JUANA DE ASBAJE: LA MILITANCIA DE GÉNERO
Artemio Ríos Rivera
privatio est causa appetitus
(la privación es causa del deseo)
Juana de Asbaje
La privación es la causa del deseo, la privación de la igualdad entre géneros, de la posibilidad de ser algo más que un ser humano de segunda, de aspirar a ser sacerdotisa del Dios todopoderoso, ¿Diosa?, de enseñar las letras, de ser algo más que una bella cortesana, ¿acaso ser representante del poder divino y del poder terrenal?, son sin duda motivaciones que en general permean la obra de Sor Juana Inés de la Cruz y, particularmente, el escrito que ocupa a este ensayo: Respuesta a la muy Ilustre Sor Filotea de la Cruz(1).
La privación de pensar, de disentir, de publicar escritos no sólo profanos, sino también religiosos es (en parte) la causa del deseo que se convierte en el motor que impulsa el hacer, el decir, el pensar, el buscar los espacios que permitan realizar -a Juana de Asbaje y con ella a la mujer- lo nuevo en una sociedad tan vieja y descompuesta(2) como la Nueva España de fines del siglo XVII. Estos elementos son parte de la enumeración de razones, memorias, alegatos y exposición de ideas que encontramos en la Respuesta: “Sor Juana describe y explica sus opciones vitales, desde su infancia en adelante, y además casi se disculpa por mostrarse distinta, de forma que, evidenciando exactamente su diversidad, pide para sí y para las demás mujeres (…) el derecho a estudiar, a tener una cultura, a consagrarse a las letras sagradas y profanas…” (Puccini, 1997:216).
No estoy hablando de motivaciones o ambiciones personales. Qué sacrilegio más grande el pensar que a Juana de Asbaje la impulsaba el deseo de ser Virreina de la Nueva España para realizar lo que hizo: para estudiar, escribir, publicar y polemizar con representantes de la Iglesia exponiéndose al criterio de la crítica y de la Inquisición “(...) yo no quiero ruido con el Santo Oficio(…)” señala Sor Juana en su Respuesta.
Aunque Juana nunca participa en ningún movimiento social, su problema era de género, de la posibilidad de abrir espacios para la inclusión de la mujer, de ser algo más, mucho más que un objeto decorativo, asumiendo así una actitud rebelde ante las instituciones e ideas de la Colonia; la monja es demasiado libre en su forma de pensar. La respuesta a Sor Filotea se le atraganta a los críticos de la época ya que en ella, Sor Juana asume una “…sutil reivindicación de libertad intelectual y moral frente a los dogmas …” (Puccini, 1997:37).
Sin embargo, como figura pública de su tiempo, no estaba al margen de las intrigas y pleitos de poder que se lidiaban a su alrededor. Al problema de género se agrega, pues, el de resistir ante la intransigencia y la misoginia, una variante que influye para que se involucre o asuma una alianza o sea usada en la lucha por el poder entre Manuel Fernández de Santa Cruz y Francisco de Aguiar y Seijas(3), ambos peninsulares, pero el primero con más tiempo de estancia en la Nueva España y (aparentemente) amigo de la monja.
La Carta atenagórica –antecedente de la Respuesta a Sor Filotea- no era únicamente una polémica con el sacerdote portugués Vieyra, era más bien (como lo señalan Paz y Puccini) una crítica a Francisco de Aguiar. Pero ¿era posible que Juana se prestara a estos juegos y que tuviera razones para hacerlo, más allá de su lealtad a Fernández de Santa Cruz? Es posible que sí. Al respecto Octavio Paz (1998:532) señala que Sor Juana:
Sentía indudablemente una mezcla de repugnancia y de miedo ante el extravagante y terrible arzobispo [Francisco de Aguiar y Seijas]. Debió ver su condenación del teatro y la poesía profana como una condenación de su obra y de su vida; su odio a las mujeres debe haberle parecido, todo junto, cómico y horrible. Ella no se avergonzó nunca de ser mujer y su obra es una exaltación del espíritu femenino. Aguiar y Seijas inspiraba temor pero ella no se doblegó. Al contrario: escribir una crítica del sermón de Vieyra, el teólogo venerado por Aguiar y Seijas, equivalía a darle una lección al arrogante prelado.
Sin embargo algo salió mal, su aliado la traiciona, no con la publicación de la Carta Atenagórica, sino con la crítica que dirige a su forma de ser y de interpretar los escritos religiosos. De este modo Sor Filotea(4) condena a Juana de Asbaje y le retira su amistad, permitiendo que las críticas y rencillas afloren ya que “La preeminencia alcanzada por Sor Juana ofendía a muchos prelados; todos ellos eran sus superiores y casi todos presumían de teólogos, literatos y poetas. La monja encarnaba una excepción doble e insoportable: la de su sexo y la de su superioridad intelectual.” (Paz 1998:555-556)
Después de la publicación de la Carta Atenagórica, de que su confesor le sea retirado y de escribir la Respuesta, cuya publicación es póstuma, Sor Juana se retira de la vida pública (deja de escribir, de publicar) y se dedica a sus labores conventuales, ¿Le afecta la ola de críticas injustificadas que se desataron en su contra? La monja dice: “Yo, de mí, puedo asegurar que las calumnias algunas veces me han mortificado; pero nunca me han hecho daño”. Sin embargo “muchos críticos consideran que desde entonces se acobardó y terminó callando por prudencia y conformismo” (Valverde, 1974:69).
¿Puede considerarse cobardía el dejar de cumplir la misión para la que alguien está destinado y lo sabe conscientemente además de ser el motivo de su vida? Yo creo que no, Valverde –o los críticos que él señala se equivocan-. El dejar de escribir en Sor Juana no puede ser una actitud de prudencia, es un signo más de su espíritu independiente y rebelde; ¿Podemos pensar que Sor Juana dejó de escribir por conformismo? Considero que no, conformismo hubiese sido escribir sobre temas teológicos, enmarcándose en el dogma, tal como se lo sugería el Obispo de Puebla; la cobardía o el conformismo se podrían señalar en el caso de que su Respuesta hubiese sido un mea culpa, sin embargo su escrito póstumo es una exposición de los motivos de su existencia, a los cuales no renuncia, es un punzante reclamo a la sociedad por su “defecto de ser mujer, la falta de maestros, el amor al conocimiento y las penalidades que ha padecido por ese amor [al conocimiento científico]”(Paz 1998:559).
¿En quién confiar? ¿Qué camino transitar si todas las adversidades había enfrentado para poder pensar y escribir? Para estudiar, para aprender Juana ha mentido (“…me encendí yo en el deseo de saber leer, de manera que, engañando, a mi parecer, a la maestra, le dije: Que mi madre ordenaba me diese lección”); por su deseo de aprender ha intentado ocultar su naturaleza femenina (“…oí decir que había Universidades y Escuelas en que se estudiaban las ciencias, en Méjico; y apenas lo oí, empecé a matar a mi madre con instantes e inoportunos ruegos, sobre que, mudándome el traje, me enviase a Méjico… para estudiar y cursar la Universidad); en su ansia de saber se ha impuesto castigos corporales como el cortarse el pelo; sus votos de monja tenían un objetivo fuera del religioso, “…la libertad de mi estudio… el sosegado silencio de mis libros”(5); renuncia al matrimonio por las mismas causas (a menos que hagamos caso sobre las interpretaciones de un supuesto lesbianismo, lo que podría dar lugar a otra conclusión).
Sor Juana ha intentado todo para seguir su vocación intelectual, abandonó la corte y, a su pesar, se enfrenta al máximo representante de la Iglesia católica de la Nueva España, en este trance se ve traicionada, calumniada y abandonada (aunque haya voces que se alcen en su defensa). Después de todo eso no es posible pensar en cobardía, prudencia o conformismo. Los indicios señalados llevan a considerar como motivaciones la rebeldía, la desilusión, el autocastigo a su propia vanidad y soberbia (muy común entre la gente que se sabe superior a los demás), como un acto tal vez de humildad y, al mismo tiempo, de privar a los demás de eso que tanto habían admirado en ella, la calidad de su literatura profana, a pesar de ser escrita por una mujer.
Finalmente, considero que Juana de Asbaje es un personaje extraordinario de la América Hispana, esto estriba de que como mujer cargó con un papel difícil para los tiempos que le tocó vivir; también es importante la forma en que asumió su vocación de escritora profana ya que nos ha legado importantes trabajos teatrales, poéticos y narrativos como lo es la carta de la que se ocupó el presente trabajo.
Si Sor Juana tuvo realmente vocación religiosa o no; si la podemos considerar mexicana, hispánica o novohispana como literata; si fue lesbiana o simplemente como mujer tuvo una fuerte decepción amorosa; si por haber nacido fuera de la institución matrimonial llevó que el carácter bastardo de su origen le pesara tanto que la obligó a retirarse de la corte; si como muchos intelectuales cayó en manos de la soberbia y el menosprecio a los demás; si era un ser con dificultades para relacionarse; si… o, en fin.
Si bien todo lo anterior son elementos condicionales que matizan la vida y obra de Sor Juana y, al mismo tiempo, se convierten en puntos de partida para el análisis de su comportamiento personal, su producción literaria y el contexto sociohistórico en que se desarrolló, creo que por encima de todo está el valor estético de sus trabajos y el carácter femenino de su obra en una sociedad profundamente patriarcal y conventual que solamente con los dientes apretados podía tolerar las osadías de la monja de Nepantla y, paradójicamente, gozar y reconocerse en los escritos de la misma, independientemente que éstos fueran teológicos o profanos. Así que, a pesar de todo lo que se ha investigado y publicado sobre esta mujer, ella sigue siendo un enigma y es éste -junto con otros- un elemento que fundamenta su vigencia en los albores del siglo XXI.
NOTAS
1. Los textos de Sor Juana para este trabajo, se tomaron de la compilación que hace Francisco García Chávez (1995), donde incluye la Respuesta a Sor filotea y otros escritos de la monja novohispana.
2. De 1691 a 1695 -periodo entre el que decide dejar de escribir y muere Sor Juana-, son años muy difíciles para la Nueva España, de rebeliones, sequías, hambre y enfermedades (García, 1995:23).
3. Sobre la personalidad de este segundo personaje Puccini apunta, “ el arzobispo Aguiar y Seijas, [era una] tenebrosa figura de integrista y reaccionario, y encima misógino hasta la más sombría ridiculez…” (op.cit. 213).
4. Sor Filotea es en realidad el seudónimo utilizado por el Obispo de Puebla, Don Manuel Fernández de Santa Cruz, para publicar el escrito que llama la atención a Sor Juana sobre sus excesos intelectuales.
5. Las citas de este párrafo corresponden a la Respuesta de Sor Juana de acuerdo a como se señala en el pie de página uno. Los subrayados son míos.
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA CHAVEZ, Francisco (1995). Vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz y carta a Sor Filotea. Editores mexicanos unidos. México.
PAZ, Octavio (1998). Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe. Fondo de Cultura Económica. México.
PUCCINI, Darío (1997). Una mujer en soledad. Sor Juana Inés de la Cruz, una excepción en la cultura y la literatura barroca. Fondo de Cultura Económica. México.
VALVERDE, José Ma. (1974). Historia de la Literatura Latinoamericana (Tomo 1). Editorial Planeta. México.
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