Crónicas de una crónica guerra civil
La educación básica en la lucha por la nación
Artemio Ríos Rivera
El problema de
si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un
problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre
tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la
terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un
pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.
Karl Marx
A riesgo de que este escrito no sea más que un ejercicio
escolástico desde la perspectiva de Marx, explicitada en las Tesis sobre Feuerbach, tratemos de
analizar la inserción del fenómeno educativo en los crónicos síntomas de una guerra civil o en la lucha por la nación,
que se manifiesta en la correlación de las fuerzas sociales que pretenden darle
rumbo a nuestro país.
Por un lado está el Estado mexicano que intenta
representar los intereses de todos los sectores de la población, sin que esto sea
posible; por otro, están los movimientos sociales de resistencia ante la
embestida neoliberal.
Los de arriba ambicionan elevar las tasas
de ganancia y potenciar la acumulación ampliada del capital, vía la devaluación
de las monedas de los países en “vías de desarrollo”, el aumento “moderado” de
tasas de inflación, la devaluación del precio de las materias primas (como el
petróleo), el cambio de la estructura jurídica de los países para disminuir la
propiedad social en manos del estado o de sectores sociales y flexibilizar las
relaciones laborales de modo que los trabajadores pierdan fuerza colectiva en
la conquista de mejores salarios reales, prestaciones y seguridad laboral. Se
trata de quitar barreras y aranceles que permitan la libre circulación del
capital por el mundo, la inversión ventajosa para obtener más y mejores ganancias.
Los de abajo intentan conservar las
conquistas que permiten la distribución más equitativa de la riqueza social y,
en la medida de lo posible, acrecentarlas haciendo obedecer a los que mandan,
curiosamente, después de la aparición del movimiento zapatista, han dejado de
tener como consigna la toma del poder.
Las llamadas reformas estructurales
impulsadas por el estado mexicano, van más allá de una decisión de la clase
política nacional, se trata de una imposición que los organismos
internacionales (BM, FMI, OCDE, empresas multinacionales)[1],
venían intentando implementar en nuestro país desde hace ya varias décadas.
Después de la “alternancia” y el regreso del antiguo régimen, se dio la
coyuntura que propició su implementación sin resistencia mayor de la clase
política y sus partidos tradicionales que conformaron el llamado “Pacto por
México”. La partidocracia se impuso a los movimientos sociales.
Modificar, el ya de por sí modificado,
marco legal cimentado en la Constitución de 1917, desarticulando las denominadas
conquistas sociales de la Revolución Mexicana ha sido el propósito profundo de
las llamadas reformas estructurales: la financiera, laboral, energética,
educativa y de telecomunicaciones, por mencionar a las más relevantes.
La reforma educativa se ha expresado
fundamentalmente en el ámbito de la seguridad y permanencia en el empleo, ya
que implica redondear y hacer efectiva la reforma laboral. Aunque no está exenta
de sus efectos la educación superior, aquí nos referimos a la educación básica
y media superior, más claramente a la educación donde en términos de relaciones
laborales, el patrón es el Estado y su contraparte está aglutinada en el SNTE y
sus similares en los estados, así como en la CNTE y los movimientos
magisteriales emergentes en el país.
No hay duda, las dirigencias del SNTE no
son aliados del Estado y sus partidos (PRI, PANAL, PAN, PRD), son sus
subordinados. Aunque subsumidos a la ideología dominante, los trabajadores de
la educación están lejos de ser lo mismo que sus dirigentes. Por eso la CNTE no
se ha propuesto destruir al sindicato oficial, sino ser una corriente
libertaria del mismo que pueda democratizarlo. Así, hay muchos grupos,
organizados o no, que se encuentran oscilando entre los intersticios del
SNTE-CNTE. En el marco de la reforma educativa estos dos polos
(Estado-trabajadores de la educación) entran en una tensión, no nueva, que
expresa claramente diferentes proyectos de país en la disputa por la nación.
Tampoco es la única tensión en ese sentido, pero es la que nos interesa en esta
reflexión.
Con las reformas, el Estado mexicano
apuesta a la desarticulación de los sindicatos llamémosles “contestatarios”,
así como a la “modernización” de las organizaciones gremiales tradicionalmente
ligadas, desde sus dirigencias, al Estado y a los partidos en el poder. Modernizar
en este contexto implica desnaturalizar a los sindicatos y las organizaciones
sociales, a unos bajo el argumento anticorrupción a las otras estigmatizándolas
como “violentas” y “fuera de la ley”.
El descrédito de los sindicatos charros es
cada vez más evidente, su lugar como “sector” del partido institucional ha tenido
que irse disfrazando, reconociéndoles independencia legal, estatutaria, pero
siguiendo la dependencia de facto. El
menoscabo ante sus agremiados ha hecho que cada vez más vayan perdiendo su
clientela electoral, la utilidad de los charros en ese rubro se va volviendo
marginal. Ahora el sometimiento ideológico pasa por el pluripartidismo, ya que
las identidades de la masa se mueven hacía espacios diferentes al gremialismo, hacia
modos más abiertos, flexibles, líquidos. Por eso la apuesta al pluripartidismo:
el partido de los maestros, el de los ecologistas, el regional, el de la
derecha, el del centro, el o los de la izquierda, el humanista, el de los
jóvenes, en fin. Pero regresemos al tema.
A partir de 1979 en algunas secciones
sindicales del SNTE se habían dado movilizaciones de la disidencia magisterial
ligada a la tradición histórica de la izquierda mexicana con sus diferentes
signos y formas de concebir el mundo. Estos movimientos fueron aglutinados
alrededor de los llamados CCL de los estados que tradicionalmente han mantenido
desde entonces, fuertes y aguerridos núcleos de la CNTE. Con flujos y reflujos
las entidades del país que han participado al interior de la Coordinadora, con
contingentes de importante peso específico en la toma de decisiones, han sido:
Chiapas, Morelos, Michoacán, Oaxaca, Tlaxcala, Estado de México, Hidalgo y
Ciudad de México, entre otros. Mucho más entidades federativas han participado en
las convocatorias de la CNTE pero, esporádicamente, como observadores o
movimientos emergentes (no consolidados) debido a la escasa presencia y
militancia en sus secciones sindicales. No debemos olvidar que la CNTE no es un
sindicato en sí, es una corriente al interior del sindicato oficial.
No sin desacuerdos, golpes bajos y
sectarismos, la CNTE es la organización de masas con más continuidad, peso
político e interlocución con el Estado y la sociedad, que se ha mantenido en
movimiento permanente en los últimos cuarenta años en México. Desde su
fundación ha sido polo aglutinador de los llamados movimientos de masas,
algunos de ellos conformados en los mismos años que la CNTE: CNPA (1979),
CONAMUP (1980), más adelante la COSINA y el FNCR, entre otras organizaciones
del movimiento social enfrentadas a las políticas privatizadoras, el adelgazamiento
del Estado, las oleadas represivas, de recorte del gasto social, etcétera.
Por eso, más allá de las ideologías que
sustentan la acción de la Coordinadora y los grupos que la conforman, considero
que podemos no estar de acuerdo con ella, pero es muy difícil plantear
desacuerdos; hay imperativos éticos que se imponen en la lógica de la
resistencia social al despojo, al avasallamiento, a la imposición. Al Estado
mexicano le interesa someter a la CNTE, desarticularla y borrarla del escenario
nacional. Esto para anular su capacidad de diálogo con amplios sectores de la
población en las comunidades rurales. Por representar el único sector social
con presencia nacional, histórica, independiente de los partidos políticos; más
allá de coqueteos coyunturales o de la filiación partidaria particular de sus
agremiados. Aunque se ha dado con desacuerdo de la organización, a diferencia
del SNTE, la CNTE no anda buscando posiciones de sus dirigentes en las cámaras
de senadores o diputados. En todo caso, podría ser participante en un
constituyente nacional que refunde la Nación y el pacto social que la sustenta.
Las estrategias de contrainsurgencia, por
parte del Estado, han sido múltiples y de alto impacto, el magisterio disidente
ha sufrido: desalojos, encapsulamientos, despidos o amenazas de, órdenes de
aprensión, aprensiones, asesinatos y secuestros selectivos, hostigamiento
administrativo, retención de cuotas sindicales y de otros recursos, linchamiento
mediático, cooptación de cuadros, trabajo de inteligencia para implantar
elementos y tratar de reventar desde dentro los núcleos de resistencia,
provocación al enfrentamiento callejero, leyes coercitivas. El Estado mexicano
ha intentado de todo contra ellos y sin embargo se siguen movilizando a pesar
de la criminalización de la protesta social. Podemos acusarlos de tercos, de
usar los mismos métodos de siempre, pero no podemos señalarlos de
inconsecuentes, de traicionarse como colectivo. La CNTE ha sido una barrera de
contención contra el avasallamiento neoliberal sobre los grupos más vulnerables
de la sociedad mexicana.
Más allá de sectarismos y de prácticas que
puedan parecer o ser antidemocráticas, uno puede entender la importancia para
el país de un colectivo que resiste, se defiende y pasa a la ofensiva; que expone a sus integrantes y se mantiene a
pesar de flujos y reflujos, que va de momentos con amplia convergencia (como el
fenómeno de la APPO) a momentos de baja intensidad y casi de aislamiento de su
lucha. A riezgo de ser tachado de “romantico”, afirmo que a este movimiento se
le puede catalagar de heróico, que ha obligado a las fuerzas más retrogradas
del país a pensar en serio algunas de sus decisiones que afectan a las capas
subalternas de la sociedad, a posponer decisiones o prorrogar plazos.
El Estado acusa a la CNTE, en Oaxaca por
ejemplo, de tener en su poder los mandos medios del IEEPO, acusación hipócrita
que calla lo que todos los maestros sabemos: en este país los charros saltan
del sindicato a la parte oficial, a las direcciones, subdirecciones, jefaturas
varias y otros cargos de mando de las secretarías de educación de todos los
estados del país. La paja en el ojo ajeno.
Si la CNTE dijera sí a la reforma
educativa, el Presidente de la República y el Secretario de Educación les
dejarían los espacios que detentan y les otorgarían otros, en definitiva ese no
es el problema. El Estado mexicano se pondría jubiloso si los cuadros de la
Coordinadora aceptaran candidaturas a las diputaciones, senadurias y demás
cargos públicos a los que se accede por la vía electoral. El problema es que la
CNTE representa un proyecto de nación opuesto al neoliberalismo y su lógica, que
usa de peones al sistema de partidos y su clase política alimentadas por sus
ambiciones de poder y riqueza.
Hay quienes se asustan y acusan de
violentos a los disidentes magisteriales, en el escenario que hemos planteado,
donde hasta el diálogo es para vencerlos y no para negociar y acordar con
ellos, uno entiende su admirable posición.
¿Qué opción de participación política, social y
gremial tienen los contingentes de la CNTE y otros en situación y
características similares?
Que no nos sorprenda el surguimiento de brotes de
“violencia irracional” porque tienen su fermento en estas condiciones de
cerrazón política, de polarización, de aniquilamiento, donde no hay disposición
al diálogo, la negociación y al acuerdo que permita, sobre todo a las partes más
vulnerables, no sentirse avasalladas y sin caminos institucionales.
Hasta aquí dejemos por el momento el tema,
ojala que no estemos sólo haciendo un ejercicio escolástico, ya que bien lo
señalaba Marx: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”[2].
Glosario de siglas: BM, Banco Mundial; FMI, Fondo Monetario
Internacional; OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos; SNTE, Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación; CNTE, Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación; CCL, Consejo Central de Lucha; CNPA, Coordinadora Nacional Plan
de Ayala; CONAMUP, Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular; COSINA,
Coordinadora Sindical Nacional; FNCR, Frente Nacional Contra la Represión; APPO, Asamblea
Popular de los Pueblos de Oaxaca; IEEPO,
Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca; PRI, Partido Revolucionario
Institucional; PANAL, Partido Nueva Alianza; PAN, Partido Acción Nacional; PRD,
Partido de la Revolución Democrática.
Artículo escrito para la revista Blanco Móvil