Madera
Artemio Ríos Rivera
Cuando apareció el ejemplar número cero de Madera en los pasillos de la facultad, en los baños y en medio de las bancas fue señal de que algún guerrillero había venido de la sierra a la ciudad.
También fue síntoma de que la policía política merodeaba la universidad porque tenían infiltrados a los grupos urbanos de apoyo al movimiento guerrillero.
Si el hombre había sido hecho de arcilla, de maíz o de un pan primigenio, también podía haber sido hecho de madera. La madera seca con una chispa podía iniciar el fuego, incendiarlo todo, llenar de luz la oscuridad. El periódico, Madera, pretendía ser esa chispa que iluminara conciencias, que prendiera la hoguera de la revolución social. Mucha metáfora, mucho romanticismo, pero la célula se limitaba a un puñado de jóvenes focalizados en la lejanía agreste de la montaña. Aislados de todo y de todos.
La primera distribución de Madera había sido un fracaso. Nadie se enteró de la existencia del GAR, Grupo de Acción Revolucionaria y sus objetivos en la lucha por un país mejor.
En realidad, la célula que redactaba, imprimía y distribuía Madera, era muy pequeña, ocho militantes a lo sumo. El grupo era rígido y desligado del movimiento social, de sus familias y de todo contacto con la población de ningún lado. Su formación política era realmente magra, sus documentos de formación eran manuales de marxismo de la academia de ciencias de la URSS.
Lo que tenían en común los editores de Madera, era que todos habían participado en algún movimiento popular o sindical independiente y, por eso, quisieron corromperlos o encarcelarlos. Plata o plomo era la consigna de los agentes del gobierno que los invitaban a calmarse, claudicar o venderse. Así se vieron en la necesidad de huir, separarse de sus amigos y familias, pasar a la clandestinidad y organizarse para combatir al Estado.
Se hacían llamar GAR, Grupo de Acción Revolucionaria. Convenientemente la prensa y la inteligencia militar los presentaba ante la población como el grupo armado revolucionario. Así se justificaba su persecución y exterminio.
El día llegó. Se lanzaron a la ciudad los ocho militantes del GAR, apenas llegaban al lugar fueron baleados por agentes de inteligencia militar y civil, era una emboscada. Unos fueron desaparecidos y otros encarcelados, los más afortunados después fueron mandados al exilio. Robles era un agente de la Dirección Federal de Seguridad infiltrado en la célula de Madera.
Fotos tomadas de:
3 https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2019/09/10/madera-la-madre-de-todas-las-batallas/
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