Promoción de lectura y escritura: De la A a la Z
Artemio Ríos Rivera
En este texto presentamos una actividad para promover la lectura y la escritura de textos poéticos, con base en el poemario de De la A a la Z por un poeta de Fernando del Paso.
Se trata de promover la lectura y escritura entre los estudiantes de educación básica con un proceso de acompañamiento que les permita encontrar sentido, en los textos y en el desarrollo mismo de la secuencia.
Vamos a leer un libro de poesía y escribir textos poéticos a partir de una temática definida.
Para explorar los conceptos precurrentes de los alumnos, que puedan servir de motivación e ir poniendo en perspectiva el ejercicio de escritura, se parte de jugar con el concepto de abecedario a través de preguntas, por ejemplo: ¿cómo se llama el conjunto de las letras con las que escribimos?, ¿cuál es la primera letra y cuál es la última? Generalmente las respuestas son: abecedario y de la A a la Z.
Ahora preguntamos ¿quién escribe poesía? Esta pregunta se dialoga hasta llegar a la expresión clave: un poeta.
Enseguida planteamos que si se escribiera un libro de poesía usando todas las letras del abecederio, ¿cómo se podría llamar el libro?, ¿por quién estaría escrito? Pretendemos llegar a la expresión: de la A a la Z por un poeta.
Una vez llegado a este punto, se comparte la temática sobre la que se va a escribir, el tema será algo que se esté trabajando en clase para que hayan referentes cercanos para el alumno. Puede ser sobre la comunidad, nosotros, un tema de ciencias o historia, etcétera. Una manera de elegir el tema puede ser utilizar como referencia otras lecturas, ya sea un cuento o una novela que lean todos y todas juntas, para que sus escritos recuperen la comprensión lectora y no sólo repitan lo que leyeron en un resumen o “reseña” sin comprender lo leído.
Nosotros lo hemos trabajado con base en la trama de las novelas que estamos leyendo con los alumnos, algunos ejemplos podrían ser: Hasta el viento puede cambiar de piel de Xavier Malpica y El Códice Perdidode Federico Navarrete, ambas de editorial SM.
A esta altura de la actividad no se ha hecho explícito con el grupo el tema de escritura y el tipo de texto que vamos a elaborar.
En este momento, enlistamos por orden alfabético a los estudiantes, cada uno de ellos es ahora una letra del abecedario. El alfabeto tal vez no se agote, eso depende del número de estudiantes. Les solicitamos que escriban en su cuaderno una palabra con relación a la novela que se ha leído (o del tema que se ha elegido), debe empezar con la letra que les tocó; puede ser el nombre de algún personaje, un objeto que llame su atención, un sentimiento, entre otros.
Los estudiantes escribirán acerca de esa palabra. Damos oportunidad que redacten libremente todo lo que quieran, pero siempre en referencia al vocablo, en un claro ejercicio de intertextualidad con lo que han leído. Es probable que necesiten ayuda para saber cómo empezar, por lo que el tutor o maestro puede sugerir ideas para que sepan de dónde partir. Si se trata de un personaje podemos preguntar: ¿quién es?, ¿qué hace?, ¿por qué lo elegí?, ¿qué me gustaría que fuera distínto en él?
De igual manera si se trata de espacios físicos u objetos: ¿qué es? ¿para qué sirve?, ¿qué hace?, ¿en qué se diferencía con otros objetos?
Un ejemplo: si se tratara de la palabra Luna, entonces… ¿cómo es la luna?, ¿cuáles son sus fases?, ¿qué sentimientos se le relacionan?, ¿te gusta?, ¿por qué? Si los chicos no tienen suficientes elementos precurrentes, pueden investigar un poco, sólo un poco, como una entrada de diccionario.
Hasta este momento, los aprendices ya escribieron narrativa, aunque sea un texto corto. Este escrito puede ser compartido en voz alta, pero no es necesario trabajar sobre él, no es el propósito. Este escrito es un insumo para escribir, más adelante, una poesía, es decir, el texto narrativo será la base para luego pasar al poético. Es importante dar tiempo de acuerdo al ritmo de trabajo y estar atento a la ayuda que necesiten.
La lectura base de nuestro trabajo es el libro De la A a la Z, por un poeta del autor Fernando del Paso. Siempre es importante que todos los chicos tengan acceso a la lectura del libro completo, si no tenemos ejemplares suficientes usamos una versión electrónica y la podemos proyectar en pantalla para que esté a la vista de todos.
No les encargamos que lean el poemario cada quien, no les dejamos de tarea la lectura, no delegamos la responsabilidad en los padres, leemos con ellos el libro.
Nos posicionamos en la portada y relacionamos, lúdicamente, el titulo del libro con lo que ellos hipotetizaron al inicio de los trabajos. Mostramos a los estudiantes la estructura del libro, portada, contraportada, colores para indicar que es un texto poético, editorial y número de edición, etc.
Se leen los poemas de acuerdo al orden establecido previamente (cada estudiante era una letra del alfabeto), damos tiempo para que los alumnos lean el poema en voz baja y luego cada uno de ellos irá leyendo un poema para todo el grupo. El tutor o maestro relee los poemas para que los estudiantes escuchen cómo se acentúan algunas palabras y va acercando explicaciones y/o aclaraciones del significado de aquellas palabras desconocidas o poco conocidas. Nos apoyamos en las ilustraciones del libro o hacemos uso de ejemplos ligados al propio contexto de los muchachos, de cosas que los estudiantes conocen para que sea más fácil inferir significados y construir su propio conocimiento, se trata de ayudarlos a superar el reto cognitivo que implica la comprensión de la lectura. Les preguntamos sobre cada uno de los poemas y vamos aportando elementos que faciliten la comprensión. Acompañamos el proceso de comprensión lectora y facilitamos elementos de andamiaje.
Los muchachos, a partir de los ejemplos y el diálgo, relacionan y comprenden. Si el tutor o maestro desconoce o tiene dudas en el significado de las palabras, puede consultar en la red o el diccionario. Es importante ver qué palabras es necesario explicar y cuáles se pueden deducir. Analizar detenidamente los textos de cada uno de los poemas, permite conocer cómo el autor juega con las palabras. La poesía puede ser una construcción lúdica.
No es ocioso recordar que el tutor o maestro debe haber leído previamente el libro, en el caso de este poemario, al final trae un glosario amplio que apoya la intervención. Al final se muestra el glosario a los alumnos, reconociendo que ahí hemos basado los comentarios y que en ese sentido el libro ha sido leído por todos de pe a pa.
Por ejemplo, en el poema de la letra F podemos hacer énfasis en la transición fonológica de dicha letra, de cómo Fermosa deviene en Hermosa, de cómo la H no simpre fue muda sino aspirada.
“Yo le aconsejo una cosa:
haga un cambio consonante,
póngase usted adelante
y se volverá >fermosa>”
Así podemos pasar del ejemplo de pronunciación halar y jalar (ambas correctas) a las formas populares utilizadas en joyo y juir, por hoyo y huir. Esto es importante porque muchas veces los docentes de lenguaje desacalificamos las pronunciaciones antes mencionadas y con ello hacemos sentir a los alumnos, sobre todo del campo, que ellos y sus familias no saben hablar, cuando en realidad están utilizando formas antiguas de pronunciación, ciertos arcaísmos que no deberían ser fustigados por la escuela sino comprendidos y llamados a comprensión. Estos detalles hacen mucha diferencia en cómo perciben la escolaridad los adolescentes,
Los poemas nos ponen en condiciones de ir haciendo reflexiones sobre la lengua, podemos recordar qué son las palabras homófonas, homógrafas y el uso de la R y RR, entre otros temas. Bueno, hasta a las matemáticas podemos convocar cuando el poeta escribe sobre la N, y su relación a la enésima potencia.
Al terminar la lectura, es importante mencionar y hacer reflexionar a los alumnos de que se ha leído un libro completo de poesía, esto con la intención de que vean la lectura ligera y fácil de hacer y que es posible de comprender con la ayuda de otro u otros, en este caso del tutor o maestro y los compañeros de grupo. Además, el libro se ha leído hasta tres veces por todos: una lectura completa en silencio, otra en voz alta por cada alumno y la última, también voz alta, por el docente modelando la lectura.
Con todos estos elementos, lo estudiantes están en condiciones de escribir su poema. La palabra que escribieron al inicio es el título, los versos saldrán de lo que tienen escrito de forma narrativa sobre el tema, irán elaborando de ahí sus lineas versales.
Siempre es importante recordarles la estructura básica de un texto: Título, nombre del autor y cuerpo del texto. Esto con la finalidad de que se asuman de facto como escritores y vayan internalizando la responsabilidad que implica publicar un texto firmado, a diferencia de uno anónimo.
Una de las bondades de escribir poesía en la escuela, en términos didácticos, es que facilita la corrección de la escritura.
Podemos solicitar que todos lean sus textos después, que de tres en tres o más pasen a escribir sus poemas al pizarrón para revisarlos entre todos, sugerir correcciones y reflexionar sobre ellas, así, los que no han pasado a la pizarra tienen oportunidad que hacer algunos cambios. Los muchachos hacen un nuevo borrador a partir de lo que se mejoró en el pizarrón.
Hay que recordar que es importante que todas las antologías deben tener uno o dos prólogos (uno de algún alumno y otro del tutor o docente) donde expliquemos brevemente lo que hemos realizado y cómo lo hemos hecho. Siempre es muy satisfactorio, para los muchachos, sus papás y la escuela, hacer circular la publicación (en físico o electrónica) y presentarla en varios espacios. Así sí somos todos lectores y escritores.
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