfil es bajo, ambos parecen tímidos, discretos. Pero ambos han mostrado un nivel de desempeño que a simple vista nos parecería poco posible. Me queda claro que tutorar no significa darle un texto a un aprendiz, preguntarle qué entendiste y lo que no, investígalo y escribe lo que hiciste, esto podría funcionar cuando el aprendiz es competente y el tema no le significa un verdadero reto cognitivo, aunque bien pensado ni en esa forma se corresponde a lo que implica la metodología de la relación tutora.

La tutoría tiene que ver con el diálogo pedagógico que nos permite construir conocimientos al tutor, al tutorado y al observador del proceso. Tutorar no tiene que ver con protagonismos sino con humildad intelectual. Es necesario preparar el desarrollo del diálogo tutor, desarrollar ese diálogo, acompañar al aprendiz para compartir una experiencia de aprendizaje y evaluar el proceso de tutoría y el aprendizaje logrado, Nacho trabajó en eso, en desarrollar un proceso cuidado.

Se trata no sólo de solicitar al alumno que haga una actividad, sino de acompañarlo en el camino, tratar de entender su lógica. El acompañamiento debe basarse en una experiencia previa de haber andado el mismo camino, de dominar el tema o la unidad de aprendizaje que se ofrece al alumno. Al trabajar un solo tema en profundidad encontramos potenciada su transversalidad, la podemos palpar sin que sea solamente una enunciación sin fondo. Tal vez este cuidado es el que necesitamos para que la mayoría de las diversas propuestas pedagógicas funcionen, manifiesten resultados palpables. Sin embargo, la metodología que lo enuncia desde un primer momento es la relación tutora. Pero no sólo es un buen deseo, hay un esfuerzo serio de muchos tutores de predicar con el ejemplo, dominar el tema y trabajar en la diversidad individualizando los procesos. Sin duda hay muchas cosas que debatir: el tiempo en la escuela, la proporción maestro alumnos, la dosificación de contenidos de acuerdo al programa de estudios, entre otras temáticas. No es el propósito de este registro bordar al respecto, pero son elementos para los que la relación tutora y sus practicantes tienen respuestas.

El trabajo ha sido largo, intenso, a profundidad, pero con naturalidad, sin estridencias o presunciones por parte del tutor o el tutorado. Altamente satisfactorio para todos.
 


Video del Ejido San José

Evidencia a mitad del proceso...