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lunes, 28 de mayo de 2018

Didáctica y experiencias docentes: Construir nuestra voz

Didáctica y experiencias docentes: Construir nuestra voz[1]
Shantal Meseguer Galván[2]

Lo primero que quiero decir es que Sandra y Artemio escribieron el libro que me hubiese gustado escribir a mí. Sí, porque yo también he sido privilegiada al tener experiencias tan maravillosas como las descritas en su libro, es decir he presenciado el momento justo del nacimiento de un pequeño y apasionado lector, que ocurrió una mañana mientras yo leía en voz alta a un grupo de quinto año La casa embrujada. La transformación de su rostro y el asombro placentero que observé en su mirada fueron la evidencia inequívoca de ese parto, y no requerí de un examen de Planea, Pisa o Ceneval para saberlo o medirlo. El nacimiento de un lector o lectora es otra cosa, solo puede ser explicado por la mitología, la filosofía, la literatura, tal vez por la sociología, la antropología o las ciencias políticas, quizá.

También he estado en el preciso momento en que un escritor de 10 años se forja y emerge  para sí mismo y para los demás, a través de un poema, en el que vacía el miedo y la fustración después de ser testigo del asalto que sufrió su padre.

Sí, por eso hubiese querido escribir un libro como este, para compartir esas experiencias tal como lo hacen estupendamente los autores de Construir nuestra voz[3], pero ahora no se trata de hablar de mí, sino de los autores y amigos Artemio y Sandra, es decir de quienes son las voces que construyen y se construyen en los distintos y diversos apartados del libro.

¿Quiénes son estos autores?
Son ATP[4] o profesores describiendo su didáctica y narrando sus experiencias docentes en la enseñanza del Español, son investigadores que reflexionan, generan conocimiento, lo aplican y divulgan, o son activistas  militantes de la lectoescritura crítica para pensar y actuar en el mundo, o son escritoras, comunicadores o poetas o locos!!!

Pues me parece que Artemio y Sandra cumplen todos estos roles en cada página del libro y de sus vidas, pues opino, en acuerdo con Oralia Bonilla, que escribe uno de los prólogos del libro, que ante el reto enorme que las sociedades contemporánes enfrentamos en la formación de ciudadanía,  las acciones aisladas no bastan, ¡son insuficientes para la reconstitución del tejido social en nuestras comunidades!

Y estos dos aspectos, la formación de ciudadanía y la restitución del tejido social, constituyen en realidad el fondo de la experiencia que nos comparten en su libro, por ello, las estrategias de lectura y escritura son abordadas y comunicadas desde tantas dimensiones. No se trata de leer por leer o de escribir por escribir, solo para mejorar los resultados educativos, se trata de leer el mundo,  de ser y convivir en el mundo, de saber, hacer  y poder en el mundo, pero también de salvarse del mundo a través de la lectura y la escritura.

Sí, salvarse de la escuela, del amor violento, del desamor normalizado, de la telecracia, de la nota roja, del consumismo, etc. Salvarse leyendo y escribiendo.

Quien como escritora sufre el síndrome de la página en blanco, emprende la cacería de las mejores y más precisas palabras, padece la crisis de creatividad en la configuración de un hilo argumental, y pierde el equilibrio al enfrentar una crisis de identidad durante la construcción de su propio locus de enunciación, valora los textos, los aprecia, disfruta el estilo, se encuentra o se escapa de ellos, pero nunca es indiferente.

Quien como lectora descubre mundos, diversidades, lenguas y lenguajes, se involucra en vidas, viajes, sueños, imaginarios y cosmovisones, identifica posibilidades de entendimiento y amplía su capacidad de comprensión, se revela a sí misma en las diferencias y semejanzas con otros, quien hace todo esto, no, no puede permanecer indolente. 

La lectura y la escritura se necesitan, se nutren, se amalgaman en cada ser, conforman los magmas del imaginario social, vinculan con el otro, conforman un dialogo, no pueden atenderse por separado, ni desarrollarse aisladamente y ello queda claro en el trabajo que nos cuentan. Pero tampoco se emprenden separadas del mundo, están situadas y no pueden ser indiferentes al contexto.

Alan Bennett, cuenta esto muy bien en su brevísima novela Una lectora nada común, en la que una  reina decide dejar de serlo al convertirse en una competente y apasionada lectora, es decir que revelarse a sí mismo en la lectoescritura, también es rebelarse y resistirse ante la terminacion de ocupar un lugar único en el mundo, sea un lugar de los de arriba o de los de abajo.

En realidad el libro me ha encantado, tanto su parte más pedagógica que comparte  metodologías participativas, como la anecdótica que narra las experiencias de estudiantes y maestras, asi como la que presenta los estupendos  textos que resultaron del ejercicio colectivo.

En un país de desaparecidos, en el que nosotros mismos  vamos desapareciendo como ciudadanos en cada hecho violento, en un país en que el que día a día perdemos humanidad, perdemos  capacidad de  conmoción, perdemos esperanza y ya solo somos miriadas de ojos acobardados. Construir nuestra voz nos congracia, nos reaparece, pone de manifiesto el poder colectivo que tienen las voces de las jóvenes generaciones, a las que tenemos, como Artemio y Sandra hacen, ¡¡abrirles paso!!

Muchas felicidades y muchas gracias.




[1] Texto leído el 26 de abril de 2018 en el IMAC, Xalapa, Veracruz.
[2] Directora de la Universidad Veracruzana Intercultural.
[3] Ríos, A y Ortiz, S (2018). Construir nuestra voz. Estrategias y evidencias de lectura y escritura. Cisnegro. México.
[4] ATP: Asesor Técnico Pedagógico

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