Reflexiones sobre las tensiones laborales de una Promotora de Lectura
Artemio Ríos Rivera
Hola estimada maestra:
Perdona que no haya contestado pronto a las preguntas que me haces sobre tu situación laboral, he andado muy ocupado y no quería darte una respuesta simple o simplista, creo que nos merecemos un poco de reflexión sobre lo que planteas.
Sí, como tú afirmas, en el pasado he tenido algunos problemas con mis superiores y los he ido sorteando de alguna forma. Como muchos he atravesado por ciertas tensiones laborales y de otro tipo. Me parece que es un poco normal, que es parte de “de jugar a la vida”.
Me pides consejo porque tú te encuentras en una situación problemática en tu trabajo, no sé si pueda darte consejos, tampoco conozco tu situación a fondo, aunque he visto reacciones tuyas que me permiten pensar sobre algunas cosas. Tenemos cosas en común: somos docentes comprometidos y nos pretendemos promotores de lectura, creo que eso te ha despertado cierta confianza en mí.
Te comento algunos sucesos de mi experiencia personal, tal vez te sirvan para mirar desde otra perspectiva tu propia situación, tal vez te ayuden a buscar alternativas o definitivamente te lleven a reafirmar lo que piensas y tu actuar en consecuencia.
Primero, he tratado siempre que mis disputas laborales no afecten mis relaciones personales más cercanas, mi familia, esto no quiere decir que lo haya logrado. Más bien he buscado que afecten lo menos posible, una forma es: no poner siempre sobre la mesa, en la casa, las discusiones con el hígado a flor de piel. Podemos analizar eventualmente nuestras broncas laborales para encontrar consuelo en la familia, pero no debemos rumiarlo todo el tiempo y pedirles que sientan la misma indignación que nosotros ante determinados eventos. Ellos tendrán su forma propia de sentir, la debemos respetar, que nos puede ayudar a destensar nuestros fantasmas. Nuestra familia no nos traiciona si no siente exactamente lo que nosotros ante nuestras situaciones conflictivas.
Una pareja que tuve me presionaba para que yo me involucrará en sus problemas escolares y sindicales, no quiero decir que no me sentía solidario con ella y coincidía en algunos puntos, sin embargo, yo no veía las cosas exactamente igual que ella, no tuve el valor para desmarcarme e hice lo que ella quería más de una vez: escribí, gestioné, me movilicé, en fin. Esta fue una de las cosas que abrió un gran abismo entre los dos, visto desde mi orilla personal, tal vez ella ni siquiera se dio cuenta de eso. A veces somos dulcemente autoritarios, manipuladores.
Otras veces, mi pareja ha sido mi compañera de trabajo (en la misma escuela) y en ese sentido estábamos involucrados juntos y ni modo, así se abordaban las dificultades, nos fortalecía el encuentro. Aunque estructuralmente los hijos estaban involucrados, tratábamos de discutir las situaciones en su ausencia, sin embargo, la ósmosis es ineludible y a veces las situaciones negativas permearon el ser de los pequeños.
Cuando digo que no afecte a tu familia quiero decir que no los metas a tú problemática laboral. Si son difíciles y cansados para uno los inconvenientes, meterlos a ellos implica potenciar las molestias y compartirles nuestros sentimientos más ingratos, creo que ellos no lo merecen. No se trata de hacerlos a un lado, la idea es involucrarlos sin afectarlos, sin obligarlos.
No digo que alguien haga eso, digo lo que he tratado de evitar. Esto me ha ayudado a no envenenarme la vida cotidiana y superar algunos problemas sin mayores costos emocionales. Cuando las broncas con las instituciones, mis jefes (el poder) o mis compañeros de trabajo envenenan mi vida familiar, me han vencido rotundamente. Por eso, no deben quitarnos la sonrisa y la alegría cotidiana. Relativizar algunas situaciones ya es un triunfo personal. Eso no quebranta nuestros principios.
He enfrentado de diferentes maneras mi forma de relacionarme con los demás, la más adecuada, para mí, ha sido hacerlo o intentarlo de forma horizontal y respetuosa, en el marco de acuerdos mutuos, consensos, desacuerdos, respeto a las diferencias y rupturas cuando ha sido necesario. Pero cada situación no determina lo que sigue, no me permito que esté presente en los nuevos ciclos, claro cuando se trata de resabios negativos. El saldo positivo siempre es bueno incorporarlo a las nuevas cuentas, aunque nada garantiza que todo irá bien; siempre debemos tener márgenes para los inconvenientes, para la derrota; de esta forma no andamos frustrados, malhumorados, tristes y derrotados. Los problemas se pueden enfrentar de manera personal, también como colectivo si nos afecta a varios y podemos construir acuerdos. Los acuerdos no son camisas de fuerza, se pueden revisar, cambiar o abandonar… de común acuerdo.
Sin duda estoy planteando las contradicciones de manera muy chata, hay problemas estructurales que nos afectan y se expresan en situaciones micro, pero tienen que ver con las posiciones de poder, con las preferencias políticas e ideológicas, con las divisiones sociales en grupos de interés.
Cuando digo que los problemas no afecten a los seres más cercanos me refiero también a los amigos o a quienes están positivamente interesados en nosotros y lo que hacemos. Por ejemplo, como promotores de lectura, cuando yo publico evidencias de mi trabajo, trato de hacerlo de la manera más natural y orgánica, muestro lo que sucedió centralmente, de acuerdo a los propósitos que yo y la gente con la que trabajo acordamos.
Creo que se trata de una actitud ante la vida, por ejemplo: prefiero las fotos de los chicos en la actividad de lo que promuevo a una selfie; prefiero y agradezco una foto que dé testimonio de lo que hago a una foto posada; prefiero publicar evidencias que hablen por sí solas a poner yo calificativos, cuando pongo calificativos trato que sean positivos sobre lo que hacen los otros, los evito sobre lo que yo hago; muestro lo que sucede, resalto cosas, pero evito calificarlas. No podemos hacer las cosas esperando reconocimiento, no quiero decir que no sea eso una motivación; me parece que no podemos actuar en función de eso. Un elemento central es la satisfacción del deber cumplido, punto. Puede ser que el reconocimiento venga por añadidura. Yo reconozco sobre todo a la gente que aporta con humildad, cuando es evidente que alguien quiere reconocimiento me cuesta trabajo expresarlo. Si me conminan a reconocer o me obligan, no me siento cómodo. Me parece que buscar el reconocimiento es innato al ser humano, no está mal, pero tenemos que saber manejar estás pulsiones instintivas para que no nos dominen.
En general mi compromiso como Asesor Técnico-Pedagógico y promotor de lectura tiene que ver con mi zona escolar y lo que mis superiores me propongan y acordemos. Tú sabes que hago mucho trabajo voluntario, gratuito, con algunas escuelas y zonas escolares. Generalmente las cosas salen bien: los talleres, las capacitaciones, el trabajo con los alumnos, el diálogo con los docentes, el intercambio, la facilitación, la obtención de productos, en fin. Sin embargo, en los entretelones, algunas veces, suceden muchas cosas no muy gratas, por ejemplo: viajas lejos y no te dieron bien de comer; sólo te dieron para la gasolina y tú tuviste que pagar las casetas; perdiste material; no se entendió la propuesta; los docentes no te tratan como su par, solidario, sino como una autoridad que tiene la obligación de…; a veces promueves tus publicaciones y nadie se interesa en ellas o te compran una como si te hicieran un favor o las tienes que regalar; te pasa como a los artistas que van a las escuelas, no reconocemos en ellos un esfuerzo solidario, los tratamos como si les hiciéramos un favor al invitarlos a trabajar gratuitamente; hay a quienes conoces de años, sabes de su poco compromiso y sin embargo descalifican públicamente tu trabajo y tú callas humildemente para no envenenar la actividad colectiva que se está llevando a cabo; en fin. Por otro lado, cuando hacemos promoción de lectura callejera, cargamos con nuestro sonido, nuestros libros y equipo, pagamos los gastos, nadie nos da nada y no nos quejamos, incluso cuando nos usan políticamente para fines mezquinos o de plano nos ponen dificultades para estar en un lugar público, aguantamos vara porque el propósito es promover la lectura, la escritura, contribuir a restaurar el tejido social.
El propósito no es promovernos nosotros. Eso no sería profesional. Eso, desde mi punto de vista, sería demasiado ególatra. Muchas de las cosas que hago, y hacen quienes me rodean y apoyan, lo hacemos para contribuir con nuestra patria, no para la promoción personal. No quiero decir que esto último no suceda y no disfrute uno del prestigio y el reconocimiento, pero eso viene por añadidura, no actuamos en función de ello, es secundario.
Ojo, digo que estas situaciones ingratas suceden algunas veces, pocas por fortuna. La mayoría de las ocasiones, sobre todo cuando nos invitan formalmente algunas instituciones, nos pagan bien los viáticos, hay un trato profesional, a veces hasta toca una gratificación, sobre todo encuentras amigos, gente linda, comprometida y solidaria. Además, no se diga de las invitaciones de los amigos, siempre son muy generosos. Por otro lado, la reacción positiva de la gente, de los adolescentes y de los maestros es una gratificación inconmensurable que borra cualquier mal sabor de boca. Pero, no olvidemos que no siempre hacemos bien las cosas. Miro en retrospectiva y me doy cuenta que algunas cosas que he hecho, con la mayor buena fe y empeño, han sido bastante malitas. Las cosas no son buenas nada más porque las estamos haciendo nosotros. Hay que ser autocríticos, ser pausados para escuchar las críticas, ser reflexivos. No todos los que nos critican o no están de acuerdo con nosotros es porque nos quieren hacer daño.
Bien, las situaciones embarazosas que te estoy poniendo de ejemplo no las ventilo públicamente, los puedo platicar en casa, bromear sobre ellas con los amigos alrededor de una cerveza, pero no me envenenan el aire, no me impiden respirar. No antepongo las dificultades para hacer las cosas que considero correctas, no saco las dificultades y las vuelvo a sacar a la menor provocación o sin ella. No las ignoro, pero hay que relativizarlas, no hay que dejar que nos impidan ser libres, plenos, felices.
Parece que mi discurso es muy “positivo”, “conformista”. El que parezca que me conformo, y que humildemente me conforme, no quiere decir que sea yo un conformista o un sumiso. Hoy, mi rebeldía la expreso haciendo bien lo que considero que otros hacen mal. Ganándome éticamente cierto liderazgo sin exigirlo. Trato de poner al otro, a la otredad, en horizontalidad conmigo, no arriba o abajo, a la misma altura. Estoy convencido de que lo que hago es por un radical compromiso con la liberación de la humanidad, con mi liberación personal y social. También tengo claro que mi contribución es modesta, muy modesta.
Tú sabes algunas cosas de mi persona, por eso me escribiste, pero te cometo otras situaciones de mi pasado no tan reciente, algunas un poco extremas: he participado, desde la izquierda, en la lucha sindical-magisterial; me he puesto en huelga de hambre en la puerta de alguna Supervisión Escolar; me he desnudado públicamente para exigir el cumplimiento de cosas vencidas; he amagado con prenderle fuego a algún lugar, como parte de la acción directa, cuando institucionalmente sientes que todo está perdido; he publicado cosas que cuestionan la forma en que se abusa de los beneficios del estado, como la que hizo a una supervisora escolar de telesecundarias decir que si ella quería me podía meter a un tambo con cemento; he participado en movimientos sociales, como el zapatismo entre otros, que nos han significado persecución y amenazas, a mi hermano le habló la policía por teléfono para decirle que me iban a desaparecer; me han tocado corretizas y golpes de la policía; me han puesto “marca personal” en congresos políticos y académicos; me han negado reconocimientos institucionales por ser un “resentido social”, un problemático; me han mandado anónimos que han envenenado mi vida familiar; he marchado muchas veces y dormido en plantones en las calles; pero, paremos de contar. Te comento lo anterior porque algunas son formas de enfrentar las problemáticas laborales, desde la acción directa individual hasta la organización gremial
No te platico todo esto para parecer un héroe o algo así. Te lo platico para que no dejes que las contradicciones con tus superiores o con algún compañero te envenenen la vida cotidiana. Como te decía al principio, te comento algunos sucesos de mi experiencia personal que tal vez te sirvan para mirar desde otra perspectiva tu propia situación. Creo que eres una persona muy importante, inquieta y comprometida. Sé que eres una buena madre de familia y amas a tu pareja. Define tus prioridades en este momento de tu vida y actúa en consecuencia, con humildad y sin dejar de pensar en los otros. Recuerda, no soy yo, somos nosotricos, es decir yo soy yo y nosotros y los otros.
Un abrazo solidario y ojalá podamos coincidir en el futuro cercano.