Didáctica y experiencias docentes: Construir nuestra voz[1]
Shantal
Meseguer Galván[2]
Lo
primero que quiero decir es que Sandra y Artemio escribieron el libro que me
hubiese gustado escribir a mí. Sí, porque yo también he sido privilegiada al
tener experiencias tan maravillosas como las descritas en su libro, es decir he
presenciado el momento justo del nacimiento de un pequeño y apasionado lector,
que ocurrió una mañana mientras yo leía en voz alta a un grupo de quinto año La casa embrujada. La transformación de
su rostro y el asombro placentero que observé en su mirada fueron la evidencia
inequívoca de ese parto, y no requerí de un examen de Planea, Pisa o Ceneval para
saberlo o medirlo. El nacimiento de un lector o lectora es otra cosa, solo
puede ser explicado por la mitología, la filosofía, la literatura, tal vez por
la sociología, la antropología o las ciencias políticas, quizá.
También
he estado en el preciso momento en que un escritor de 10 años se forja y
emerge para sí mismo y para los demás, a
través de un poema, en el que vacía el miedo y la fustración después de ser
testigo del asalto que sufrió su padre.
Sí,
por eso hubiese querido escribir un libro como este, para compartir esas
experiencias tal como lo hacen estupendamente los autores de Construir nuestra voz[3], pero ahora no
se trata de hablar de mí, sino de los autores y amigos Artemio y Sandra, es
decir de quienes son las voces que construyen y se construyen en los distintos
y diversos apartados del libro.
¿Quiénes
son estos autores?
Son
ATP[4] o profesores
describiendo su didáctica y narrando sus experiencias docentes en la enseñanza
del Español, son investigadores que reflexionan, generan conocimiento, lo
aplican y divulgan, o son activistas
militantes de la lectoescritura crítica para pensar y actuar en el
mundo, o son escritoras, comunicadores o poetas o locos!!!
Pues
me parece que Artemio y Sandra cumplen todos estos roles en cada página del
libro y de sus vidas, pues opino, en acuerdo con Oralia Bonilla, que escribe
uno de los prólogos del libro, que ante el reto enorme que las sociedades
contemporánes enfrentamos en la formación de ciudadanía, las acciones aisladas no bastan, ¡son
insuficientes para la reconstitución del tejido social en nuestras comunidades!
Y
estos dos aspectos, la formación de ciudadanía y la restitución del tejido
social, constituyen en realidad el fondo de la experiencia que nos comparten en
su libro, por ello, las estrategias de lectura y escritura son abordadas y
comunicadas desde tantas dimensiones. No se trata de leer por leer o de
escribir por escribir, solo para mejorar los resultados educativos, se trata de
leer el mundo, de ser y convivir en el
mundo, de saber, hacer y poder en el mundo,
pero también de salvarse del mundo a través de la lectura y la escritura.
Sí,
salvarse de la escuela, del amor violento, del desamor normalizado, de la
telecracia, de la nota roja, del consumismo, etc. Salvarse leyendo y
escribiendo.
Quien
como escritora sufre el síndrome de la página en blanco, emprende la cacería de
las mejores y más precisas palabras, padece la crisis de creatividad en la
configuración de un hilo argumental, y pierde el equilibrio al enfrentar una crisis
de identidad durante la construcción de su propio locus de enunciación, valora
los textos, los aprecia, disfruta el estilo, se encuentra o se escapa de ellos,
pero nunca es indiferente.
Quien
como lectora descubre mundos, diversidades, lenguas y lenguajes, se involucra
en vidas, viajes, sueños, imaginarios y cosmovisones, identifica posibilidades
de entendimiento y amplía su capacidad de comprensión, se revela a sí misma en
las diferencias y semejanzas con otros, quien hace todo esto, no, no puede
permanecer indolente.
La
lectura y la escritura se necesitan, se nutren, se amalgaman en cada ser,
conforman los magmas del imaginario social, vinculan con el otro, conforman un
dialogo, no pueden atenderse por separado, ni desarrollarse aisladamente y ello
queda claro en el trabajo que nos cuentan. Pero tampoco se emprenden separadas
del mundo, están situadas y no pueden ser indiferentes al contexto.
Alan
Bennett, cuenta esto muy bien en su brevísima novela Una lectora nada común, en la que una reina decide dejar de serlo al convertirse en
una competente y apasionada lectora, es decir que revelarse a sí mismo en la
lectoescritura, también es rebelarse y resistirse ante la terminacion de ocupar
un lugar único en el mundo, sea un lugar de los de arriba o de los de abajo.
En
realidad el libro me ha encantado, tanto su parte más pedagógica que
comparte metodologías participativas,
como la anecdótica que narra las experiencias de estudiantes y maestras, asi como
la que presenta los estupendos textos
que resultaron del ejercicio colectivo.
En
un país de desaparecidos, en el que nosotros mismos vamos desapareciendo como ciudadanos en cada
hecho violento, en un país en que el que día a día perdemos humanidad, perdemos
capacidad de conmoción, perdemos esperanza y ya solo somos
miriadas de ojos acobardados. Construir
nuestra voz nos congracia, nos reaparece, pone de manifiesto el poder
colectivo que tienen las voces de las jóvenes generaciones, a las que tenemos,
como Artemio y Sandra hacen, ¡¡abrirles paso!!
Muchas
felicidades y muchas gracias.
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