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sábado, 4 de diciembre de 2010

Abrazo

"Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos..."
Mario Benedetti

Brazos que son brasas

brasas que no queman

abrazan y abrasan

envolventes caricias que se desplazan de un extremo a otro

desde la festiva fraternidad

hasta el silencioso hervor de una sangre apasionada

que apenas se asoma por la rendija de una sonrisa

de un apretón de manos

de la cortesía de una frase.



Tus brazos son mis abrazos

que me abrazan y abrasan tiernamente

contenidos por el dique del deber

Una columna se inclina sobre mí

tímidamente se acerca y cerca un corazón

que desbocado se anida en mi pecho.



Pecho a pecho se estrujan mil latidos

ante las indiferentes e inquisidoras miradas

de fraternos ojos.



Siento la redondez de un rostro

que discreto descansa fugazmente en mi oído.



¿Cómo sentir tu radiación, sin que el amor estalle entre mis manos?

frágilmente estrujo las mariposas que saludan con caricias involuntarias

respetuoso, pero explícito transmito lo que siento:

puedo decir que te amo, como se festeja a la vida.

Mi palabra se calla por no ser aprensiva

sin embargo la luz insiste:

es a brazo partido y abrazo compartido.

Lo sé, no me lo digas

sé que no soy el convocado

que tus solidarias manos son asidero de náufragos y ahítos

no soy a quien convocas

no es a mí al que llamas

aunque soy al que incendias

incineras acaso con sólo una palabra

Eso eres tú: pequeña hoguera de generoso humor

frágil hogar al que todos corremos, simulando no hacerlo,

presurosos corremos a rondar en tus rayos.

martes, 2 de noviembre de 2010

POEMAS INCONCLUSOS

Poemas Inconclusos




Húmedas lenguas


                     que paladean tu dermis


Palabras lluvia


                   Ciclones


                                 y torrentes






Savia de plantas y raíces


Osmosis que inicia en mi vacío


                                              y penetra otros plasmas






Se van filtrando, palabras, en medio de las rocas


Minando un sólido que se desvanece y vuela por los aires


Humedece los diques la palabra


                                              inunda resistencias






                                          Te entregas y construyes


              ¬-con mis mensajes-


Otro nuevo poema que rueda calle arriba






Palabra líquida


Imperceptiblemente taladras el concreto


Agua sonora


Acuáticos poemas


No son en sí


Los van haciendo


Construyendo en oídos


en bocas y simientes


           No hay desenlace


                        Solamente un reguero


                                   de letras inconclusas...

miércoles, 13 de octubre de 2010

Capacidades diferentes

Capacidades diferentes


Para Yadira

Ortodoxia en añicos

Madura inteligencia
              capacidad diferenciada

Ágil jinete

              de mariposas manos

plena y feliz

              tu hábil diferencia



Infantil la mirada

             que se posa en mis ojos

tu garganta articula

            difíciles palabras



Múltiple mujer de ilimitadas limitaciones

Tu mirada taladra mi figura

Se posa en la superficie

                         quema

                                    penetra

conoce mis entrañas sin buscarlas

traspasa

           va más allá

                          me deja sin sonido

              sin valor

relativamente vivo

                      torpemente normal

Subes

remontas obviedades



No hay vació en tu mirada

Brilla

Absorbe luz

Alumbra los perfiles

 -Atmósferas palabras-

Pasas encima de todos y  de todo

Franca tu risa

                   Desprejuiciada



Saltan alegres tus ojos en respuestas

Todo sorprende tu tacto sorprendido

                 Tu piel

                             Tu oído

                                    El vuelo de tu pelo

Atenta a un punto

Corres como una niña

Un mundo rueda al toque de tu mano

Tu aliento empuja la troje

Molienda de la vida



No sé qué más decir

Me basta con mirarte

                     Para desvanecerme como un dulce en tu boca

    Volátil algodón de amarga azúcar



Tus pestañas inmensas abanican mi alma

                                 dan aire a la palabra

Mi pluma busca, sin tocar tus contornos,

Insiste en dibujarte
                    torpemente mi mano diluye tus fronteras

Escapas del alcance


Tus pasos mienten un frágil equilibrio

Y sonríes cristalina

Carcajadas ajenas

Me miras

Indiferente

Lejana
          a mi  desierta urgencia

domingo, 10 de octubre de 2010

Amamos

Para acumular: Amamos

acaparar

someter

y avasallar

para eso nos damos.



Para reclamar: Amamos

dominar

acometer

y desarmar

para eso nos damos.



Demasiado pequeños

para el amor

mezquinos,

pero a veces

sólo a veces

pocas veces

crecemos hasta la generosidad

la gratuita entrega.



Los necios reniegan de la lluvia

aunque sea ligera

tormentosa

o pasajera



Llueve

tiempo de lanzar semillas

germinar

fecundar a las hadas en el bosque.



Es el momento de salir

chapotear

bañarse en lágrimas

jugar

derramarse en los demás.


La tormenta anticipa:

la comunión

la calma

la claridad

el sol.

viernes, 8 de octubre de 2010

Cantando cumbia

Cantando cumbia


Roberto aparenta 16 años, en realidad ni él mismo sabe su edad. Su pelo es chino, ensortijado, parece costeño, pero su piel es más clara que la de los jóvenes asoleados en las playas. Delgado, de estatura media, usa pantalón de mezclilla ligeramente corto, de brincacharcos. Sus pies, sin calcetines, se mal ajustan unos zapatos negros sin brillo. Su dentadura está completa y pareja, su ancha sonrisa la luce totalmente blanca. La ropa que porta es muy usada. Sus amigos, por lo flaco, le dicen El Charal.

Roberto prácticamente vive en el mercado. Un tianguis enorme de puestos de comida. Hay un ancho pasillo central franqueado por otros dos de menor importancia, la cuadrícula se completa por seis pasadizos que cruzan horizontalmente los tres primero ejes, como un laberinto en el que El Charal se mueve como pez en el agua. En el centro hay un pequeño camellón con árboles pelones y un poco de pasto. Aunque se expende “comida corrida” y desayunos en general, hay secciones del mercado especializadas en cierto tipo de guisos. A un lado del camellón central están los puestos de jugos, licuados y aguas frescas. Entrando, del lado derecho, están los restaurantes de caldo de gallina, en el extremo opuesto expenden pancita y chileatole de pata. A media nave tres o cuatro puestos sirven birria de chivo, como debe ser. Al fondo están las tortillerías y los puestos desde donde salen los carritos y las canastas a vender tacos de guisado, tamales, atole o café con pan.

Las meseras se disputan la clientela, por el bien del negocio donde trabajan y las potenciales propinas: – Pásele güerita, pásele, aquí hay lugar. –Qué le voy a servir, siéntese. Sonríen, seducen a los transeúntes, se muestran amables y solícitas.

Por las mañanas el mercado se llena de olores que impactan el paladar, huele a comida recién horneada. Las cacerolas de sopa, frijoles o mole están hirviendo sobre las barras de los puestos. Las cazuelas están recién retiradas de las hornillas donde en ese momento se sazona un bistec con cebollas o unos huevos en salsa verde.

En la noche el olor se vuelve un poco rancio, el vapor sube por las coladeras, los gases llenan el ambiente de aromas desagradables, son los hedores que acompañan el sueño de Roberto, su diaria pesadilla. Ante la ausencia de seres humanos, las ratas hacen sus rondines y comen desperdicios. Los puestos de mariscos que en el día se antoja verlos y olerlos, por la noche se vuelven poco respirables, ni siquiera el consuelo de que huelen a sexo sucio de mujer los hacen soportables.

Es temprano, el día está soleado. Roberto trae un güiro de plástico en la mano izquierda, en la otra un peine negro. El instrumento de percusión semeja un tiburón, lo raspa rítmicamente con el peine, canta con voz al cuello “La rajita de canela”. Se ríe, mirando con intención a la mesera que recoge unos platos, piensa en el doble sentido que puede dársele a la letra de la canción. –Yo quiero que me des tu rajita de canela, le sopla de frente a la mesera. La mujer no puede contener la carcajada, pero se apena y trata de cubrirse con el trapo de limpiar.

Roberto termina de cantar y pasa el güiro entre los parroquianos. –Lo que guste cooperar, repite una y otra vez. Algunas monedas caen en las fauces del tiburón de plástico.

Esta acción se repite en cada pasillo del mercado durante un par de horas. En cada esquina que canta, Roberto no puede dejar de imaginar la “rajita de canela” de la mesera a la que coquetea recurrentemente, día a día es como un impulso para iniciar su peregrinaje en el mercado. Aunque ahora interpreta “Cabaretera” o algún bolero, su sonrisa se conecta al recuerdo de una sexualidad que desconoce.

Roberto deja de tocar, junta sus monedas, le alcanzaría hasta para pagar un hotel de paso. Se sienta en la fonda frente a la que cantó al principio del día. Hay un acuerdo tácito con la mesera: hoy es el día. Deambula por los pasillos, compra una naranjada de un cuarto de litro en envase tetra pack. Si no sale con la chava necesitará el recipiente. Compra también un sobre de chocomilk y un limón.

Regresa al primer pasillo y observa a la mesera, sabe que saldrá de trabajar hasta las ocho de la noche, aunque él no tiene nada que hacer ignora si podrá esperarla. Parece más sencillo vaciar en el envase el chocomilk y el limón, para matar el olor del solvente y evitar que la gente se fije en él, incorporar a la mezcla el frasco de resistol 5 000 y ponerse a inhalar. Boquear como un charal fuera del agua botado en un rincón oscuro donde pasará la noche, para que mañana se vuelva a imaginar la rajita de canela.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Mujer que llora

Esa mujer llora en mis manos
cuando hacemos el amor
en llanto estalla
grita
      ríe
         exige paz
se pide más

Invade con su savia
de lúbricos fluídos
se cuela entre mis dedos
suda
      llueve
             fluye
exige paz
me pide más

Y cuando llega
cuando me voy
cuando la beso
cuando me doy
cuando le escribo
y cuando no
   mira el vacio
           toca mi ausencia
                  llora en mis manos
muestra paciencia...

miércoles, 1 de septiembre de 2010

POLIGAMIA

Poligamia



Dos

eran dos

un simple par dialéctico

laxitud y dolor

instantáneo y eterno


Dos eran dos

pero eran mucho más

eran el Universo


A las musas del barrio

de mi barrio siniestro

de mi pequeño barrio

guetto de soledad

amargo

dulce

yermo


Para esas dos mujeres

que no acogió mi pecho

por temor

por dolor

por ese pinche credo

por el remordimiento

por el amor eterno


Por qué no amar así

por qué no amar

sentirnos este día

en este desconcierto


Por qué no amar, por qué

en la primera esquina

en esta misma calle

ahí, en el mercado

la plaza, cualquier parque

allá o cualquier lado


Por qué no amar así

por qué no amar, por qué


En todos los recintos

rompamos soledades

en la escuela

en el templo

    hogar

       palacio

          metro

              prostíbulo

                  autobús

                     oficina

o desierto


Si podemos odiarnos

-y claro que podemos-

eso ni duda cabe

si todo lo podemos

defecarnos podemos

                         golpearnos

                              mordernos

                                 agredirnos

                                      rompernos


Matarnos al instante

es todo lo que hacemos


Por qué no amar entonces

aunque haya dualidad

aunque seamos tres

aunque seamos diez

por qué no amar, por qué


Sus rostros se confunden

sus cuerpos se unifican

su origen es el mismo

al amar vivifican


del mismo árbol

               dos

misma simiente

               dos

misma locura

               dos

la misma fiebre

         dos

              dos

                    dos


Por qué no alzar los pechos

desgarrando los vientres

perdiéndose en el tiempo

para decir qué siento

para armar utopías

deshacer fantasías

y unirnos sin silencio

con ruido

con colores

con verbo

con sudores


Con manos que se buscan

con cuerpos que se tocan

que no callen las bocas


y gritemos los tres

-o todos de una vez-

por qué no amar, por qué

con amor primitivo

sano, animalesco


Sin besos escondidos

con ojos

manos

sexo


Que se haga el amor

como es el pensamiento

Preciso,

     Precioso,

          Indómito,

                   Insurrecto

sábado, 12 de junio de 2010

ESPACIOS EXCLUYENTES

Espacios excluyentes

Artemio Ríos Rivera


En la radio se escuchaba a los Beatles; el cuarteto de Liverpool tenía su oponente musical en el consorcio norteamericano, creado en el mismísimo estilo de los músicos ingleses, Credence Clearwater Revival. A mis doce años el pelo largo era un problema de disciplina para la escuela primaria donde acudía a estudiar: me cortaba el pelo o no entraba a clases. El pelo seguía creciendo. Un año después, un poco por error, el pelo largo me llevó al festival de Rock y Ruedas de Avándaro, Valle de Bravo.

Los recados a mi madre, desde la escuela, eran constantes, pero las llamadas de atención no eran entregadas o ella no tenía tiempo para acudir a la escuela a resolver problemas de disciplina infantil; trabajaba como mesera en un restaurante en el mercado de la Merced en el centro de la ciudad de México.

La institución tenía que ceder y conservar, al mismo tiempo, el principio de autoridad, no me prohibían la entrada a la escuela, pero sí a mi salón de clases; la biblioteca se convirtió en mi celda de castigo, en realidad era un paraíso con un ser alado, joven y bella, que me atendía de manera particular, me daba revistas, libros, ayudaba en mis tareas y se hacía de la vista gorda, cuando me acercaba a jugar al enorme piano que oficiaba desde el centro del recinto bibliotecario, reliquia que nadie debía tocar.

El pelo rebasaba el tamaño que yo mismo y mi madre podíamos soportar, el matojo era podado y yo regresaba, con el espíritu lleno de energía, al salón de clases. La melena volvía a crecer más allá de los límites impuestos por la disciplina escolar y retornaba feliz a la biblioteca. Revistas de la Academia de Ciencias de la entonces Unión Soviética, Asterix franceses, Bilíquenes de no recuerdo dónde, pasaban por mis manos después de terminar la carga de actividades que mi maestra mandaba que hiciera en mi celda de castigo. No recuerdo haber leído algún libro; consultaba las enciclopedias; leía algunos cuentos, tal vez ciertos párrafos de cualquier libro de manera desordenada, como siempre.

Era hermoso tener ese mundo para uno solo, un verdadero paraíso con un místico silencio, que semejaba un templo donde los elementos sagrados que poblaban el lugar parecían moverse, y moverme, en otra dimensión. El bullicio masivo del patio escolar, contrastaba con ese silencio amotinado, de callados fantasmas, que sediciosamente intentaban asaltarme de manera agradable.

La escuela Domingo Faustino Sarmiento compartía una alberca con la John F. Kennedy (en Fray Servando Teresa de Mier, en la ciudad de México), donde una atractiva sirena nos enseñaba a nadar, una inquietante mujer de verdad, en traje de baño, con senos y glúteos que nada tenían que ver con la niñez de nuestras condiscípulas o la lejanía de las estrellas de la televisión; el deseo se sublimaba y los manuales o reglamentos de deportes acuáticos también llamaban poderosamente mi atención en los estantes bibliotecarios de la escuela.

Intuitivamente aprendí a conocer una biblioteca: cómo se organizaba su acervo, qué era una bibliotecaria, cómo se trabaja en ese espacio; me sentía familiarizado con ese lugar que en la dialéctica de su magia mezclaba el placer y la reverencia, el castigo y la buena fortuna, la obligación y el desparpajo de la soledad contemplativa, la concentración y el vuelo de púberes ardores que jugaban con la divina trinidad de la maestra de mi salón de clases, la bibliotecaria y la instructora de educación física que con infinita ternura nos enseñaba a nadar en las aguas compartidas, con ese cuerpo de mujer que por primera vez descubríamos y palpábamos accidentalmente.

El trauma vino un par de años después, al consultar en la Biblioteca Nacional (un edificio colonial que entonces se encontraba a un costado del Zócalo capitalino). Era una amplia construcción donde acudíamos verdaderas masas de adolescentes insurrectos. Ni siquiera éramos controlados por el autoritarismo de viejas bibliotecarias avinagradas, que no podían dar un servicio ordenado a esa bola de jóvenes semianalfabetos quienes no sabían qué buscaban ni cómo encontrarlo, que no conocían un fichero ni su organización. Parecía una romería, niños escandalosos tratando de mal hacer una tarea incomprensible y familiarizarse con los libros. No entiendo como las bibliotecas se pueden convertir en espacios excluyentes de sí mismos, es decir una no explica a las demás, pueden ser de pronto tan aparentemente antitéticas. En fin, el espacio público bibliotecario es una experiencia inagotable de la cual cada quien tiene su propia historia, la posibilidad de empezar a construirla y eventualmente contarla.

domingo, 6 de junio de 2010

El Zodiaco Mariano: las 11 000 vírgenes también peregrinaron en América.

Una reflexión en el bicentenario:

El Zodiaco Mariano: las 11 000 vírgenes también peregrinaron en América.


Artemio Ríos Rivera

...no son sólo los diversos géneros artísticos los que se estudian paralelamente: el arte mismo se trata como un proceso que evoluciona en exacto paralelismo con otros logros dentro de una cultura. (...) Queda, pues, fusionado en un trío indisoluble el estudio crítico de las obras de arte concretas, la teoría estética y la reconstrucción de situaciones históricas...

Edward Wind


El presente trabajo, a propósito de celebraciones nacionales, pretende ser una reflexión alrededor del libro Zodiaco Mariano escrito por el padre jesuita Francisco de Florencia, a fines del siglo XVII. Dicho texto fue corregido y aumentado por el también jesuita, Juan Antonio de Oviedo a mediados del XVIII y publicado, por primera vez en la Nueva España, en el año 1775. El texto (cerca de 400 páginas) llega a nosotros en la edición de 1995 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, con una introducción de Antonio Rubial García.

La reseña esta basada en una imagen del pasado, que ha llegado hasta nuestros días con una vigencia distinta a la de su momento de creación, pero sin duda con gran fuerza y significación. La veneración religiosa fue el motivo explícito de la figuración mariana durante el Virreinato de la Nueva España. Hoy la estampa religiosa puede tener varias lecturas sin mayores conflictos de conciencia, ideológicos o inquisitoriales. Esto nos lleva a considerar, en el presente trabajo, a las imágenes marianas como objetos de la historia del arte, como elementos que además de un contenido plástico y estético, tienen una connotación histórica e ideológica, elementos que sirvieron para la cohesión de una sociedad francamente diversa en términos étnicos, culturales, lingüísticos, filosóficos y geográficos. Pero con un ascenso a la hegemonía, en el mundo de las ideas y de la representación de la realidad, marcadamente criollo.

La imagen de María y sus diferentes advocaciones son figuras emblemáticas que requieren de una lectura cuidadosa de los simbolismos insertos en cuadros, bustos, estatuas o relieves. Sin embargo, no es motivo de este trabajo ahondar en esos elementos para los que nos faltan argumentos interpretativos, además que el texto nos evoca las imágenes, pero no las presenta en su propio cuerpo, para eso se requiere de un trabajo de investigación más amplio y detenido. Por el momento limitémonos a la reseña —pretendidamente crítica— del contenido del libro.

Nada más apropiado para atraer la atención de la gente que una imagen. Una representación que se puede convertir en el espejo de nuestros deseos y aspiraciones espirituales, de nuestras necesidades materiales y de nuestra circunstancia histórica. Un símbolo que nos ha podido congregar ante ella (la imagen), uniendo lo diverso en una aporía, en una tensión dialéctica de lo que no es lo mismo, pero no puede separarse, de lo que no es sólo en sí, sino también para sí con el otro que es la vez su contrario, su complemento y parte de sí mismo.

En medio de una población analfabeta, dividida en diferentes lenguas, razas, castas y concepciones del mundo, una imagen puede ser un punto de comunión visual y espiritual, aun cuando ese espíritu posibilite concepciones distintas a la lectura de la imagen.

Se dice que atrás de Guadalupe esta Tonatzin, es posible y hasta compatible, pero quien ocupa el espacio ritual y es venerada públicamente es Guadalupe, esa imagen sincrética que nos describe Francisco de Florencia, producto de sus observaciones y de lo que testifican otros documentos de la época:

El cabello es muy negro, y partido al medio de la frente serena y proporcionada. El rostro llano y honesto: las cejas muy delgadas, los ojos bajos, la nariz aguileña, la boca breve, el color trigueño nevado, el movimiento humilde y amoroso, las manos puestas y unidas, levantadas hacia el rostro y arrimadas al pecho sobre la cintura, en que tiene un cinto morado, pareciendo sueltos debajo de las manos los dos cabos de su atadura. Descubre solamente la punta del pie derecho con el calzado pardo muy claro: la túnica, que la viste desde el cuello a los pies, es de color rosado muy claro, y las sombras del carmín oscuro, y está labrada en labores de oro. Tiene por broche al cuello un óvalo pequeño de oro, y dentro de él un círculo negro con una cruz en medio. (Florencia y Oviedo, 92-93.)

En la esfera celeste, donde se mueven el sol, la luna y todos los planetas observables a simple vista, se encuentra la representación material de los signos del zodiaco, pero ¿qué pueden ser esas estrellas? Ante los ojos de un religioso de tradición novohispana del siglo XVII, especulemos, pueden ser una manifestación sublime de la voluntad de Dios. Ese cielo, cuajado de estrellas, podría ser, la advocación mariana que se transforma en las 11 000 vírgenes, los cristianos salvos, firmes en su fe. Estos mártires liberados de la tiranía del sexo, podríamos figurarlos como las 11 000 vírgenes que acompañaban a María en su peregrinar por el mundo y, obviamente, también por América.

En esta forma, testimoniando las representaciones de María, es como Francisco de Florencia recopila y da cuerpo al Zodiaco Mariano. Una historia, mítica y alegórica, de las imágenes de la madre de Dios, la Virgen María, que fueron veneradas entre los conquistadores y los naturales de América septentrional en el periodo virreinal.

Por razones de herencia cultural, entre otras, seguimos observando y venerando esas imágenes de manera mayoritaria, no individualmente sino como colectivo, como nación. En las iglesias, capillas, claustros eclesiásticos y aún en espacios abiertos, están varias de las raíces de nuestro México del Siglo XXI. Esta raíz espiritual permea las manifestaciones artísticas y culturales, políticas y sociales de nuestra nación, de ahí la importancia de recuperar textos como el de Florencia y Oviedo, no como un catálogo de curiosidades absurdas (como podría parecer ante la recepción de un lector del presente siglo), sino como un documento iconológico, que nos permite reconstruir la recepción de los cuadros marianos en su contexto y tratar de explicarnos el por qué, de todo un mundo que se mueve alrededor de esas imágenes.

Parece difícil discernir frente a la actitud primaria ante una imagen, entre la veneración de un cristiano y la admiración de un historiador del arte ante los cuadros canónicos, como lo son los de María, que tienen sus antecedentes más allá de la aparición del cristianismo y que de pronto llegan a tomar actualidad y nuevas formas inverosímiles, incluso en los religiosos mexicanos canonizados por Juan Pablo II, mártires o no de guerra cristera, o en la santificación del pedestal de Guadalupe: Juan Diego.

Ante la falta de memoria histórica de algunos, ante la obligación compulsiva de olvidar su pasado de otros; el imaginario colectivo busca elementos que le den identidad, que den racionalidad a su razón de ser y estar en un espacio geográfico. Espacio que puede no ser el de su origen (el caso de los peninsulares), o que ha dejado de ser suyo (el caso de los indios), o para reclamarse como herederos únicos de un patrimonio que debe ser administrado y distribuido por los dueños (nuevos dueños) “legítimos” de una nación, como sería el caso de mestizos y criollos. Las imágenes marianas van formando parte del orgullo criollo, de una nueva iconografía, de una nueva comunidad imaginada que trata de plantarse en la misma dimensión del otro. Si bien el nuevo híbrido americano y la parafernalia cristiana tienen su origen en Europa. El dogma religioso no es capaz de impedir que la madre de Dios tome carta de naturalización en Nueva España y que rectifique y rescriba una historia divina, que va ha ir alimentándose y encontrando justificación en los milagros y las apariciones como las que nos describen Florencia y Oviedo en su libro. En el caso de la representación de la Virgen de los Remedios, por ejemplo, ésta toma carta de nacionalización en Nueva España como lo señala Luisa Elena Alcalá (1997:54). “El maguey y el indio [que acompañan a la figura de la inmaculada] indican el momento en la historia de la Virgen de los Remedios en que deja de asociarse con los conquistadores y se convierte, una vez encontrada por el indio Juan, en símbolo emblemático de una Nueva España distinta y criolla”.

Es indudable que después del traumático encuentro de los dos mundos, españoles e indios buscaban elementos para una identidad, factores que redimensionaran un lugar, un espacio geográfico y espiritual. Fueron los milagros que las imágenes de María hicieron a los habitantes de América, los que determinaron que el culto surgido a esas formas que tomaba la madre de Dios, propiciaran que lugares como el cerro del Tepayac, Ocotlán, Zapopan, San Juan de los Lagos, Zitácuaro a lo largo del país, así como San Juan de Ulúa(1) y Cosamaloapan aquí en Veracruz, y aun más allá de las hoy delimitadas fronteras nacionales como Guatemala o Nicaragua en centroamérica, se convirtieran en lugares de peregrinaje y zonas de desarrollo cultural y encuentro entre comunidades cercanas geográficamente y aún lejanas en términos raciales y de clase. Uno de los principales argumentos que reforzaba la tradición de una devoción, nos dice Alcalá, era la capacidad de su imagen para obrar milagros, esto lo sabían con claridad Florencia y Oviedo.

El milagro, la aparición, la revelación así como las donaciones de imágenes marianas fueron elementos que impulsaron a la veneración de la Virgen y el espacio de comunión ideológica. Todas las imágenes del Zodiaco están relacionadas con algún elemento sobrenatural que las hace objeto de veneración, de curiosidad, pero sobre todo de la esperanza de un milagro que estaba por venir, la emancipación criolla de la Corona de España, la independencia. Todo esto preparaba las condiciones para que el uso de la imagen mariana en su advocación guadalupana fuera estandarte de un movimiento social, no por mera ocurrencia momentánea de un cura levantisco, sino como un impulso histórico que paradójicamente se venía gestando con la “naturalización” de María en el Nuevo Mundo.

Es en este sentido en que el modelo virginal, los colores, los gestos plasmados en un cuadro, van a cobrar una dimensión tan fuerte, que provocan el surgimiento (la mayoría de las veces de buena fe) de versiones milagrosas como: la resucitación de indios muertos, el alivio de los enfermos, la defensa militar de ciudades, defensa que se extiende ante los fenómenos de la naturaleza (como inundaciones) y epidemias. El castigo ante excesos, idolatrías y delitos, son elementos que, por encima de todo, tienen que ver con ejemplos para la obediencia, la sumisión y el sometimiento ante el orden social imperante, las figuras marianas son un elemento persuasivo del periodo Virreinal, elemento de cohesión ideológica.

María en sus distintas versiones: Guadalupe, Remedios, Rosario, Purísima, Angustias, Soledad, Carmen, Merced, Peregrina, etcétera, se presenta siempre como una imagen distinta y distante a la realidad imperante, pero es un alivio a las situaciones mundanas. Los rostros de ternura, las manos extendidas para ayudar, proteger al desvalido, es un elemento de atracción, de confianza. Por su origen celestial y por su gesto, la efigie impone respeto. La Virgen es muchas veces dulce y dura, al mismo tiempo (el consenso y la coerción en un solo rostro, elementos de los que hablara Maquiavelo a principios del siglo XVI). Veamos lo que nos dice el Zodiaco con relación a la imagen que se planta en la fundación de la ciudad de Celaya, Guanajuato con la consecuente construcción de un templo católico:

Desde que se fundó entonces villa y después ciudad Celaya, escogieron los fundadores y vecinos por su especial patrona a la santísima Virgen en el Misterio de su Purísima Concepción. Y creció más la devoción desde que consiguieron una imagen de este misterio, la cual es de talla de vara y medio de alto y de singular proporción y hermosura, pero con un rostro entre risueño y severo, de suerte que juntamente enamora y pone respeto, causando gozo y temor a quien la mira. Y en ella tiene toda la ciudad librado su consuelo y seguro el remedio a sus necesidades (Florencia y Oviedo: 339, el subrayado es nuestro)

En el párrafo anterior vemos también como la imagen mariana tuvo ese mérito fundacional de ciudades, de pueblos que se congregaban alrededor de los templos, o la fundación de lugares de culto a donde acudían las peregrinaciones y se detenían los viajeros a dar gracias, pedir milagros, cumplir votos y mandas. Estas ermitas o iglesias en cerros o caminos, como otros centros de culto católico se convertían en escenarios de la fiesta litúrgica donde participaban autoridades eclesiásticas, civiles, militares y gentes de todas las castas y estratos sociales existentes en la sociedad novohispana. El templo católico fue el elemento de comunión más importante de la sociedad en la Nueva España.

¿Quién pintó esos cuadros?, ¿quién esculpió las esculturas? En muchos de los casos se sabía que eran obra de manos santas (San Lucas, por ejemplo). En algunos casos se hablaba de imágenes acheiropoietas, cuadros hechos por mano divina y no humana, como autorretratos de la propia Virgen, labor de ángeles. ¿Autorretratos de la Virgen? si, la fe lo explica todo. En otros casos eran anónimos artesanos americanos, españoles o italianos. Estos copistas realizaban su labor ayudados por la mano de Dios o por la inspiración divina, según los jesuitas Florencia y Oviedo. Otras veces, como en el caso de la Virgen de Guadalupe, era un verdadero enigma el origen de la imagen, “el retrato de la Virgen era ante todo un jeroglífico por descifrar, un ideograma expuesto a toda inferencia intelectual: a la vez que se ocultaba en él la ventura y fortuna de la nación mexicana también se escrituraba, conforme al pensamiento enigmático del barroco, un destino común para sus habitantes” (Cuadriello:241).

Las figuras originales, los modelos de los cuadros y las esculturas marianas, siempre estaban en el cielo, en la constelación de estrellas, en las 11 000 vírgenes que deberían ser la imagen y luz de la propia madre de Dios, de María. El original podía estar en la mente del que testificaba una aparición y daba el retrato hablado a un pintor para fijar la imagen y su circunstancia.

Si el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, los retratos de las vírgenes fueron hechos a imagen y semejanza de la madre de Dios. Por eso, en el caso de las iconografías marianas, se cumple la máxima de que un cuadro debe más a otro cuadro que a la realidad misma, las figuras de que nos habla el Zodiaco Mariano son variaciones sobre un mismo tema.

La imagen clásica de la madre de Dios toma diferentes nombres, siendo en esencia el mismo ícono, los mismos elementos tomados y plasmados por los artistas italianos o españoles, quienes a su vez se inspirarían en principios de la antigüedad clásica Griega o en figuras emblemáticas regionales. María, en términos plásticos es un paradigma de proporción, de expresión facial, de luz y posición corporal que transmiten la bondad y ternura de una madre.

El Zodiaco es una verdadera compilación promocional de la religión católica, Francisco de Florencia y Juan Antonio de Oviedo lo dejan bastante claro en el prólogo al lector y al inicio de la primera parte del libro.

Siendo el argumento de este libro las maravillas que el señor ha obrado por medio de las imágenes de su Santísima Madre en toda esta América Septentrional y Reinos de la Nueva España (...) En todas las provincias y reinos de esta América septentrional se ha mostrado la gran Madre de Dios y Señora Nuestra, propicia y liberal en sus favores. Porque al paso que la religión verdadera se ha ido dilatando en ellas, han ido creciendo las misericordias de esta Soberana Reina, en que muestra cuánto le agrada el ver extendida la fe de su Hijo en este Nuevo Mundo. De lo cual serán prueba manifiesta los muchos santuarios milagrosos que en él tiene, que son como patentes oficinas de su piedad. (Florencia y Oviedo:46, 47 y 51)

Las imágenes marianas son excelentes elementos de propaganda mística con un enorme poder persuasivo, fuertemente apuntalado por la oratoria sagrada.

Uno de los milagros más importantes realizados por la imagen mariana y que esta implícito en el texto es el de contribuir a la existencia de un equilibrio, difícil, durante el Virreinato. Equilibrio que se encontraba amenazado por las profundas desigualdades económicas entre las razas y las castas, por las formas de exclusión y marginación de indios y negros, por la opulencia ostentosa de los peninsulares, por las necesidades y aspiraciones políticas y económicas de los criollos, por un mestizo que empezaba a ser mayoría numérica entre la población.

Aunque la virgen también castigaba a elementos de las clases altas como individuos, tal parece que a las clases subalternas las castigaba además como colectivos, por ser su conformación racial de por sí inferior a los ojos divinos y por ser presa fácil de la idolatría. Ante cualquier tumulto, motín o revuelta, además de las armas y parapetos militares del Virreinato, se contaba la alianza sagrada de la madre de Dios con los cristianos viejos, esto lo podemos ver en el comportamiento de la Virgen de la Soledad en Cosamaloapan a mediados del XVII, en su intervención contra la rebelión de los negros, cuentan Florencia y Oviedo que:

En una ocasión muchos negros cimarrones saquearon el pueblo de Cosamaloapan. Y temiendo los españoles y demás vecinos del pueblo los insultos que pudieran cometer los forajidos negros contra la imagen de la Virgen, determinaron sacarla en procesión y llevarla al pueblo de Amatlán. Pero al salir con la santa imagen el licenciado Juan de Silva Gavilán, que era entonces el cura beneficiado, se levantó un huracán tan terrible y espantoso, con tanta abundancia de agua que llovía, que se cortaron los caminos inundados. Y no pudiendo salir con su intento la volvieron, juzgando que no necesitaba de más guarda que la que tenía a su disposición los ángeles del cielo, para que la defendiesen. Y así fue, porque los negros no se atrevieron a profanar ni a la santa imagen ni a su capilla, ni cosa alguna que le tocase. (Florencia y Oviedo:247)

Además de contener la desobediencia colectiva y prevenir disturbios, la advocación mariana también somete a los indios de manera individual. Aunque no tengan nombre esos indios, son personajes de milagros relatados por testigos jurados, por tanto dignos de crédito. En Xalisco, la Señora de San Juan, conocida como la Peregrina, obró un milagro en la persona de un indio que no quiso venerarla. Al paso procesional de la Peregrina, entre Guadalajara y Huichapan, todas las labores se suspendían a más de una legua de distancia y los indios salían a venerarla. Solamente un indio no quiso dejar su arado. Al pasar la procesión sus dos hijos salieron corriendo para decir que su padre había sido picado por una víbora y se encontraba muerto. Los peregrinos llevaron la santa imagen al lugar donde estaba el indio tendido. Compasivamente fue colocada la imagen sobre el cuerpo del muerto, este se levantó bueno y sano, al mismo tiempo la víbora malhechora quedaba muerta. Ante esta situación, obviamente, el indio no volvió a dudar de su fe, ni sus hijos, ni los testigos del milagro y, seguramente, ni los que supieron del portento, ya fuera por viva voz de los participantes en el hecho o por vía de referencias como lo hace el Zodiaco. El libro está lleno de este tipo de relatos donde el personaje central, como hemos abundado, es la imagen de María en cualquiera de sus diferentes acepciones.

El color de la piel de la mayoría de las vírgenes, blanco, nos recuerda la superioridad, el poder y la autoridad de los peninsulares, o de los blancos nacidos en América. Los íconos marianos, en este sentido, tienen una función similar a la pintura de castas: el concepto de jerarquía racial vinculada al color de la piel subyace en estas obras.

En el Zodiaco Mariano la geografía terrenal esta delimitada por el poder divino, las imágenes milagrosas, sus santuarios y devocionarios, se cuentan, más que por provincias por obispados: Yucatán, Puebla, Oaxaca, el Reino de Guatemala (obispados de Chiapa y Nicaragua, arzobispado de Guatemala), Michoacán, Guadalajara y Guadiana son los lugares en donde encontramos las imágenes de María.

María es la alegoría de la buena madre, milagrosa, de todas las virtudes. Es la iglesia triunfante no sólo en Europa contra los reformadores religiosos, sino también en América en contra de las idolatrías que se manifestaban en cultos paganos y sacrificios religiosos inhumanos. La veneración, por parte de los antiguos mexicanos, de deidades femeninas, como Nonatzin, facilitó que la divinidad de los españoles fuera rápidamente asimilada por los indios e incorporada como elemento devocional. Es sintomático, que en el libro veamos, como los indios usaban el nombre genérico de María no como madre de Jesús, sino como el Dios mismo, los curas tenían que ir explicando la diferenciación entre ambos.

El mundo espiritual que fue negado a la llegada de los españoles, con la recia figura del hombre barbado, con la cruz y la espada; tendía una mano femenina, delicada y dulce en la figura de María, una mano blanca que podía ser tomada y venerada en una hibridación espiritual que poco a poco, no del todo, iría perdiendo muchos de sus elementos prehispánicos de resistencia o incorporándose al nuevo culto. La figura de la virgen, su imagen, iba construyendo consensos que llegaron hasta las manos de Hidalgo arengando a los indios a los inicios del siglo XIX.

La fiesta litúrgica no está ausente de este argumento. La procesión. El traslado de reliquias está presente en el texto, así como la disputa por la presencia de la misma y sus favores. El estreno de templos es otro elemento que llama a la veneración, pero también a la festividad.

Como hemos visto, la imagen es sin duda un vehículo de poder traumatúrgico, las vírgenes son patronas y protectoras de ciudades y pueblos. Protectoras contra epidemias, desastres naturales, rebeliones, delincuencia y abusos.

Inconscientemente el libro es también un discurso histórico con un referente ético: “La convicción de Florencia de que las imágenes tenían un valor histórico, constituye una invitación para analizar el papel de la historia y la identidad a través de las pinturas que representaban estas devociones.” (Alcalá:52)

Al igual que en Europa, las vírgenes siguen un patrón parecido de apariciones y milagros, y el comportamiento social ante la aparición se repite en América, Antonio Rubial García, en su introducción al Zodiaco Mariano escribe,

Toda aparición portentosa daba origen a un santuario de peregrinación, un espacio separado del resto del mundo, delimitado, inviolable; a veces la imagen mariana suplantaba el culto a una antigua divinidad precristiana, usufructuando una sacralidad de siglos; otras, se imponía en un paraje con características geográficas o históricas que hacían propicia una hierofanía o manifestación de lo sagrado. (Florencia y Oviedo:14)

El libro reseñado nos muestra el contenido de las pinturas marianas, sus códigos de representación. El tratado se alimenta de información recopilada básicamente de manera oral. Implica además, formas de enfrentar una problemática de comportamiento social específica. Lo formal, lo genérico, lo biográfico y lo ideológico están presentes en esta iconografía de María.

Los objetos marianos son verdaderamente imágenes, en el sentido de que en ellos hay una evocación de elementos que van más allá del objeto, son una representación de un mundo, tienen un valor simbólico e histórico, por su significación en su espacio y en su tiempo, por su proyección hasta nuestros días, esto les da al mismo tiempo un valor artístico que trasciende el clásico concepto de lo bello en el arte. El rol jugado por esta figura durante la Colonia, la autorrepresentación ideal de una sociedad por medio de una pintura simbólica, la especificidad histórica de esos objetos trataron, y lograron en gran medida, la cohesión de castas tan distintas en lo racial como en lo económico y cultural.

La figuración, la imagen, el texto y el subtexto que se desprende de la plástica evocada en el zodiaco forman todo un discurso. Discurso y representación de una sociedad que se busca como una nueva expresión que supere lo español y que integre, subordinándolo, lo indio, lo negro y los híbridos raciales y culturales amasados por esta trinidad racial básica. La iconografía novohispana logró una formulación o especificidad ideológica. Las descripciones de los jesuitas, son la materia prima para la erudición del historiador contemporáneo del arte, del sociólogo o el hombre de letras que busque elementos de conformación social o estética de la Colonia. Los elementos artísticos del barroco mexicano están presentes en la obra, el análisis de sus imágenes y la simbología da la formulación de variados discursos todavía.

Los objetos estéticos como el lenguaje visual, formales y genéricos con una temática muy específica están presentes en la composición textual, como hemos señalado a lo largo del trabajo. La imagen mariana esta contextualizada por los sujetos que intervienen en su elaboración, en su lectura inicial. En los hechos y las ideas se hacen presentes a un tiempo lo histórico, una concepción artística, una tradición cultural y una conformación y autorrepresentación social. Los paradigmas de explicación como vemos no pueden desligarse del canon religioso. El modelo intencional es pues elemento de culto y control ideológico. La objetividad de un objeto de arte esta envuelta en la subjetividad de su autor (aun cuando éste sea anónimo), de su demandante (en este caso donante) o mecenas, de su receptor y del manejador de la imagen (la iglesia como institución).

La imagen mariana es una argumentación retórica con la implicación ideológica del proyecto criollo. La hermenéutica de la imagen nos lleva al carácter polisémico de la misma, aun cuando se plasmaron las imágenes para tener una interpretación única. La diversidad de lecturas e interpretaciones nos permiten crear verdades tan ricas y variadas que es difícil agotarlas. Buscar el significado profundo de la imagen implica algo más que la descripción e interpretación de la forma y el contenido.

Como sabemos la fiesta pública novohispana, fue un elemento paralitúrgico que caminó en procesión tras la imagen, en el traslado de comunidades y el estreno de templos. María es parte del mundo del simbolísmo, emblemas morales, devocionales, ideológicos. El Zodiaco Mariano, al igual que la emblemática tiene un propósito didascálico, lo didáctico es intrínseco a la espiritualidad y la mariología, en el discurso didáctico alguien posee la verdad, alguien enseña, el otro, o los otros tienen que subordinarse al discurso dominante.

Es necesario cerrar este trabajo con una idea manejada por Enrique Lafuente Ferrari, en su introducción a Panofsky, que es la orientación que han tratado de tomar estas líneas, en el entendido de que: en una obra de arte, la forma no puede separarse del contenido, en ese sentido la distribución del color, las líneas, la luz, la sombra, los volúmenes y los planos, por delicados que sean como espectáculo visual, deben entenderse también como algo que comporta un significado que sobrepasa lo sensorial.


NOTAS

1. Aunque hemos recuperado básicamente el criterio de fortaleza militar del Castillo, no podía estar al margen del culto religioso un edificio que era la puerta de entrada a tierra firme: “En el célebre castillo de San Juan de Ulúa, que está a la vista y para resguardo de la ciudad y puerto de Veracruz, se venera una imagen de talla de la Concepción de Nuestra Señora llamada de la Escalera, porque tiene su capilla en la que va al caballero alto del lienzo, que señorea a la ciudad y a la bahía. Es singularísima la devoción que la tienen los del castillo, y también los vecinos de la ciudad” (Florencia y Oviedo: 252). Era tan manifiesto el encuentro cultural del que hablamos —entre comunidades lejanas racial y culturalmente hablando—, que a más de la veneración por parte de los militares y los vecinos de la ciudad, era costumbre que todas las embarcaciones al partir se despidieran del puerto con salvas a la Virgen de la Escalera.

Bibliografía

ALCALÁ, Luisa Elena, “¿Pues para qué son los papeles... ?” Imágenes y devociones novohispanas en los siglos XVII y XVIII, en Tiempos de América No. 1, Universidad Jaime I, Castellán, 1997, pp. 43-56.

CUADRIELLO, Jaime, “Atribución disputada: ¿Quién pintó a la Virgen de Guadalupe?, En: Los discursos del arte. Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México 1995, pp. 231-239.

FLORENCIA, Francisco de y Juan Antonio de Oviedo, Zodiaco Mariano, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1995.

LAFUENTE Ferrari, Enrique, “Introducción a Panofsky (Iconología e historia del arte)”, en Erwin Panofsky, Estudios de iconología, Alianza, Madrid, 1972, pp. IX-XL.

PINEDA Campos, Dolores, "La fortaleza de San Juan de Ulúa. Identificación de sus materiales de construcción". En Diálogos Educativos No. 12, enero-abril 2002. Xalapa, Ver. Págs. 5-11.

WIND, Edward, La elocuencia de los símbolos, Alianza, Madrid, 1993, pp. 63-70.

domingo, 30 de mayo de 2010

Ella y Él

Ella y ÉL
Artemio Ríos Rivera


ELLA

Tenía trece años. Su madre vendió artículos de belleza de casa en casa durante mucho tiempo. La señora hacía demostraciones continuas de los productos y sus bondades en la salita del hogar, donde Ella jugaba. En medio de jóvenes señoras embadurnadas de cremas, la niña era mimada condescendientemente. Se acostumbró a jugar con cosméticos, peinar, bañar y perfumar muñecas; las pintaba a escondidas ya que echaba a perder los afeites de la mamá y, en el peor de los casos, algunos encargos de las amigas. Muy pronto fue una actividad cotidiana para Ella ponerse “nada más” brillito en los labios. 

Desde que tenía cinco años percibía, sin explicárselo cabalmente, que su mamá era una joven, más o menos guapa y bastante bien formada, que se abría paso en la vida con facilidad gracias a su sensualidad, su don de gentes y la apariencia frívola de su persona. Era una mujer bastante alegre e inteligente. La niña fue creciendo y aprendiendo, sin que nadie se lo dijera, que el aspecto físico, la apariencia y la belleza en la mujer, eran valores importantes, muy cotizados por todos, aunque muchos se empeñaran en negarlo. Por lo mismo odiaba cualquier erupción de grasa que asomara en la dermis de su rostro; el malestar visual que la aquejaba era disimulado con lentes de contacto. A veces, para aliviar la cortedad de su vista, tenía que utilizar gruesos anteojos de cristal que el armazón estilizado y el polarizado pretendían hacer pasar por gafas para el sol. Se miraba al espejo sintiéndose modelo, de todos modos se incomodaba con los espejuelos y lo proyectaba, era cuando sus amigas de la escuela se enteraban de su avanzada miopía y se alegraban secretamente, más por costumbre adolescente que por maldad. 

A su edad, si no era una belleza era “toda una señorita” muy atractiva, además de sus atributos naturales el arreglo personal hacía maravillas: pintura en el pelo, uñas postizas largas y bien pintadas, depilado y delineado de cejas, rimel en las pestañas, la falda escolar más corta que el promedio. Un botón de la blusa discreta y casualmente abierto insinuaba sus púberes senos, pequeños pero bien formados y firmes, guardados en coquetos corpiños de algodón. Cuando la ocasión lo ameritaba usaba medias, negras caladas o blancas lisas, que atraían la mirada de los transeúntes para admirarla y de las señoras para criticarla, para censurar su precocidad.

Ella era feliz al sentirse bella, así se veía en los ojos de los demás. Cada vez que le era posible, los pupilentes no sólo eran graduados sino de color para que sus hermosas pupilas cafés se vieran raramente azules, si el tono le favorecía o no, era lo de menos: la novedad y el cambio la hacían interesante y admirada por sus condiscípulas y los muchachos de la escuela. 

Era una hermosa adolescente, sin complejos, sólo se ruborizaba cuando la descubrían jugando con los juguetes de su hermana menor. Aunque su edad indicaba que se trataba de una niña, era vista disimuladamente, con deseo, por los hombres formales y maduros. Tenía, sin embargo un pequeño punto vulnerable: su poca resistencia a la frustración y a la burla. Cualquier crítica hiriente de sus compañeros de escuela, incluso la más mínima observación, que estuviera basada en algún elemento que Ella considerara un defecto de sí misma, la deprimía y hacía tomar decisiones tajantes e inadecuadas, sobre cualquier tema y ante cualquier situación.

ÉL

Iba a cumplir quince años, cursaba un grado superior que Ella en la escuela secundaria. En tres escuelas diferentes lo habían “invitado” a irse a estudiar a otro lado por sus problemas de conducta. Ahora coincidía con Ella en la misma institución. En su nueva escuela procuraría “no meterse en problemas”, eso era algo que generalmente no le salía bien. Era muchas veces tolerado por sus habilidades deportivas y, muy eventualmente, por sus buenas calificaciones. Su fuerza y agresividad en cualquier tipo de competencia impulsaban importantes triunfos para la institución donde estudiara, pero generalmente terminaban deshaciéndose de Él.

En la primaria siempre había sido un alumno distinguido en el cuadro de honor, nunca era el primero, pero siempre se mostraba entre los más aventajados. Paradójicamente, muy seguido era castigado por diferentes motivos: no portar el uniforme reglamentario, usar el pelo más largo de lo debido, dar un pelotazo accidental a alguna maestra, insubordinarse cuando lo ponían a cargar cajas o acarrear agua, golpear (sin querer, decía) a alguna niña que se metía con Él. Había recorrido cuatro primarias en su vida académica, ahora la historia parecía repetirse.

Era moreno claro, pelo crespo, ojos cafés con un dejo de melancolía que lo hacía interesante, como si guardara una tristeza profunda; delgado, alto para el promedio de los muchachos de su edad, bien proporcionado sin ser fuerte o musculoso. Sus cejas abundantes propiciaban los motes de sus compañeros a quienes respondía con mentadas, amenazas y conatos de violencia física, por eso casi nadie se metía con Él. Esas explosiones eran la causa de sus cambios de escuela. Nadie lo enfrentaba, aunque a sus espaldas, en venganza, sus compañeros hacían mil chistes y comentarios de sus pobladas cejas y su voz apagada. Por el momento su expresión oral era bastante gruesa debido a los cambios fisiológicos de la edad, un sonido ronco de volumen bajo salía forzadamente de su boca al hablar; poca voz decían sus amigos en voz baja. Como si forzara la garganta al hablar, como si tensara de más las cuerdas al emitir sonidos. Para Él, el cambio de voz le parecía interesante, sentía que una sensualidad irresistible emanaba de su boca. Creía que ese era su mayor atractivo. 

En realidad pocas veces reñía físicamente, hacía honor al dicho de “valiente para no pelear”. Jugar a la provocación sin llegar a los golpes parecía un valor entendido entre los adolescentes que se daban vuelo con las malas palabras; no obstante siempre estaba dispuesto a responder a puñetazos ante cualquier provocación; se hacía respetar no sólo por su participación deportiva, sino por fumar, sin ruborizarse, en las tardeadas que organizaba la escuela para recaudar fondos. 

Era un muchacho viril, atractivo y se podría decir que inteligente, sus calificaciones, aunque no eran las de la primaria, parecían bastante buenas a pesar de los puntos que le bajaban bimestralmente por su mala conducta. Sería un buen alumno de no ser por sus ciegos estallidos de violencia, comentaban sus profesores. Se justificaba: no agredía a nadie a menos que alguien se metiera con Él. Su padre no se explicaba esos arranques, en casa veía a un hijo diligente, comprensivo y tierno que toleraba con mucha holgura los juegos de su hermanito menor, al que disfrutaba cuidar y enseñarle cosas, ayudarlo en su tarea. “Es posible que consuma alguna sustancia prohibida”, contra argumentaban los profesores en busca de una explicación “racional” de su conducta.

ELLOS

Se hicieron novios, ambos, inconscientemente, se sentían prestigiados por la cercanía del otro y por cómo se veían como pareja, no había alguien más que los mereciera, eran la pareja ideal, pensaban Ellos. Se pasaban el recreo juntos y se tomaban de la mano. Los abrazos furtivos producían en ellos instantáneos y novedosos shocs eléctricos.

Pero las envidias nunca faltan e hicieron que el idilio se acabara. Había tantos niños que se sentían atraídos por Ella, como jovencitas cautivadas por Él. Parecía que todos se confabulaban en su contra, sobre todo los adultos: algunos de los maestros, que auguraban fracasos a cada paso de los adolescentes, no veían un sano noviazgo sino un potencial y peligroso amasiato que truncaría las carreras de ambos, sobre todo la de Ella. Los profesores se comportaban como buenos y previsores adultos, aunque no sabemos a ciencia cierta qué motivaciones los llevaban a censurar los modos de los jóvenes y su conformación en pareja.

El día que las paredes de la escuela y los baños aparecieron grafiteados Ella sintió deseos de vomitar, para calmarse decidió que no sería más la novia de alguien como Él. Hasta ese momento se hizo consciente del defecto imperdonable, a criterio de Ella, que Él acarreaba consigo. Además de sentirse indignada porque hicieran público su problema personal, la avergonzaba y no se sentía con fuerzas para presentarse ante Él.

El muchacho tampoco pudo soportar la ofensa que aparecía rayoneada en las paredes, rompió un cristal del salón de clases. Se abalanzó a patadas sobre el primer sospechoso de la terrible ofensiva. El golpeado era su mejor amigo, su camarada de juegos y travesuras. Después se arrepintió de lo hecho, del impulso violento, pero ya era tarde, con su acción perdía un amigo, una novia y una escuela más.

Él caminaba cabizbajo detrás de su padre con sus papeles escolares en la mano. A manera de despedida lanzó un último vistazo a uno de los inocentes grafitos que inundaban las paredes de la escuela y que habían desatado la crisis: un bien delineado corazón que al centro decía un, a su juicio, ofensivo letrero: “El Pocavoz y La Pocaluz son unos pinches mamones”.

domingo, 23 de mayo de 2010

Pronunciamiento

(Suñeto)
Escribiéndote esta líneas
estas ideas esforzadas
estas malas letras ígneas
estas palabras amadas

No son mías
me llegaron en tus notas
vinieron de manos pías
una a una, como gotas

La mano no corre sola
tú, el ángel de mi guarda
o cruel verdugo risueño

eres la impulsora ola
como látigo en la espalda
que quiero, pero desdeño

sábado, 15 de mayo de 2010

RUTA DEL ALBA

Amanecer desnudo
dejadez constante
la mente traidora
se empeña en recordarte
aunque seas recuerdo inverosímil
asidero fugaz
pasado pobre

De ti la vida se hace nada
te aferras a quedarte en el recuerdo
sólo recuerdo
sólo idea
sólo deseo frustrado
nunca un cuerpo febril en nuestras manos

Mujer
ruta del alba
nos descubrimos tarde y a lo lejos

En su momento
los cuerpos se agitaron
se volvieron gigantes
capaces de tomar el cielo por asalto
mas la tibieza de nuestras reflexiones
se impusieron a los deseos desesperados

Mujer
escándalo mal puesto en el olvido
hoy me has gratificado
por encima de todos
en medio de la vida y de las cosas
regresas al recuerdo
no me olvidas
no borras tus palabras
ni las mías
no borras nuestros sexos apagados
sin golpes en el pecho no hay pecado

Por eso te busqué sin encontrarte
por eso es que siempre voy contigo
por eso todas y una sola
por eso tú mujer
-quien seas-
esa desconocida
la siempre camarada
la vieja fornicada
la niña violentada
la mujer satisfecha
la compañera cotidiana
o tú mujer
-quien seas-
deseo insatisfecho
necesidad latente

Eres tú
no eres tú
carne de mi carne
consuelo de mi desventura
sudario de lágrimas
estafa de mi vida
estafa de mi vida

Tú llenas mis espacios
todos mis vicios
mis virtudes
mis vacilaciones y mis veteranías
mis lágrimas sudadas día a día

Eres tú
no eres tú
podría decir tu nombre mas no puedo
le temo al poder de la etiqueta
sé que has estado
sé que estás
inútilmente te he buscado
deslavada estás en el recuerdo
a fuerza de ser nueva cada día
a fuerza de tenerte en mis entrañas
de gritar dónde estás y carajo no vienes
y desesperarme
               rabiar
               joder por las calles
                                       fumar
                                            beber
                                       violentar
                                buscarte
                             correr
                       gritar por las calles
uniendo mi grito a los demás
diciendo ven aquí
                 regresa
                          corre
                             invádeme
rebasa mi esperanza
trastoca mis sentidos
rómpeme palmo a palmo
sangre a sangre
para que no seas
como has sido
para que no te encuentre en todas partes
para que no me olvide de tu olvido

Pero si no estás
o si te encuentro
que sea siempre así:
                              tenerte hasta el último suspiro

jueves, 13 de mayo de 2010

Virginal

Con orgullo caminando


van los dos al sacrificio


ella con su húmeda herida


él con su arma de oficio

La Mordaza

La mordaza pende de mis labios
se agita amenazante entre mis dientes
reprime fuertemente mis palabras
no puedo compartirte

Parar un transeúnte y decirle:
ella es,
yo soy de otro color entre sus brazos

Sólo en sueños platico de quién eres
de tu oscura piel
de tu boca
de tu sexo que lúbrico se agita entre mis manos


camino hacia lo tuyo
a tu casa
tu gente
hacia tus preferencias
recordando el asalto
la sorpresa de ambos
los momentos de orgasmo

Yo
camino hacia la vida
a mi casa
mis cosas
hacia mis compromisos
pensándote
soñándote
sintiendo a flor de piel
el tacto de tus manos

Por eso este papel
urgente
espejo infiel de mis cavilaciones
de mis carencias
de mis atrocidades

Hoja confesionaria
testiga fiel que atenta escucha
cómo frotan los cuerpos
que hacen energía
que producen la luz
chispazo salvador de nuestras soledades

Hay mordaza
-mortal martirio-
no me dejes decir
-con pelos y señales-
que ella
que yo
que nosotros
unimos nuestras bocas
los cuerpos
y las manos

Así
sin más
en un arrebato esquizofrénico
en un dulce jadeo de sábanas prestadas
de morada alquilada pero nuestra
de nuestro pensamiento que se trenza en
la calle

Hay mordaza
mortal martirio
de tenerte para mí
y sólo para mí en el recuerdo

No puedo compartirte
llevarte de la mano por el campo
y decir
y gritarles

Ella es
esta mujer me ha amado
con su palabra dulce
con su cerebro claro
con su cuerpo de ébano
con sus labriegas manos

Ella es
y ella
-como otras-
ella
-como muchas otras-
me albergó en su seno
unió su vientre al mío
se convirtió en oasis
impulsor que me dio nueva vida

Yo
-como otros-
yo
-como muchos otros-
la amé
le presté la tibieza de mi pecho

Ella y yo
-como otros-

Ella y yo
-como muchos otros-

nos sentimos
y al fundirnos
fuimos un polvo más
de este gran universo

lunes, 10 de mayo de 2010

Pidiendo un deseo

Pidiendo un deseo

Artemio Ríos Rivera
Un extraño día de julio Martha y su hermano miraban fascinados el acuático cielo de un azul profundo, pero cristalino. Olía a humedad fresca, a musgo matutino, como si los manchones de nubes que flotaban a media profundidad subieran hasta ellos. A sus pies se abría la inmensa bóveda astral. Podían encuclillarse y sentir al tacto la consistencia del cielo que se abría bajo ellos, como agua transparente que escapara entre sus dedos. Pequeños trozos de cielo podían acurrucarse entre las ahuecadas palmas de las manos.

Escuchando el titilar de las estrellas en la profundidad del reino celestial, Martha se concentró presintiendo la generosidad de Dios; entonces lanzó con todas sus fuerzas la piedra del deseo. Ensimismada disfrutó de la esperanza que ponía en ese acto y sintió un enorme placer, paz interior, como el gusto de la hostia consagrada diluyéndose entre su lengua y el paladar.

Su hermano repitió el rito, pensó en su deseo y rápidamente lanzó la piedra al cielo. Como se había precipitado en la decisión no quedó conforme consigo mismo, no le bastó esa petición. Entonces lanzó una tercera piedra pero ésta rebotó de regreso, como un bumerang de precisión. Desde ese suceso el mundo se invirtió, no podemos ya contemplar la cúpula celeste a nuestros pies, hay que voltear la vista hacia el cenit. Y si lanzamos al cielo un objeto siempre nos rebota de regreso. Ya no podemos lanzar proyectiles al cielo y pedir deseos con la certeza de que serán cumplidos.

martes, 4 de mayo de 2010

MADRE TERRENAL

Madre terrenal
Artemio Ríos Rivera




Madre de mi tierra

¿Margarita?

¿Ignacia?

No lo sé



Madre

Surco fértil

Tierra doble

Alberga la simiente



Fecunda mujer de inagotable veta

Semilla del mundo

Futuro de la vida

Mujer reproductora

Madre

Mujer

Amiga

Compañera



Te amo madre

Porque tú

Eres húmeda tierra

Mestiza tierra

Me hospedas en tu seno

Con savia de tu cuerpo

Amamantas mi garganta

Colmas mi hambre

Y sacias mi sed



Por sentirte

Mis lágrimas brotaron

Confundidas con el sudor de tu piel

Que brota del esfuerzo del trabajo

Se unifica a la lluvia

Y humedece los surcos



Madre de mi pueblo

¿Obdulia?

¿Josefina?

No lo sé



Madre tierra

Madre campesina

Madre labradora

Mujer que cortas el fruto

Torteas la masa



Ave mujer

Pájara en celo

Surca el cielo

Alimento en pecho

Para dar de comer a tus polluelos

Hembra en brama

Despedaza la presa

Siega otras vidas

Y antes que a ti

Da el alimento a tus cachorros





Que caminas la finca

Que cortas el café

Que al lado de tu hombre

Azadoneas la tierra

Para saciar el hambre



Madre,


Tu compañero y tú

Tú mujer, con mi padre

Diste mi cuerpo

Formaste mi cerebro

Y en mi

En nosotros

En tus hijos madre

Das sangre nueva al mundo

Semilla de futuro

Distinta

Limpia

Sin mancha

Con todo el amor

Con toda la ternura

Que cabe entre tus brazos



Madre pueblo

¿Elena?

¿Adelina?

No lo sé



Diosa solidaria

Sin pretensiones

Sin pretextos o presiones

Me das el pan

La voz

Alas pones a mis pies

Me enseñas el camino

Me das el verbo



Algo más que un cordón me unió a ti



Madre

Ombligo del mundo eres

Centro del universo eres

Mechero de la luz que alumbra la noche

De los tiempos eres

Mujer sencilla y campesina eres

De manos curtidas y labriegas eres

Tendiendo ropa al sol y lavado en el río

Eres

En la cocina como fuego que alimentas eres



Madre tierra

¿Leonor?

¿Bertha?

No lo sé



En el aire te veo

Como águila planeas

Buscando el codiciado nido

Nido de vidas nuevas

De retoños que haces hermosos

Que tomarás en las manos

Y como en ronda

Los llevarás a caminar los campos

A cruzar los arroyos

A beber el néctar de las flores





Porque tú,
mujer

Dadora de la vida

No has permitido que el dolor

Punce impunemente en los pies de tus hijos



Madre tierra

¿Rosa?

¿María?

No lo sé



Porque tú

Por ver mi rostro sonriente satisfecho

Limpias mazorcas

Hierves sus granos

Haces tortillas

Siegas el trigo

Pones el pan al horno

Y ofreces a tus hijos como levadura de la vida



Porque tú

Moldeas el barro

Amasaste la arcilla de mi corazón

Y la hiciste flor

Sonido

Palabra

Música

Movimiento



Porque tú,

Me hiciste como tú

Que amara como tú

Que volara como tú

Que odiara como tú

Madre

Soy extensión de tu vida

Soy extensión de tu cuerpo

Y es hermoso

Saber

Sentir

Entender

Que como el café que cortas

Como la casa que arreglas

Que como mis hermanos

Estoy hecho a tu imagen y semejanza

domingo, 2 de mayo de 2010

martes, 27 de abril de 2010

PIEDRA DE RÍO I

PIEDRA DE RÍO I


Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma…
Borges



Cuerpo de ribera

Fluir constante en un río de manos

Saludan

Palmean

Tocan

Acarician y golpean incluso.



Manos: perenne contacto

Ribera: porosa frontera en nuestras vidas.



Cuerpo a cuerpo pulido

De suaves curvas y oscuras cavidades.

Asperezas limadas

Por la violenta ternura del amor

Por la caricia cotidiana.



Tu dúctil cuerpo posándose en mis yemas

En ti deslizo mis artesanas manos

Adivinando oquedades y protuberancias.



Líquidamente paso en tu materia

Te amo y, satisfecho, repito con desesperanza:

Nadie se baña dos veces en el mismo cuerpo.

Movimiento y orden social

Movimiento y orden social

Artemio Ríos Rivera

Ella está en el horizonte —dice Fernando Birri—.

Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.

Camino diez pasos y el horizonte se corre diez

pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca

la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso

sirve: para caminar.

Eduardo Galeano


En el siglo XVIII Linneo desarrolló un sistema de clasificación botánica que rápidamente se expandió por el mundo. Descartes y Aristóteles, entre otros, habían iniciado tareas similares. Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon(1), contemporáneo de Linneo, publicó en Francia la Historia natural general y particular, en cuarenta y cuatro volúmenes ilustrados (1749-1804), aunque prescindió de todo tipo de clasificación, el conde de Buffon intentó, como Linneo, ordenar la naturaleza, nombrarla, hacerla asible, explicable y predecible; pretensiones acordes con los paradigmas científicos del Siglo de las Luces. Aunque entre Buffon y Linneo existió un marcado celo y evidente rivalidad por la forma de ordenar a los seres vivos, en aras de la ciencia, consideramos, perseguían finalidades similares.

La sistematización científica necesita ordenar ideas, archivos históricos, documentos, fuentes de información; requiere ordenar la naturaleza, los animales, las plantas, los minerales, en fin el universo mismo; pero, a los científicos no les basta con codificar —la más importante función de la sociedad es nombrar, el hombre está congénitamente compelido a imponer orden significante a la realidad— las cosas, el entorno, y crear las ciencias; es necesario ordenar la convivencia social, no sólo para su estudio, sino también para su control y destino, hablando en una “perspectiva positiva” de la ciencia. Este tipo de inquietudes no surgen de la ociosidad del hombre erudito, son preocupaciones sociales que el científico expresa como parte de su ser social, de su pertenencia a un mundo que para ser explicado requiere de una forma de clasificación, de ordenamiento. El orden viene a ser un asunto no solamente de la sapiencia, sino también del actor común, y, sobre todo, del poder con mayúsculas, además del poder que se diluye en un campus y que se negocia constantemente de acuerdo al capital de los sujetos y sus apuestas, como lo plantea Bourdieu.

En otro orden de ideas, Carlo Ginzburg (41) refiere los alegatos de un molinero italiano, durante el siglo XVI, ante el Santo Oficio: “Yo he dicho –aclara Menocchio- que por lo que yo pienso y creo, todo era caos, es decir, tierra, aire, agua y fuego juntos; y aquel volumen poco a poco formó una masa, como se hace el queso con la leche y en él se forman gusanos, y éstos fueron ángeles”, con estas palabras el molinero friulano trató de explicarse el origen de las cosas y la negación del caos; definir un orden y origen para el hombre y el universo, una interpretación que pretende enmarcarse en el paradigma escolástico, es el objetivo del molinero; pero al ser una elucidación libre sobre el orden divino y su explicación poco ortodoxa para la época, por contraponerse a la versión del orden cristiano, fue motivo suficiente para ser condenado, el molinero, a morir en la hoguera por el Santo Oficio.

Dentro de las pocas lecturas que Menocchio había tenido a mano, para formar sus conclusiones, estaba el volumen de cuentos Cien novelas (El Decamerón) de Boccatio; Ginzburg interpreta (a partir de las actas inquisitoriales donde se consignan las declaraciones del molinero) que el procesado había sacado deducciones incompatibles con la visión dominante del mundo en ese momento; tal inspiración del molinero se rastrea, de acuerdo con Ginzburg, a partir de la interpretación del tercer relato, de la primera jornada, de El Decamerón, sobre la leyenda de los tres anillos; casualmente “la leyenda de los tres anillos había sucumbido a las tijeras de la censura de la Contrarreforma, notoriamente mucho más atenta a los pasajes religiosamente escabrosos que a las presuntas obscenidades” (Ginzburg, 100) presentadas por el mismo volumen en otros cuentos; ¿Por qué es mutilado un libro que más tarde será un clásico de la narrativa universal?, ¿por qué es condenado a muerte un humilde molinero de la Italia medieval? La preservación del orden social ha justificado estás pequeñas intolerancias, y otras, muchas, atrocidades.

Parece que la idea del orden y su imposición no son un invento del positivismo decimonónico, sino una necesidad constante en la convivencia humana; sin duda se juzga necesaria una forma de disponer las cosas y la coexistencia entre los hombres, pero ¿de qué orden se trata? ¿De qué forma de convivencia habla cada quién, cada época, cada gobernante, cada clase social? ¿Al servicio de quién está un determinado tipo de orden “natural”, tanto de la naturaleza como de la sociedad?

Para reflexionar un poco sobre el tema propuesto en los párrafos anteriores nos ocuparemos, de manera central, de una serie de ideas vertidas por Sergio Zermeño (1996) en su libro La sociedad Derrotada; si bien es cierto en este texto Zermeño se ocupa de un estudio de caso (México a finales del siglo XX), nosotros tomaremos básicamente sus ideas generales vertidas con referencia al orden social, tratando de no particularizar en algún caso en específico, cosa un tanto difícil.

A los teóricos del Estado, y de la democracia moderna como la mejor forma de convivencia social, les preocupa consolidar una explicación gradualista de lo que está por venir: el transito pacífico a la democracia, o a la consolidación democrática, o a la democracia participativa, o al desarrollo sostenido, en fin, el problema fundamental es cómo hacer las cosas en armonía y preservar el orden existente en una dialéctica que permita el cambio sin rupturas, cambiar lo micro para no cambiar o cambiar lo macro, pero poco a poco sólo para evitar rompimientos que pongan en peligro el “progreso” alcanzado.

Una vez reconocido que no se puede echar por la borda el conflicto social, la cuestión es: ¿cómo hacer funcional el conflicto?, cómo manejar los movimientos sociales para que “aporten” al concierto social existente, para que existan cambios políticos sin que estos se reflejen radicalmente en otros ámbitos de la sociedad, es decir la economía (al igual que la cultura) ha sido derrotada por la política, ya que la economía de libre mercado (a la par de la cultura occidental) parece ser el marco en el que se “deben” de mover las formas de la política, para no caer en la irracionalidad sin sentido de la ruptura violenta con el ordenamiento social y su Estado de derecho, es decir podemos cambiar la política y sus formas, no la economía. Parece que los teóricos sociales del neoliberalismo descartan la idea de la revolución a partir de varios argumentos. Hay que abrazar ahora “utopías limitadas”, esto es, realistas que promuevan la profundización de la democracia o formas pertinentes de democracia participativa(2).

Se hace necesaria entonces, desde la perspectiva neoliberal, la disolvencia y el desmantelamiento de los movimientos sociales para evitar las disolvencia o el desmantelamiento de las instituciones democráticas y del orden económico; tal parece que los movimientos sociales, para algunos intelectuales orgánicos de la economía de mercado, sólo tienen razón de ser si pueden fortalecer la democracia, el sistema de partidos y el Estado de derecho, de lo contrario su carácter irracional sólo pueden llevarnos al debilitamiento de la democracia realmente existente y a la antípoda de la libertad que son el autoritarismo y los fundamentalismos antidemocráticos.

El movimiento social parece sólo tener como objetivo señalar algunos excesos para transitar o consolidar la democracia, no para proponer utopías “costosas” para la sociedad. Precipitar un reajuste económico, que no implique cambios profundos, para hacer menos drástica la asimetría social es lo que puede dar legitimidad a los movimientos ante los gobernantes y los analistas de la democracia. Zermeño plantea un cuestionamiento: “¿cómo se mantiene un orden basado en una democracia política cuando la creciente desigualdad nos aleja de la democracia social?” (Zermeño, 13), en efecto no hay una respuesta simple ante tal interrogante, no hay una sola respuesta, sería demasiado simplista plantear que Maquiavelo puede aportar una solución, para imponer la política sobre lo social: si no convences a tus vasallos, somételos. Consenso y coerción para la conservación del poder, pero sobre todo, del orden social existente. El orden global es mucho más complejo; pareciera que son antípodas la democracia política y la social.

Así pues, hay varias realidades que se sobreponen y que aparentemente no se tocan de un mismo espacio social, en el caso de nuestra patria, señala Zermeño (15), hay varios países: un México transnacional, modernizador; un México moderno, en desmantelamiento; un México roto; y, finalmente, un México profundo, el que se rebela en Chiapas. Todos estas “realidades” se disputan la nación, pero debido a su inserción en la globalidad, en la economía-mundo, pareciera que cualquier proyecto que resulte hegemónico tendrá que hacerlo —desde la perspectiva de los teóricos del sistema, de los que entienden la racionalidad y el sentido de la acción—, inevitablemente, en el marco de la democracia, la economía de mercado, el neoliberalismo y, sobre todo, por la vía pacífica para que exista legitimidad. Esta tensión entre varias realidades superpuestas abona al desorden social y a la falta de entendimiento mutuo entre los diferentes actores sociales.

Sin embargo parecería verdaderamente utópico pensar que el problema de la confrontación, incluso del enfrentamiento violento, va a dejar de existir; Engels decía que la violencia ha sido la gran partera de la historia; la violencia se expresa como forma de resistencia ante los cambios, como forma de propuesta de lo nuevo, como forma de negación del presente y a la vez como recurso de sometimiento y dominación de un Estado a otro, o del Estado hacia el conjunto de la sociedad, fundamentalmente sobre las clases subalternas, en bien de la sociedad misma, esta última afirmación es la que legitima el monopolio de la violencia por parte del Estado y de un determinado régimen político.

Hay elementos del comportamiento mismo de las sociedades que necesariamente llevan al trastocamiento del orden, sin que esto sea necesariamente un cuestionamiento de lo existente por determinados sectores de la sociedad, simplemente se da como elementos que se manifiestan como parte de la “naturaleza” del crecimiento de los grupos humanos: “El debilitamiento de las identidades colectivas y de las intermediaciones. El desmantelamiento de la sociedad. La masificación demográfica y la modificación rotunda del panorama urbano” (23), si bien es cierto estas situaciones per se no llevan a la ruptura del orden social, son mecanismos que combinados con otros contextos pueden generar escenarios explosivas que impliquen el cuestionamiento profundo del ordenamiento social existente, pero ¿propondrían un nuevo orden? No lo sé, ni sé de qué tipo.

Hay varias fuentes, según Zermeño, del desorden social, y no precisamente promovidas por las clases subalternas o los grupos rebeldes, sino producto del comportamiento mismo de la economía de mercado y las políticas del Estado respecto al desarrollo social en los países dependientes: La primera fuente del desordenamiento esta enlazada al estancamiento económico; una segunda fase implica la migración del campo a la ciudad, que aunada al estancamiento económico provoca una “pedacería social” entre creación de empleos y la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo, donde generalmente es sensible el déficit del mercado laboral; la tercera fuente de desordenamiento, aunada al descontrol demográfico, al pasaje abrupto de lo tradicional campesino a lo urbano, a la industrialización excluyente y a la crisis de estancamiento, es la integración transnacional de los países pobres que implica una caída de aranceles debilitando las plantas productivas, a pesar de las reconversiones industriales; finalmente, la cuarta fuente del desordenamiento se debe a la debacle estruendosa del proyecto neoliberal de apertura comercial y transnacionalización. (23-26)

Pero los elementos señalados evidentemente no son suficientes para “augurar” la caída del neoliberalismo o la transición histórica hacia otro tipo de sociedad, a pesar de todo el sistema tiene muchos recursos de refuncionalización; así como hay elementos que lo objetan hay situaciones que lo avalan, encontrándose en un constante vaivén que no se puede predecir en donde se dará un cambio que trascienda el orden existente. La permanencia de la crisis parece ser un elemento consustancial que le da dinamismo al libre mercado y que lo previene para ir encontrando los ajustes a la problemática de su propia reproducción.

Desidentidad y desorden, estancamiento y ausencia de cambios, la inmovilidad pueden traer aparejadas transformaciones profundas, no siempre mensurables o medibles por la estadística. La sociedad se mide a sí misma, generalmente, en rubros formales, pero no en elementos como la economía informal o la aportación del trabajo no asalariado a la conformación del Producto Interno Bruto(3), por señalar algunos ejemplos(4), hay muchas vetas del desorden o la violencia que, seguramente, tampoco son constantemente evaluables numéricamente como lo demandan las investigaciones empíricas y positivas .

Son necesarios una gran variedad de factores para que los desajustes entre economía y sociedad (con el desorden y la tensión que traen aparejados), conduzcan a una confrontación violenta, puntualiza La sociedad derrotada (29).

La desorganización de la sociedad, para Zermeño (30-31), no tiene que ver necesariamente con los grupos emergentes, contestatarios o rebeldes, sino que en el caso de países como el nuestro es producto de las políticas mismas de Estado que responden a las directrices de los organismo internacionales, así: la desarticulación, la pauperización, la desidentidad, la anomia y, en una palabra, el desorden social, son producto de cambios de ritmo violentos: aceleración en los procesos productivos, estancamiento súbito, catástrofes, intervenciones estatales drásticas, etcétera.

Si bien es cierto los movimientos sociales(5) pueden chocar con el sistema social en su conjunto, la desidentidad y anomia se convierten, en la perspectiva de Zermeño, en una idea-fuerza en torno al desorden, en elementos fuertemente cuestionadores de la legitimidad del sistema. Ya que donde las corrientes neoliberales creen fundar un nuevo orden basado en las fuerzas del mercado, el libre intercambio internacional, la reducción de la participación estatal en la economía y la desaparición de todas las fuerzas corporativas, lo que están haciendo es incitar a la resistencia, a la confrontación. Es posible realizar una lectura alternativa y mostrar que incluso si los objetivos neoliberales pudieran cumplirse, los beneficios que de ahí derivaran no harían variar en nada las condiciones inhumanas en que se debate gran parte de la población en el mundo.

La destrucción de las identidades colectivas, la pauperización, la atomización, la polarización del ingreso y de los valores culturales y, en extremo, el desorden anómico (extrañeza, ruptura de vínculos afectivos e incapacidad de nombrar el entorno social y valorativo) son fenómenos que traen consigo las propuestas neoliberales de desarrollo para los países pobres. La anomia, siguiendo a Zermeño, es una situación extrema asociada a los procesos modernizadores que desarraigan a los individuos, los arrancan de sus tierras o de su cultura imponiéndoles la vida en ambientes totalmente extraños y sin pasado.

El desorden social se manifiesta en muchos fenómenos aparentemente individuales; no es por la pobreza o la crisis industrial y financiera por lo que aumentan los divorcios, el alcoholismo, los delitos, los asesinatos o el suicidio, sino por las perturbaciones severas al orden colectivo, cuando el individuo pierde los límites morales compartidos socialmente. La separación de la sociedad y el encierro del individuo en sí mismo pueden conducir a la pérdida del significado, a no nombrar, “que es la pesadilla por excelencia que sumerge al individuo en el desorden, el sinsentido y la locura… A la inversa, la existencia en un mundo significante, nombrado, puede ser un objetivo buscado con los más altos sacrificios y sufrimientos, incluso con el costo de la propia vida si el individuo cree que esto tiene un significado nombrado” (Berger 1967; citado por Habermas 1973; Zermeño: 31)

La lógica del crecimiento y la acumulación, genera en su evolución un orden aparente –cimentado sobre crecientes desigualdades-, que engendra a su vez un desorden creciente de índole interno (económico y social) y externo (ambiental), al disolver y absorber estructuras previas, tradicionales, que tienen un mayor grado de orden interno y una relación más equilibrada con el medio, se esta propiciando un desequilibrio social y ecológico. Estamos hablando de dos tipos de orden: uno tradicional, como parte en que las comunidades se han ido organizando de acuerdo a sus herencias culturales; otro moderno, impuesto desde arriba por el Estado; los grupos hegemónicos y los organismo internacionales necesitan hacer del planeta un gran mercado y un gran concentrado de fuerza de trabajo entregada a la oferta sin demanda de sí misma. Al contrario de los procesos de creación y evolución de la vida sobre el planeta, que son capaces de crear orden a partir de la energía solar que les llega (contrarrestando así la tendencia global del Universo hacia el desorden), el modelo vigente contribuye de forma acelerada a la creación del desorden en todos los niveles, precipitando los procesos entrópicos, por usar un término de la termodinámica(6).

Desde el punto de vista societal los cambios inesperados, los desarreglos intempestivos, repercuten casi por lo regular en anomias severas; ante tales sismos intervienen actores relativamente externos tratando de amortiguar los impactos de mayor descontrol: el Estado, los partidos y las organizaciones políticas, gremiales o religiosas, los intelectuales, etc. Cuando esto no sucede y, por el contrario, tales fuerzas se suman activa, acríticamente incluso, a las corrientes desordenadoras, fuertes sobresaltos “epocales” pueden desatarse. Pueden abrirse épocas de revolución social, para utilizar una vieja formula del marxismo, sin que esto implique necesariamente un cambio de sistema, ya que después de la tempestad viene la calma, regresa el orden.

Para Zermeño (33), las fuerzas desordenadoras en nuestro país no emergen de las fuerzas sociales autóctonas, como ya lo hemos señalado, sino que son compulsiones impuestas por los organismo internacionales usando como instrumento al Estado mexicano; hoy con los intentos integradores del neoliberalismo al primer mundo, éste Estado no sólo no ha intentado moderar las fuerzas que están devastando nuestra sociedad y nuestra cultura, sino que se unió a ellas atizándolas en un esfuerzo osado por trascender como un régimen refundador de la historia. La reconversión industrial, los cambios en los ordenamientos legales, la flexibilización laboral, el agotamiento de la reforma agraria y el cambio de régimen de propiedad en el campo son algunas de las expresiones concretas del anterior señalamiento. Puntear esto no implica considerar que el funcionamiento de las expresiones sociales sustituidas eran las más adecuadas, lo que estamos anotando es que cada vez el neoliberalismo necesita desordenar las expresiones tradicionales de los pueblos para poder continuar con la acumulación ampliada de capital, sin embargo esta acumulación tiene límites, contradicciones inherentes.

Vivimos en sociedades estáticas y a la vez en tránsito, donde los agentes dinámicos parecen no ser los actores en el terreno de lo social, sino el Estado. Lo que la modernidad no se ha cansado de desechar por sus tendencias autoritarias, pero sobre todo por su actitud rupturista, es la discusión sobre vías de cuestionamiento ligadas a las concepciones ortodoxas del leninismo, a la vía armada de la toma del poder (repuesta: las doctrinas de seguridad nacional); la idea es privilegiar, como viable, otra vía ligada al problema del Estado y su modernización, así como la política en relación con la hegemonía cambiante entre diversas fuerzas que respetan las reglas del juego democrático.

La fragmentación, desarticulación y heterogeneidad de los actores históricos, son elementos que otorgan garantías al status quo de que no habrá, al menos en el corto plazo, una respuesta masiva en contra del orden social existente. Los movimientos sociales no están llamados a jugar ese papel, de destruir el orden actual para imponer uno nuevo. Tilly (226) nos recuerda que “la mayor parte de la historia humana se produjo sin movimientos sociales como tales. Abundaron las rebeliones, las revoluciones, las acciones vengativas, la justicia turbulenta y muchas formas de acción popular colectiva, pero no la asociación, los mitines, las marchas, los petitorios, la propagandización, las consignas y el agitar de símbolos que marcan los movimientos sociales”, pareciera que por definición, los movimientos sociales sólo tiene como función el señalar ciertos abusos o asimetrías que deban ser tomadas en cuenta y abordadas por las vías institucionales.

En las sociedades modernas hay muchos medios marginales que nos hablan de anomia, decadencia, destructividad, desintegración, caos, negatividad, antisocialidad, deterioro. Estos marcos de la marginalidad son potencialmente explosivos, y pueden tomar formas violentas; los actores de estos espacios, como decía Marx al final del Manifiesto, no tienen nada que perder, más que sus cadenas(7).

No pretendemos hacer una apología de la “sociología de la decadencia”, no estamos trazando derroteros para la ruta del pesimismo, tampoco estamos abonando para una teoría “anacrónica” de la revolución. Pero, la disolución de la cohesión social, la desintegración de identidades intermedias y la particularización, el repliegue en la esfera individual y atomizada de los miembros de una sociedad, parecen ser elementos de una anomia aguda, de una desafección generalizada con respecto al orden social(8) provocando debilitamiento, fusión o desaparición de unidades sociales básicas como clases, grupos, estratos y organizaciones, lo que da lugar a formas delincuenciales e individuales de adaptación o inadaptación. Lo que hace impredecible el comportamiento de estas masas en las concentraciones sociales, sean estas políticas, religiosas, deportivas o celebratorias de cualquier signo. Por eso cada vez que hay brotes de violencia espontánea, los individualizamos y rápidamente desmarcamos a los grupos sociales donde se manifestó el desorden; a los “violentos”los definimos como: vándalos, porros, pseudoafiocionados o falsos integrantes de cualquier grey. Tememos al contagio. Tenemos que atomizarlos y señalarlos como medida preventiva ante la “violencia” que desordena el buen funcionamiento de la sociedad, o su mal comportamiento hasta ciertos límites.

Por otro lado Zermeño reflexiona a cerca de “la centralidad de los marginados” (los lúmpenes en términos marxistas), como una centralidad destrozada, el medio pobre y marginal latinoamericano tiene de todo: valores y actitudes comunitarias, delincuenciales, anómicas, populistas, consumistas-integracionistas, añoranzas de pertenencia a una clase proletaria. Los marginados pueden ser parte de los antimovimientos sociales (de los que habla Touraine) ya que se trata de formas desintegradas de algo, sin embargo se puede reimaginar un principio de unidad, intentar encontrar principios integradores, analíticos, en términos de actores y, por qué no, de movimientos sociales. (41) Los movimientos sociales y las identidades colectivas se pueden reconfigurar en medio del caos.

Hay una tendencia a erradicar la idea de tránsito; se rechaza que todo desorden sea pasajero ¿es el desorden permanente, o el orden? Existe una tensión permanente entre orden y desorden. El problema es ¿para qué subvertir el orden o mantenerlo? Los marginados no podrían ser reducidos, según esta angustia conceptual contradictoria, a una masa anómica, desintegrada de la sociedad, apenas redimible en torno a la fe y las iglesias, con pautas de acción puramente expresivas y afectivas, sugestionables por liderazgos proféticos de cualquier signo ideológico que los lleven al conformismo, a la aceptación de lo inevitable buscando la mejor forma de convivir con esa situación. La rebeldía de los marginados, sin aparente causa para algunos, parece no estar dispuesta a ceñirse a esta lógica. Optimistamente podríamos decir que reclaman participación no ruptura, más apoyo del Estado, no más autonomía. Pero no puede ser ésta una afirmación rotunda, como tampoco puede serlo en sentido opuesto. Hay pues, al mismo tiempo, en la conceptualización de Latinoamérica, una aceptación de lo estancado, de los modelos sincrónicos, pero llegados a ese punto, y aunque se enuncie repetidamente, no se quiere aceptar el segundo paso: el del relajamiento anómico, el decadente, el de la degradación humana, y, entonces, se opta por una especie de matriz estructuralista que acepta la ausencia de evolución progresiva, pero se mueve en la sincronía. (43)

El panorama no parece ser muy grato: depresión desesperanza, ausencia de futuro. Pobreza como deshumanización, como deterioro de la persona humana (regreso a la barbarie). Pareciera que nada se opone a la barbarie a no ser la otra barbarie(9), la vieja formula de Rosa de Luxemburgo (socialismo o barbarie) respondía, señalan, a una realidad industrial y ahora nos encontramos ante un capitalismo tardío, posindustrial, hay que redefinir los paradigmas.

Para Zermeño se ha desarrollado otra concepción alternativa a la sociología de la decadencia, optimista, que establece que el escenario regional no está yendo hacia la desintegración, la atomización y la anomia, sino hacia la integración de los excluidos en el mundo del desarrollo y el consumo, experimentándose un transito a la democracia, o la consolidación de la misma, dirían los más optimistas que equiparan alternancia política con tránsito democrático. Existe una contraposición entre corrientes sociológicas cercanas a la norteamericana (empeñadas en pronosticar un futuro occidental para América Latina) y la sociología ligada a la observancia de la comunidad, el barrio y las manifestaciones basísticas. La naturaleza productiva, creativa y solidaria de nuestra pobreza nos permite analizarla no sólo como una suma de carencias sino también como una fuente potencial para el verdadero desarrollo. (45)

Pero ante los periodos de inestabilidad peligrosos para el modelo en su conjunto, se han desarrollado políticas preventivas desalentando, o francamente desmantelando, la constitución de identidades sociopolíticas alternativas y de espacios públicos de interacción comunicativa que pueden volverse inmanejables o que pueden exigir del Estado compensaciones o subsidios que malogren la agilidad que el reordenamiento actual requiere.

En la medida en que la democracia política se vuelve una exigencia de los organismos mundiales en la era de la globalización, el desmantelamiento desde lo alto se ha convertido en una finísima ingeniería social, “una ingeniería de extracción del poder social”, una especialidad de destrucción de espacios de identidades colectivas sin el empleo manifiesto de la violencia, una habilidad para desmantelar la democracia social manteniendo una democracia política cada vez más encerrada en espacios restringidos, cupulares, cernidos por el fraude electoral, un juego partidista y parlamentario hiperpublicitado por los medios de comunicación. (46)

Con relación al México de finales del siglo XX, señala Zermeño, estas políticas preventivas se manifiestan como: 1. La balcanización-entronización de las fuerzas y corrientes político-partidistas. Propiciando la configuración de un electorado temeroso a la violencia. Imponiendo un principio de orden autoritario; optando por el poder para el vértice, pasando a formar parte de los aparatos desmanteladores de la identidad social. Oportunidades, procampo, red electrónica, aparato de seguridad nacional, ejercito serían elementos de esta política; 2. La ingeniería electoral para el fraude sutil se ha convertido en una especialización altamente sofisticada de extracción de poder social; 3. El control de los medios de comunicación de masas, cuya propiedad fue privatizada mas no así el contenido político de sus emisiones; 4. El desmantelamiento de la universidad pública se constituyó en un renglón destacado de esta ingeniería de desconstrucción al abatirse los presupuestos de la academia; al recortarse, o estancarse, el número de educandos en un país en crecimiento demográfico; 5. Vaciamiento de las intermediaciones, al ligar en forma directa a la figura personalizada del presidente de la República con las diminutas y transitorias asociaciones de ciudadanos paupérrimos organizados desde el Estado en lo más recóndito de la sociedad atomizada, para operativizar ciertas políticas públicas; 6. Desmantelamiento de los órdenes tradicionales de intermediación. De los ordenes tradicionales, del viejo orden. A favor de un verticalismo personalizado. (47-52) Como una crítica a estos señalamientos se podría decir que con el nuevo siglo vino la alternancia, el tránsito a la democracia, sin embargo poco ha cambiado, en la superficie y en el fondo las políticas y la economía parecen seguir los mismos lineamientos de los organismos internacionales como apuesta de futuro.

Un orden ante otro, un desorden ante otro, desde el Estado se trata del debilitamiento de los órganos y espacios de intermediación; debilitamiento del espacio público; desde ciertos sectores sociales se trata de transformar el orden social existente, de trastocarlo, de transformarlo en otro ordenamiento, en una economía-mundo distinta. El Estado apuesta a una crisis generalizada de los movimientos y las luchas sociales, la destrucción de la acción sindical y la prohibición de las huelgas (o su deslegitimación, en el mejor de los casos) y otras acciones directas que buscan una mínima continuidad o identidad. En el plano organizativo social, con cierta institucionalización sucede lo mismo: hay una crisis de los frentes, coordinadoras, asambleas, confederaciones sindicales, obreras, agrarias, uniones de pueblos, colonias, órganos vecinales, comunidades eclesiales, etc.; en los espacios institucionalizados de lo público como el sistema escolar, el universitario, el de la cultura, y en los medios de comunicación en general, también constatamos el mismo vaciamiento de la participación colectiva en aras del eficientismo científico-técnico, y asistimos al desmantelamiento de los aparatos asistenciales, el populismo y el Estado de bienestar son estigmatizados como la vuelta a un pasado ineficiente.

Por otro lado, las instituciones propiamente políticas de la sociedad: partidos y organizaciones políticas, cúpulas sindicales, patronales, sectoriales, grupos de interés, de presión, de opinión, son también objeto de esta constante erosión premeditada. La hipótesis sobre el debilitamiento de lo público y de nuestras defectuosas modernidades puede ser sustentada en todos estos terrenos. (59)

El elemento más general de la ideología que ha acompañado a este neoliberalismo dependiente establece que no se encuentra en la voluntad de las naciones la posibilidad de resolver sus propios problemas: éstos dependen de un más allá, la crisis de desarrollo es universal, formamos parte de una sola economía-mundo y tenemos que respetar el código que la rige: cualquier intento autonomista por detener la tendencia hacia la exclusión creciente de las masas y la caída de su nivel de vida conduce al aislamiento, al destierro como castigo, la no-certificación y el cierre de fronteras por parte de los países ricos, y redunda en la agudización de la pobreza, en la inflación, en la violencia generalizada y en la descomposición anómica. Solos no podemos nada ni debemos intentar nada, parece ser hacia donde nos conduce la coerción ordenadora del mundo.

El mañana-desarrollo es “automático” a pesar de las contradicciones, no hay que intentar nada para que todo cambie: La paz concertada como valor supremo. Concertación, cambios paulatinos, “concertados” en el nivel de la vida institucional y de los aparatos públicos para ir logrando, paso a paso, una modernización armoniosa de la vida política y de la economía que logre expresar, en algún momento, de manera formalizada en instituciones a la pluralidad política e ideológica de nuestra sociedad; por otro lado se evoca un panorama de caos, violencia, sufrimiento, hambre y desesperanza, producto de la confrontación. Para desalentar cualquier cuestionamiento profundo del orden.

Ya no se trata de Socialismo o Barbarie, tampoco de la disyuntiva entre Reforma o Revolución que colocaba a esta última como la única posición ética y políticamente aceptable y hoy, al menos en la cultura política de esta inteliguentsia dominante, resulta a la inversa: la actitud de no aceptar diálogos con el gobierno mediante una postura de irreductible confrontación es inaceptable, debemos asumir de una vez por todas que el cambio político y social sólo es viable mediante vías legales y reformistas. (110-111)

Tenemos, por un lado, una imagen que asocia entre sí revolución, catástrofe, irracionalidad, violencia, sufrimiento, muerte, desorden, atraso con respecto al tiempo científico-técnico, y, por otro lado, una que asocia paz, concertación, democracia, orden, interacción comunicativa, racionalidad, modernización. Eso se llama producción de esteriotipos ideológicos y dichas nociones son propias de una intelectualidad orgánica que, para optimizar su eficiencia, se declara neutral, a distancia del sistema de dominación que termina de una u otra manera por legitimar. (114)

En el caso de los intelectuales, se convierte en un mecanismo eficaz de producción de ideologías que al mismo tiempo que nos hablan de la exclusión y la pobreza de las masas se vuelven, precisamente, disolventes de la identidad de los excluidos, acusando cualquier movilización y a sus dirigencias de recaídas en el populismo y la manipulación, como si el cardenismo o del zapatismo (movimientos con contenido y participación fuertemente popular), no representaran otra cosa que una amenaza para la estabilidad económica, para el crecimiento del país. De manera inevitable estos movimientos son fácilmente atacables desde la confortable posición democrático-ciudadana-modernizadora-consumista-plural. (116)

La lucha por la democracia política es un asunto que concierne a minorías integradas, a regiones de mayor modernización y a representantes que incrementen su influencia al participar en medios formalizados e institucionales de la política. Sin querer negar que existieron, a lo largo del siglo XX en México, algunos movimientos sociales, coordinadoras, frentes y otros colectivos capaces de dotarse de representaciones efectivas en el plano del sistema político, es preciso aceptar que la gran mayoría de los actores que se desempeñaron en ese espacio de las instituciones liberales de la política, poco tuvieron que ver con identidades reales en lo social y nulos esfuerzos se hicieron para alentarlas. (117)

La cultura política y las dirigencias y corrientes intelectuales privilegian la búsqueda del vértice, de las alturas, en donde se concentra el poder, único punto desde el que se cree posible intentar algún cambio, aunque en esa búsqueda, sin querer, se reproduzca la herencia, la negatividad que se intenta combatir. (119)

¿Cómo construir una democracia más social y menos política, más cultural y menos estatal? Es un cuestionamiento que tiene que ser respondido en el terreno de la acción social, de la teoría y desde distintos ángulos científicos y posiciones políticas e ideológicas. Es una respuesta que se tiene que construir no sin contradicciones.

No existe la tierra prometida por la ideología del progreso. El desorden, la anomia, la incultura, la marginalidad, la masificación, lo plebeyo y el estancamiento que acompaña a todo esto, se oponen en lo esencial al sentido del intelecto, constituyen un fracaso del orden y el progreso. La tensión intelectual crece cuando comprobamos que la sociedad retoma tendencias impredecibles, desordenadoras, con códigos comunicativos locales, irracionales, con núcleos familiares desorganizados, tendencias ante las que la escolaridad no puede nada y no es capaz de homogeneizar, fuerzas laborales en la informalidad creciente, espacios sociales en expansión con conductas gregarias, que conllevan estructuras de liderazgo y patrimoniales opuestas al individualismo posesivo del consumo moderno. (122)

El espacio de producción de la paz social que resultó ser la arena parlamentaria: ese lugar en donde las dirigencias expresan sus malestares, se sienten escuchadas y publicitadas y se separan irremediablemente de las bases sociales y de las movilizaciones que les dieron impulso; ese espacio parlamentario, que produce en quienes lo ocupan la impresión de estar yendo hacia las alturas, logrando influencia, acercándose al vértice, al oráculo de la matriz cultural, no han logrado eficientar el orden, el progreso, la paz social. (133)

Digamos que la compleja coexistencia entre: regímenes democrático electorales en sociedades con desigualdades crecientes solo se explica por la erosión deliberada de lo público y que se ha hecho posible gracias a la interrelación de los siguientes factores sumatorios de: pobreza creciente, cambio acelerado, desorden social y atomización, destrucción de las élites modernizadoras intermedias, segmentación del mercado político, tendencia en el medio popular hacia la individuación defensiva y anómica, tendencia en el medio integrado hacia el consumismo individualista posesivo, erosión de instituciones integradoras de ciudadanía, propensión cultural de los latinoamericanos hacia la buropolítica. (134).

Hay que ordenar el caos, o darle un nuevo orden, bajo qué lineamientos, no lo sabemos, tendrá que ser producto del reconocimiento de la diferencia y la destrucción de las asimetrías entre los diferentes actores sociales, tanto en términos individuales como colectivos, del fortalecimiento de las comunidades autónomas capaces de reconocerse en la otredad del resto de las comunidades, tanto cercanas como del cualquier parte del concierto de la aldea global, pero estos planteamientos son también parte de una utopía(10), por lo mismo son cuestiones que, de antemano, sabemos tendrán nuevas contradicciones y propondrán nuevas interrogantes, sin embargo como reza el epígrafe de Eduardo Galeano la utopía sirve para caminar.

NOTAS:

1. La colección Biblioteca de la Universidad Veracruzana publicó una biografía, casi novelada, de principios del siglo XX, traducida por Alfonso Montelongo, de este celebre personaje del Siglo de las Luces: GASCAR, Pierre (2000), Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, UV, Xalapa,Ver.


2. En el mejor de los casos Wallerstein (que apuesta por la transformación radical de la sociedad) habla de la diferencia entre el giro coyuntural y la transición histórica, hay un trastocamiento del orden social que se resuelve en el marco de la misma economía-mundo, hay algo que permanece (lo macro) y hay algo que cambia (lo micro), que impacta relativamente al sistema histórico, pero no lo cambia en su conjunto, sin embargo, afirma, en el caso del capitalismo “existen limitaciones estructurales para el proceso de acumulación incesante de capital que rige nuestro mundo actual… esas limitaciones saltan a la primera plana como un freno para el desarrollo del sistema… esas limitaciones estructurales -…- han creado una situación estructuralmente caótica, difícil de soportar y que tendrá una trayectoria por completo impredecible… un nuevo orden surgirá de este caos en un periodo de cincuenta años… este nuevo orden se formará como una función de lo que todos hagan en el intervalo, tanto los que tienen el poder como quienes no lo tienen” (Wallerstein, 98: 90)

3. La investigadora española María-Ángeles Durán hace una serie de reflexiones al respecto sobre la economía alternativa y los recursos no monetarios en la estimación del PIB, basándose en una serie de entrevistas sobre el trabajo que desempeñan las mujeres, por ejemplo. “La contribución del trabajo no remunerado a la economía española. Alternativas metodológicas”, Instituto de la Mujer, Madrid, 2000.

4. Michael Waltzer (1997: 18) al hablar de la igualdad compleja y los problemas de la distribución de bienes culturales, económicos y políticos, deja claro que muchos comportamientos sociales son difícilmente cuantificables o controlables por alguna fuerza social o por el Estado: “El mercado ha sido uno de los mecanismos más importantes para la distribución de los bienes sociales. Nunca ha existido un criterio decisivo único a partir del cual todas las distribuciones sean controladas, ni un conjunto único de agentes tomando tales decisiones… Al Estado se le escapan las cosas de las manos; nuevos esquemas son desarrollados; redes familiares, mercados negros, alianzas burocráticas, organizaciones políticas y religiosas clandestinas”.

5. Para Alain Touraine, en su propuesta de teoría identitaria, el movimiento social tiene determinadas características básicas: un principio de identidad, un principio de oposición y un principio de totalidad, esto es un cuestionamiento al conjunto de acción histórica; el tipo de acción colectiva implica un espacio donde los actores sociales se disputan con sus adversarios el control de la historicidad de la sociedad.

6. Alberto Melucci (1999) utiliza este lenguaje de la física, como muchos otros sociólogos, para nombrar los fenómenos sociales: Los movimientos sociales como signos de los cambios moleculares del planeta que constantemente genera tensiones.

7. Pierre Boudieu dirige el libro La miseria del mundo en el que publica una serie de entrevistas, una de ellas, titulada “El orden de las cosas” (65-68), es relacionada con dos adolescentes hijos de inmigrantes árabes en Francia, los inmigrantes evidentemente se encuentran en una sociedad que los excluye, están descontextualizados por las diferencias de lenguaje, raíces culturales, etc.;al respecto el sociólogo escribe: “Ali y François evocan procesos muy similares a los observados en las guerras revolucionarias o en ciertas revoluciones simbólicas, que permiten que una minoría activa haga entrar poco a poco en la espiral de la violencia a todo un grupo, dominado por el miedo al que redobla el aislamiento y unido por la solidaridad que impone la represión”, más adelante abunda, “A medida que escuchaba a estos jóvenes evocar con la mayor naturalidad, pese a las reticencias y los silencios ligados al temor de decir demasiado o disgustar, cómo era su vida, la vida de la urbanización, e incluso sus ‘estupideces’ o la violencia, ejercida por algunos a uno solo, todo eso se me hacía también natural: a tal punto estaba presente en sus palabras y toda su actitud la ‘violencia inerte’ del orden de las cosas, la que esta inscripta en los mecanismos implacables del mercado del empleo, del mercado escolar, el racismo (presente también en las ‘fuerzas del orden’ encargadas, en principio, de reprimirlo), etcétera”.

8. En ésta desafección generalizada por el orden social vemos que “un elemento es la deslegitimación de la ideología del progreso inevitable que fue uno de los pilares principales de la estabilidad mundial por lo menos durante dos siglos. Veremos movimientos fuerte [pronostica Wallerstein] –ya los estamos viendo-, en particular en las zonas no centrales (que incluyen no sólo al antiguo Tercer Mundo, sino al otrora bloque de países socialistas), proclamar su total rechazo a la premisa fundamental de la economía-mundo capitalista, la incesante acumulación de capital como principio dominante de la organización social.” (Wallerstein, 98: 58)

9. El socialismo realmente existente ha mostrado su verdadero rostro, nos dicen, el autoritarismo antidemocrático.

10. O de una utopística ya que utopía es ninguna parte. Utopística es la evaluación seria de las alternativas históricas, el ejercicio de nuestro juicio en cuanto a la racionalidad material de los posibles sistemas históricos alternativos. Es posible legitimar los sistemas apelando a la autoridad o a las verdades místicas, pero en la actualidad también lo hacemos, y quizá en mayor grado, mediante los llamados argumentos racionales, todo esto según Wallerstein.


Bibliografía

BOURDIEU, Pierre (2000), La miseria del mundo, fondo de cultura económica, Buenos Aires, Argentina.

GINZBURG, Carlo (1997), El queso y los gusanos, el cosmos según un molinero del siglo XVI, Océano, México

MELUCCI, Alberto (1999), Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, el Colegio de México, México.

TILLY, Charles (2000), La desigualdad persistente, Manantial, Buenos Aires.

WALLERSTEIN, Immanuel (1998), Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, siglo XXI editores, México.

________________(1999), Impensar las ciencias sociales, siglo XXI editores, México, pp. 278-295.

WALZER, Michael (1997), Las esferas de la justicia. Una defensa del pluralismo y la igualdad, fondo de cultura económica, México, pp. 17-43.

ZERMEÑO, Sergio (1996), La sociedad derrotada. El desorden mexicano del fin de siglo, Siglo XXI-UNAM, México.

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