El Picinic
Artemio Ríos Rivera
Como en los viejos cines de piojito, en las nuevas salas cinematográficas se puede hacer de todo. No son propiamente cines sino salas de realidad virtual en el campo, al aire libre, en “contacto con la naturaleza". Los Picinics son tan grandes como los viejos autocinemas, con todo tipo de aparatos de audio, video, luces y proyección para una audiencia casi familiar.
El Picinic es una aportación del tercer mundo, inició sus actividades en Haití y se ha extendido por toda la aldea global.
Según las etimologías anglofrancocreoles, picinic es una contracción de los vocablos piso y notación de medida pi; en el caso de cinc, según el diccionario, se trata de un material compuesto de cemento y amianto que se emplea en la fabricación de placas onduladas para cubiertas de construcciones, en este caso para pequeñas separaciones; y cinema, como un establecimiento dedicado a la proyección de imágenes y sonido. La acepción de piso implica algo nivelado (es decir, todos al mismo nivel). Hay quienes dicen que cinic es una contracción de cínico, pero no, significa carcajada en criollo.
El picinic inició como una variante de los ritos de vudú. Los jóvenes y las familias buscaban diversión sin religión, esto dio origen a espacios para acampar donde las familias veían películas antiguas en viejas televisiones y videograbadoras descontinuadas, recicladas, recogidas de la basura tecnológica. No sólo veían, sino que acompañaban las proyecciones con bailes, danzas, juegos o sus propias escenas de amor, un espectáculo interactivo. La ingesta de ciertos brebajes desinhibía a la concurrencia que se desfogaba en especies de rituales fetichistas, verdaderos performances unívocos.
Con el tiempo y las opiniones de los ecologistas sobre el uso del reciclaje, se fueron poniendo sábanas de pantalla, proyectando videos y sombras chinescas en un espacio de 3.1416 metros cuadrados por familia, pareja, individuo o tribu.
Para tener un lugar en el campamento sólo había que pagar el derecho de piso, para nivelarse con los demás concurrentes. Para que no fuera un espacio o espectáculo clasista, algo políticamente incorrecto en nuestros días.
Actualmente no se necesitan paredes para conservar la privacidad o convertirse en el espectáculo de los vecinos, los audífonos y las gafas 3D de visión panorámica aumentada, hacen que cada espectador este concentrado en su propia diversión sin darse cuenta de lo que sucede en el apartado vecino. Además, con la legalización de las drogas “blandas” cada quien se clava en su propio imaginario. De todos modos, entre pisos, hay un absoluto respeto, cuando alguien se desconecta para comer, beber, tener sexo o hacer otras actividades que requieren de su salida de la realidad virtual y ritual, sirven de espectáculo a sus vecinos quienes sólo tienen derecho a mirar en silencio. La extimidad en su más plena expresión.
Uno de los más famosos picinics es el denominado Gomosodorra, sobre los Campos Elíseos, al que los críticos de arte han denominado “La capital mundial del exexo”.
Imágenes tomadas de:
1943 https://www.sopitas.com/noticias/lsd-la-droga-que-cambio-al-rock/
El Hype facebook
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