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viernes, 9 de abril de 2010

Una lectura posible de ODISEO

Una lectura de ODISEO
                                   Artemio Ríos Rivera

El concepto de belleza como un goce en sí misma
y como guía de la vida fue expresado por vez primera
y del modo más pleno en Grecia, y las leyes conforme
a las cuales las cosas son bellas o feas, fueron en gran
parte descubiertas y formuladas allí.
                           Gilbert Murray


Diez años tardó Odiseo -después de la guerra de Troya que duró otros diez años-, en regresar a Ítaca, su patria. Homero (o los homéridas) nos relata esta aventura, este poema épico, durante 24 rapsodias en La Odisea; 24 recitaciones que tenían que ser contadas de un sólo suspiro cada una. Si bien es cierto la obra a lo largo de sus partes conserva como hilo conductor el regreso del héroe a su isla, también lo es que cada rapsodia conserva una unidad en sí misma y puede ser escuchada o leída de manera independiente a la totalidad del texto, la unidad del todo no riñe con la particularidad y unidad de cada una de las partes de la obra(1). Por lo anterior el recurso de la repetición y de la síntesis inicial de lo que va a suceder -o de lo que sucedió- era un elemento necesario para poner al escucha al tanto de la trama de toda la historia.

“La poesía heroica es siempre poesía oral; está compuesta oralmente, con frecuencia por bardos iletrados, y se recita cantando a un auditorio que la escucha. Formalmente es inmediatamente reconocible por la repetición constante de frases, versos y grupos de versos en conjunto.”(Finley, 1978:31). En la Odisea, es común el inicio de las rapsodias con la mención de la Aurora, recurso reiterativo que nos introduce en lo que se va a narrar, “Cuando apareció la hija de la mañana, la Aurora…”; “La Aurora se levantaba del lecho…”; “No bien se descubrió la hija de la mañana. La Aurora de rosáceos dedos…”; “No bien rayó la luz de la Aurora, Odiseo y el divinal porquerizo…”(2). En la medida que el bardo compone –o recompone sobre un guión inicial y básico-, cuando va narrando ante su auditorio, se entiende que la repetición es indispensable como un punto de apoyo, como el inicio de la hebra con la que se va a empezar a tejer la fantasía, el mito, el milagro de la recreación imaginativa de la palabra, de la oralidad.

Otro elemento estilístico utilizado con bastante frecuencia por Homero en la Odisea es el epíteto: “…el divinal Odiseo… el ingenioso Odiseo… Atenea, la deidad de ojos de lechuza…la Aurora, de áureo trono… el próvido Zeus… el resplandeciente Olimpo… la prudente Euriclea” son ejemplos de la utilización del mencionado recurso literario(3).

Es importante señalar que en La Iliada y La Odisea, los dos poemas épicos (de heroicos elogios a los héroes y a los dioses) fundamentales atribuidos a Homero, encontramos los orígenes de la literatura griega y europea además de existir entre ambos una continuidad más que evidente, al respecto José Luis Martínez (1976:50) señala: “El primero narra un episodio notable de una larga lucha; el segundo cuenta el regreso accidentado… de uno de los héroes. Pero mientras la Iliada es un poema rectilíneo, que no se aparta de su tema y su tono heroico, la Odisea tiene al menos dos temas distintos e importantes: las andanzas de Odiseo y la lucha por el poder en Ítaca, más numerosos cuentos, tradiciones y relatos folklóricos que le dan cierto carácter novelístico”.

Siguiendo la cuestión de los temas, Maurice Croiset señala que también “comprende dos partes, los viajes de Odiseo y las pruebas que tuvo que soportar en su casa hasta que mató a los pretendientes de Penélope” (Homero, 1988:6), por otro lado, para Finley (1978:35) los elementos de la obra son tres: “las andanzas fabulosas de Odiseo, la lucha por el poder en Ítaca y el regreso de Menelao, Agamenón y los demás héroes”. Indudablemente que el término odisea es hasta nuestros días utilizado como sinónimo de viaje largo, cansado, complicado y difícil. Indudablemente las peripecias de Odiseo para regresar a casa es un tema que no puede ser ignorado por ningún lector o crítico, alrededor de ese motivo se pueden encontrar entreverados otros más, como es el caso de la lucha por el poder o el papel de la mujer en la sociedad esclavista griega diez siglos antes de nuestra era, por citar un ejemplo.

En este sentido la posesión de la mujer como botín de guerra o herencia del poder es parte de esa lucha de los pretendientes por obtener en matrimonio a Penélope y gobernar en el reino de Odiseo. Cortejar a la esposa del ausente no es una galantería amorosa, es un signo de poder, es un derecho de sucesión en el mando, es una posibilidad sólo permitida a los nobles y ricos de Ítaca y sus alrededores, retomando a Martínez (1976:53) tenemos que los héroes de Homero “…se conducen en ocasiones con una crueldad brutal y toman a las mujeres como parte del botín de la guerra; al mismo tiempo, honran a sus padres, cuidan los deberes de la amistad, [y] acogen generosamente a sus huéspedes”. Aunque las mujeres –como el caso de las esclavas- pueden protagonizar seres que merezcan la muerte, el caso de Penélope es muy especial. Penélope es el anverso de la moneda donde esta acuñada Clitemnestra(4), la esposa de Odiseo es: “una heroína moral para las generaciones posteriores, encarnación de la bondad y de la castidad, para ser comparada con la infiel y asesina Clitemnestra, esposa de Agamenón; pero el término héroe no tiene género femenino en la edad de los héroes” (Finley 1978:36).

Por otro lado, en cuanto a los valores que se traslucen en La Odisea, tenemos primeramente el temor a los dioses como un elemento de buen entendimiento, de nobleza; los seres que hacen uso de la razón siempre son “temerosos de los dioses”. Es necesario recordar que los dioses, tanto como los hombres, están expuestos a sufrir, se encuentran divididos entre sí. Se odian y se combaten mutuamente, solo el padre Zeus puede ordenar y disponer por encima de los demás, siempre y cuando guarde ciertas formas, como las acordadas con Atenea para ayudar a Odiseo.

Los dioses son promiscuos y capaces de ayuntarse y tener descendencia con los mortales. Los olímpicos dioses están sujetos a pasiones humanas; tal vez la diferencia fundamental entre los héroes homéricos y las divinidades sea el problema de la inmortalidad, de la posibilidad de manejar ciertos hechizos o fuerzas de la naturaleza a voluntad, siempre y cuando no choquen con la voluntad de otros dioses o con alguna predestinación del oráculo.

Señalábamos ya el contexto del relato durante el período esclavista, entonces es necesario apuntar cómo se justifica la superioridad de los libres, de los nobles. Los esclavos (generalmente esclavas, ya que en la guerra los hombres morían y sus mujeres eran parte del botín) son elemento secundario en el relato, su actuación está en función de los amos, protección y los favores del propietario se obtienen a partir de la lealtad, esclavo que no es leal no tiene otro destino más que la muerte en manos del señor que así castiga la traición, esta es la orden que Odiseo -después de matar a los pretendientes- da a Telémaco, al bollero y al porquerizo, “…cuando hubieres puesto en orden toda la estancia, llevaos las esclavas afuera del sólido palacio, y allá, entre la rotonda y la bella cerca del patio, heridlas a todas con la espada de larga punta hasta que les arranquéis el alma” (Homero, 1993:170).

El rey, el noble, el guerrero son las fuerzas que, aliadas a los dioses, dominan la escena de la sociedad esclavista mediterránea varios siglos antes de nuestra era (¿siete, diez tal vez?); en una sociedad que vive con puertas, ventanas y traspatios al mar es comprensible que el oscuro ponto sea por donde se abren las rutas de salida y de regreso a casa, a la guerra, al país de los muertos, a los reinos vecinos para buscar noticias del padre ausente; el mar es un elemento omnipresente tanto en La Iliada como en La Odisea. La civilización griega es esencialmente marina, el mar Mediterráneo con sus innumerables islas es el marco geográfico de la aventura de este relato, las aguas mediterráneas son algo más que un telón de fondo.

Es por mar donde se hace la guerra y es del rey de los mares -Poseidón o Neptuno, que es igual aunque no sea lo mismo- quien con su oposición al regreso de Odiseo se convierte en el elemento detonante que desencadena todas las desventuras de nuestro héroe.

Por otro lado, retomando la idea del contexto y de los elementos que aporta la literatura griega a los siglos venideros, es importante señalar que Homero nos deja ver cómo la guerra y el consecuente saqueo que practican los vencedores son una forma común y aceptada de acumulación de las riquezas; cuando Odiseo (disfrazado de mendigo) es cuestionado por Eumeo sobre su pasado en la respuesta encontramos las siguientes afirmaciones: “Tomé mujer de gente muy rica, por sólo mi valor; que no era yo despreciable ni tímido en la guerra… era quien primero mataba con la lanza al enemigo… y todas las cosas llegaban a mis manos en gran abundancia. De ellas me reservaba las más agradables y luego me tocaban muchos por suerte; de manera que, creciendo mi casa con rapidez, fui poderoso y respetado…”(Homero 1993:105). Este elemento, la legitimidad del botín de guerra, más adelante será retomado por Karl Marx para explicar la acumulación originaria de capital: el saqueo, la rapiña, la guerra y el pillaje son las fuentes originarias de la riqueza, no el ahorro, no la herencia o el simple producto de la tierra.

También es necesario preguntarnos, ¿hasta dónde es Odiseo (el Ulises de los romanos) dueño de sus propios actos?, ¿hasta dónde es el destino ya trazado el que conduce al héroe por toda una serie de vicisitudes y lo saca avante? Homero atribuye a los dioses todo lo que entre los humanos de su poema épico sucede, Atenea (Minerva) por ejemplo dirige a Odiseo y a Telémaco paso a paso hasta su encuentro y alianza para matar a los pretendientes. Si Odiseo es el héroe, entonces los pretendientes de Penélope son los villanos.

En la rapsodia V, Mercurio, el mensajero de los dioses, hace saber a Calipso la orden de las deidades: ayudar a Odiseo en su partida de esa isla para que continúe el viaje a casa, el retorno no se puede cumplir por las solas fuerzas de Odiseo, el retorno es posible sólo con la voluntad de los dioses, el destino está por encima de la libre posibilidad del individuo. Igualmente nos encontramos en este mismo canto la profecía de Júpiter (o el padre Zeus que tampoco es igual, aunque sea lo mismo), Ulises arribará a la tierra de los feacios y estos lo conducirán a su destino final: Ítaca. De este modo observamos que la relación directa entre los hombres y los dioses, nos lleva a señalar el carácter mítico y de leyenda de La Odisea:

“Homero representa la primera etapa en la historia del dominio griego sobre sus mitos; sus poemas son frecuentemente pregriegos por así decirlo, en su tratamiento del mito; pero hay también en ellos llamaradas de algo más, de un genio ordenador del mundo, que logra armonizar al hombre y a la naturaleza, a los hombres y a los dioses, en tal forma que los siglos sucesivos pudieron extender y elevar esta armonía hasta lograr la gloria del helenismo.
Si es cierto que la historia europea comenzó con los griegos, es igualmente cierto que la historia griega comenzó con el mundo de Odiseo” (Finley, 1978:26)

Finalmente considero que, independientemente de sí fueron dos a más Homeros los creadores de La Iliada y La odisea; por encima de los posibles errores de los copistas y los traductores; al margen del carácter griego o prehelenístico del texto; más allá de que las partes de los poemas épicos hayan sido corrompidas por el paso del tiempo o por la traición de la memoria de quienes conservaron el relato a de manera oral; las aventuras de Odiseo y su mundo, heredan a la literatura universal y al patrimonio cultural de la humanidad, muchos elementos además del goce estético, elementos que nos permiten reconocer y reconocernos en el carácter y dificultades de héroes, villanos, dioses, esclavos y mujeres que esperan o que desesperan. Aunado a la herencia del resto de la literatura, la filosofía, el arte y la ciencia helenísticos, la producción literaria de Homero es un elemento sine qua non para explicarnos la literatura de todos los tiempos.

NOTAS
1. Desde El concilio de los dioses hasta La paces, pasando por la competencia atlética de Ulises con los feacios, o la privación de la vista al cíclope; la aventura con Circe; el episodio de las sirenas o; La matanza de los pretendientes pueden ser leídos de manera independiente o de conjunto sin que el lector pierda la idea general del texto.


2. Las citas en este trabajo que corresponden a la Odisea, son tomadas de la colección Sepan Cuántos de editorial porrua, en el caso de la edición de la UNAM solo se utilizó la nota preliminar de Maurce Croiset. En este caso las citas sobre la Aurora corresponden a los inicios de las rapsodias II, V, VIII y XVI respectivamente.

3. Los epítetos señalados se citan de la rapsodia XX, aunque es un elemento presente a lo largo de toda la obra.

4. A su regreso, Agamenón es asesinado en su hogar por su mujer y el amante de ésta –Clitemnestra y Egisto-.

 
BIBLIOGRAFÍA

FINLEY, M.I. (1978). El mundo de Odiseo. F.C.E. México.

HOMERO (1993). La Odisea. Editorial Porrua. México.

HOMERO (1988). La Odisea. UNAM. México.

MARTÍNEZ, José Luis (1976). El mundo antiguo, II. Grecia. SEP. México.

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