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martes, 6 de abril de 2010

Cuentos juveniles, cuentas que contar

Cuentos juveniles, cuentas que contar (1)


                                                         Artemio Ríos Rivera

Un cuento es siempre, a la vez, lo más natural y lo más extraño… El cuento está hecho de palabras, y por eso es una ilusión tan especial. En realidad es una ilusión doble, que monta una ilusión sobre otra. Un cuento es un universo de discurso imaginario, que es algo así como decir que es un universo imaginario-imaginario, imaginario dos veces, porque ya el discurso, el lenguaje, es en sí un “como si”, un disfraz, un juego con sus reglas.
                                                        Graciela Montes



Cuando los adolescentes realizan una actividad deportiva en la escuela secundaria, participan en algún festival artístico o hacen experimentos en el laboratorio y fuera del aula, no es porque la educación básica pretenda preparar atletas de alto rendimiento, artistas que se van a expresar en magnos foros o científicos con alto grado de especialización. No se descarta que sea éste el principio de una vocación, incluso es lo deseable; sin embargo, el propósito es siempre otro: las actividades escolares y sus productos no son un fin en sí mismos. De lo que se trata, en cada espacio de interacción escolar, es de formar, de buscar y encontrar maneras de convivencia humanista, de promover valores y potenciar las habilidades y competencias de los alumnos.

Es alentadora esa posibilidad de construir realidades alternas a la realidad. El lenguaje ya es per se una representación, ya es un imaginario y no la realidad “real”. Agregar a eso una intención fictiva. Crear ficción, inventar. Intencionalmente no representar la “realidad” y a pesar de eso, anclarse en ella, es lo que implica hacer literatura en la escuela. Construir lo imaginario-imaginario diríamos, en términos de Graciela Montes. Pero no nos pongamos teóricos, eso no sería lo más adecuado en la presentación de una antología de cuentos que selecciona trabajos de alumnos de secundaria del Estado de Veracruz. La intención es resaltar los propósitos de la educación básica como guía del trabajo de creación, de la escritura de cuentos en la escuela básica.

En esa lógica, la publicación 30 cuentos juveniles(2) no es un fin en sí misma, su propósito es mostrar los trabajos de los alumnos pero, sobre todo, implica fortalecer las competencias comunicativas de los jóvenes que participan en esta selección y de los que potencialmente puedan participar en futuras entregas. Ver los trabajos publicados proporciona, a los autores, seguridad en sus acciones y hace conciencia sobre la magnitud de un compromiso, además del trabajo que implica llevarlo a feliz término. Sin que el esfuerzo deje de ser serio, el detonador ha de ser lúdico, disfrutable por encima de todo. Por eso estamos en una búsqueda constante para que el acto de escribir, en el alumno, no sea una obligación sino una necesidad de expresión propia, para que comunique y defienda sus propias ideas, su forma de concebir y leer al mundo.

El trabajo que se entrega hoy al lector es apenas la cabeza de un iceberg, de una enorme montaña donde confluyen esfuerzos de padres de familia, alumnos, maestros, autoridades educativas y programas escolares. Este es un pequeño ejemplo de lo que se está produciendo en las aulas de las secundarias en el Estado de Veracruz. Tal vez no hemos llegado al nivel que todos desearíamos, pero seguimos empeñados en ese esfuerzo. Tal vez no hemos explorado hasta donde somos capaces de llegar en éste rubro que hoy nos convoca en el Colegio Preparatorio de Xalapa. Tenemos que redoblar esfuerzos y prepararnos, seriamente, para ello.

La publicación pone en evidencia competencias comunicativas de los autores de los cuentos: la escritura es un instrumento para solucionar problemas de comprensión lectora, no se puede ser buen lector sin ser buen escritor, y también viceversa. Lectura y escritura son dos elementos de un binomio indisoluble que la escuela va centrando en el proceso educativo. No hay duda de los talentos naturales de los jóvenes, del impulso que facilita (en muchos de los casos) un contexto cultural letrado alrededor de ellos, pero es tarea del sistema educativo acercar a los alumnos (a todos los alumnos) elementos que potencien sus posibilidades lectoras y escritoras, sus pericias comunicativas en un espacio social dinámico y demandante. Esto en un marco de equidad.

Si bien es tarea de la educación básica en su conjunto promover competencias ciudadanas y comunicativas, específicamente corresponde concretar acciones en ese sentido a la asignatura de Español, a las actividades permanentes de promoción de la lectura-escritura y a las estrategias que, para dicho fin, se impulsan desde el Programa Nacional y Estatal de Lectura. La antología que hoy presentamos es un producto que, en ese sentido, ha implicado un largo proceso.

Sin restar mérito a los escritores aquí antologados, reconociendo la labor de sus maestros y el esfuerzo de todos los que han participado en el procedimiento de hacer una publicación de la magnitud del trabajo que aquí se presenta, me gustaría hacer unos apuntes para la reflexión de quienes tenemos la tarea de promover este tipo de producciones.

Toda antología escolar debe mostrar la mano del docente. El profesor debe ser un filtro, el primero: su criterio es parte de ello, además de su apoyo para que los alumnos refinen sus textos y para seleccionar trabajos originales. El primer mérito del trabajo del alumno, si pensamos en publicar, es la originalidad. Para seleccionar es necesaria una cultura amplia, lecturas y ejercicio en el trabajo de arrastrar el lápiz, pero sobre todo paciencia, mucha paciencia. Las cosas en este sentido no son de la noche a la mañana o a pasos agigantados. El proceso es lento y largo. Encontrar trabajos originales es un reto, por eso a veces es preferible escritos sobre la comunidad y los personajes cercanos a los alumnos: la autobiografía y la monografía como ejemplos. Que los muchachos escriban sobre su realidad más cercana, me parece ideal. Editar cuento o poesía de los jóvenes es un reto muy, pero muy difícil.

Se vale usar modelos, pero para tener modelos hay que conocerlos, haberlos leído y reflexionado sobre un determinado estilo de escritura. Es difícil resistir la tentación de copiar y pegar, sobre todo cuando no se está pensando en publicar nuestros trabajos. La leyenda y los mitos son elementos recurrentes en la escritura de los alumnos, variaciones sobre un mismo tema que agrega, o debe agregar, el matiz que da la localidad al relato. Sería prudente que siempre citáramos nuestras fuentes, si son orales damos, en el pié de página, un espacio a la gente de nuestra comunidad, un lugar para aquellos que nos contaron la historia. Algo similar sucede cuando parafraseamos o hacemos versiones libres de historias ya contadas, sería recomendable que el maestro recomiende al alumno acotar lo necesario al pie de la página o al final del escrito, esto es de gran ayuda para el antologador y, sobre todo, para el lector. Esto nos habla de la honestidad intelectual del que escribe y de un trabajo metodológico. Aunque no es muy sencillo, tampoco es tan complicado.

En el marco de los temas de reflexión que nos ofrece nuestro programa de español, es necesario discutir, con los alumnos, las posibilidades técnicas y estilísticas de sus escritos. Pero no sólo eso, hay otras cuestiones importantes, como la temática y el tratamiento de la misma, confrontar al alumno, debatir sus escritos con los elementos que nos ofrece la asignatura de cívica y ética, el perfil de egreso y las competencias ciudadanas que pretendemos impulsar en la formación de los jóvenes, es un ejercicio necesario en un marco de respeto a la decisión final del escritor. A veces la visión accidentalizada, los medios masivos, nos lleva a reproducir sutilmente, de manera inconciente visiones maniqueas o a simplificar cuestiones que podrían ser reflexionadas con un poco de más profundidad. Si tenemos que analizar y valorar críticamente a los medios de comunicación, esta práctica social del lenguaje puede ayudarnos para valorar autocríticamente nuestro trabajo, la producción de textos escolares. Espero no parecer demasiado exigente en mi comentario, no me estoy saliendo del tema. No estoy haciendo recomendaciones a los alumnos, estoy hablando del trabajo que hacemos quienes somos promotores de la lectura y la escritura en las escuelas secundarias del Estado de Veracruz.

Por otro lado, es necesario decir que hay elementos muy interesantes a señalar de los cuentos de los muchachos: la necesidad de un tono gratificante se nota en la mayoría de ellos, el final feliz, la búsqueda de una enseñanza, la moraleja es recurrente en muchos de los escritos. La visión del primer y verdadero amor, la valorización de gestos que parecieran superados, como la castidad de un beso amoroso, salta a la vista del lector. Valores como la amistad, la hermandad diría yo, entre el hombre, los animales y los árboles se hace presente en la antología. El gato es una figura convocada, emblemático animal doméstico cuya fama simbólica es predominantemente negativa, en ese sentido es usado por los alumnos, sobre todo el gato negro, color con la carga semántica de la maldad.

Además, es de llamar la atención los sentimientos de soledad en personajes adolescentes que se sienten menospreciados por el mundo de los adultos y que se mueven a situaciones extremas, donde la figura materna es equiparada con una bruja a la que hay que quemar para terminar con un mal que azota a la comunidad, lugar donde viven madre e hija, esta última representando al brazo justiciero que acaba con la maldad.

Una gran variedad de temas, tonos y tratamientos pululan en la antología 30 cuentos juveniles: el triunfo del amor; la música clásica y el misterio que acompañan al parricidio; girasoles que piden favores a otra flor y al sol; una cadena de sucesos en una granja que hace un llamado a poner atención a las cosas que aparentemente no nos tocan directamente; príncipes, que no son príncipes y se convierten en iguanas tan verdes como los sapos; animales mitológicos como el Pegaso; el agradecimiento como medicamento para extraños males; la gratitud con los abuelos; mujeres humildes que no se dejaron vencer por la adversidad y sacan adelante a sus familias; hermosos sapos minusválidos que en su búsqueda encuentran la fraternidad y nos recuerdan la importancia de ser diferentes; jóvenes bailarinas acompañadas por espíritus bienhechores que debutan en el palacio real ante la reina; niños de hule que ayudan a la comunidad en la catástrofe; hombres que se descubren dos veces en la orfandad; relatos oníricos que llevan a la reflexión sobre la muerte, el paraíso personal y el atrevimiento a ser felices; en fin, toda una miscelánea de temas y tratamiento como señalábamos con anterioridad.

La publicación remata con un escrito que sugiere el mito de la llorona, pero sólo así, sugerido desde la perspectiva de un niño de campo que sueña con ser hombre en los brazos de su madre: “Me abracé a su cuello, tomé sus trenzas olorosas a humo e imaginé lo mucho que faltaba para que yo pudiera ensillar un caballo, cargarlo y salir a vender plátanos… entonces me tranquilicé y me quedé dormido” dice el narrador del cuento con que concluye nuestra antología. Una sencillez hermosa.

No quisiera cerrar mi comentario sin mencionar especialmente al ilustrador, un trabajo de interpretación muy puntual y unos trazos exquisitos, dignos de las narraciones de los muchachos. No quiero mencionar su nombre porque no lo he hecho con nadie, prefiero que sea impersonal y que cada quien busque en el libro el dato que le llame la atención, que despierte su interés.

Para finalizar me gustaría recordar que en las aulas de las diferentes modalidades de secundaria en el Estado de Veracruz, hay diversos productos con diferentes grados de refinamiento: antologías literarias con la recopilación de leyendas locales (muchas de las cuales son en realidad casi universales), selección de textos y autores del gusto de los alumnos, textos poéticos o narrativos escogidos por ellos mismos, periódicos murales, revistas caseras, antologías con cuentos, poesías o guiones para teatro originales. Conversión de textos: de narrativo a dramático o de periodístico a poético, por citar sólo unos ejemplos. Trabajos todos de creación a la medida y las posibilidades de los alumnos y de los colectivos docentes que los atienden. Desde mi perspectiva creo que podemos dar mucho más con un poco de esfuerzo, lo cual sería muy grato y satisfactorio para todos. Las producciones de las que estamos hablando son expresiones locales que no rebasan el ámbito escolar, pero que son demostraciones de lo aprendido.

Sea la presente publicación un estímulo y reconocimiento para esos esfuerzos casi anónimos que se realizan en muchas de las escuelas del Estado. Impulsos que asoman sus bondades y evidencias en las diferentes convenciones de lectores y escritores de las zonas y sectores escolares. Estamos trabajando, pero sabemos que nos falta mucho por hacer. No me resta más que brindar una felicitación para cada uno de los autores aquí antologados. Son ellos los protagonistas de esta reunión de la palabra, enhorabuena para la Antología de Cuentos de alumnos de Educación Secundaria: 30 cuentos juveniles.


NOTAS:
1. Texto leído en la presentación de la antología 30 Cuentos Juveniles, el día 31 de julio en el Colegio Preparatorio de Xalapa, Veracruz, como parte de las actividades de la 20ª Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil Xalapa 2009.


2. Autores varios. 30 Cuentos Juveniles. Antología de Cuentos de Alumnos de Educación Secundaria. Secretaría de Educación de Veracruz, Subsecretaría de Educación Básica, Programa Estatal de Lectura. Xalapa, Ver. 2008.

1 comentario:

  1. la verdad nesesito un cuento urgente para ser sinsera me gusto la explicacion de graciela monte
    lo que quiero es tener un cuento cn una imaginacion inimaginable para todos los cuales
    piensan q no soi capaz de crearlo se den cuenta de la capacidad de mente q tengo
    y se den cuenta q todo es posible en la vida

    giselle oyarzun
    15 años

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