Copiar: otra pieza en el
rompecabezas de la comprensión lectora*
Artemio
Ríos Rivera

Pero la voz propia no nace de la
nada, por inspiración divina, surge de la interacción social de escuchar y leer
la voz del otro, de comprender lo que dice y hacerlo de uno replicándolo con
palabras propias. A las palabras no se
las lleva el viento, menos la palabra escrita, aunque sea una tarea escolar
de intrascendencia aparente.
Creemos que se debe abonar, para
formar una cultura de producción de textos originales, desde la educación
básica; no está de más hablar con los chicos de la ética académica, de lo que
implica cortar y pegar sin dar crédito a las fuentes de información, no saber
citar, en fin. Pero, sobre todo de lo que se trata es desarrollar con ellos
actividades y proyectos escolares que los pongan en el camino de la producción
de textos originales. Retomar otras voces para apoyar el punto de vista propio,
para argumentar.
En años recientes el COLMEX y la UNAM
han retirado títulos de posgrado al comprobarse que los sustentantes
incurrieron en plagio en sus tesis doctorales; también se ha destituido a
docentes universitarios por ir más allá del consabido “error metodológico”.
Este problema nos trae a la mente nombres de políticos nacionales y extranjeros
que, cuando menos, han tenido que enfrentarse al desprestigio y la repulsión
social por plagiar fragmentos de algunos trabajos o alguna obra completa. Recordemos que la renuncia del
presidente de Hungría, en 2012, fue por el plagio que cometió al realizar su
tesis doctoral.
No vayamos muy lejos, hay muchos
detalles pequeños que los maestros debemos ir abordando más allá del
diagnóstico, más allá de decir: los
alumnos no saben ni copiar. Si nosotros localizamos ese problema al inicio
del ciclo escolar, se lo decimos al chico, a los papás y al Consejo Técnico Escolar,
para compartir la responsabilidad, es correcto; pero, si no tomamos pequeñas
medidas prácticas sobre el problema, probablemente no avancemos mucho y al
finalizar el curso corroboraremos lo que sabemos desde el inicio: los alumnos
no saben ni copiar.
Nos volteamos a ver entre todos
para, cada quien, descargar la responsabilidad en algún otro. Entonces, qué
hicimos durante el año lectivo para que los chicos superaran el problema que ya
teníamos localizado, tal vez nos pareció un problema tan grave y sencillo a la
vez que fue muy poca la atención que pusimos en superarlo.
Nosotros podemos escoger algunos
escritos, ponerlos en pantalla, en el pintarrón o en un impreso ante el alumno
y proponerle: copia el siguiente texto. Al terminar no basta con palomear el
cuaderno o decirle al alumno que ha copiado mal. Antes de que nos pida la
revisión, nosotros podemos fomentar la autoevaluación de su escrito. Si el
alumno ya terminó de copiar, ahora deberá revisar palabra por palabra, acento
por acento, signo de puntuación por signo de puntuación, su copia con el
original y autocorregirse. Le podemos pedir que anote a un lado de su copia el
número de errores que localizó y corrigió.
Tampoco nos podemos quedar ahí, el
problema no es tan sencillo. Una cosa es copiar prosa, un texto narrativo, y
otra uno poético. Vayamos a la práctica, por ejemplo, les pedimos a los chicos
que copien el siguiente poema de Mario Benedetti:
Amor, de tarde
Es una lástima que no
estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
La mayoría hacen lo correcto de acuerdo a la
instrucción, pero algunos tienen lo siguiente en su cuaderno:
Amor, de tarde
Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las
cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como
todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo
los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro
el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que
saltan obre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un
tipo que hace números y les saca verdades.
Podemos solicitar a los alumnos
que observen la distribución de los espacios en dos textos diferentes, uno
narrativo y otro poético; decirles que los comparen; hacerles preguntas para
que lleguen a las conclusiones deseadas; pedirles que registren sus
conclusiones poniendo énfasis en lo que aprendieron; y proporcionarles un nuevo
ejercicio para corroborar, evaluar, lo que han construido sobre el copiado de
textos.
El docente también debe preparar
una breve explicación que le puede servir de cierre de la actividad, la
explicación podría ser algo parecido a lo que sigue: ¿Cómo llamamos al
fragmento escrito en un texto narrativo que es separado por un punto y aparte?,
párrafo sería la respuesta. ¿Cómo llamamos al fragmento escrito en un texto
poético que es separado por un punto y aparte?, estrofa. Bien, en el texto
narrativo el párrafo lo cerramos con un punto y aparte, en el caso del texto
poético no siempre hay punto –debido a las licencias poéticas–, pero sí doble
espacio, esa es la seña de que se trata de estrofas diferentes.
El alumno que copio juntos los
versos del poema, un poco desilusionado nos preguntará: ¿tengo que volver a
copiar todo? La respuesta es que esa es una opción, pero puede haber otra.
Sobre el texto que ya tiene a renglón seguido lo que puede hacer es agregar
diagonales (/) para separar cada verso y doble diagonal (//) para separar las
estrofas, entonces al realizar la corrección el alumno, su texto quedaría así:
Amor, de tarde
Es una lástima que no estés conmigo / cuando miro el reloj y son las
cuatro / y acabo la planilla y pienso diez minutos / y estiro las piernas como
todas las tardes / y hago así con los hombros para aflojar la espalda / y me
doblo los dedos y les saco mentiras. // Es una lástima que no estés conmigo /
cuando miro el reloj y son las cinco / y soy una manija que calcula intereses /
o dos manos que saltan obre cuarenta teclas / o un oído que escucha como ladra
el teléfono / o un tipo que hace números y les saca verdades.
Aunque la escuela debe formar
alumnos autónomos y autodidactas, debe hacerlo a partir de un proceso
consciente que ahorre el costo social que tendría, para los jóvenes, aprender
sin una comunidad de aprendizaje; sin un marco que puede ser escolarizado,
semiescolarizado o más libre, pero intencionalmente diseñado para consolidar el
proceso formativo de los aprendices. Por el momento hagamos un alto hasta aquí,
esperando no haber sido demasiado elementales en el tratamiento del tema.
*Para Sandra Ortiz, por su impulso vital y por el apoyo cotidiano a mis producciones.
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